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G7 en Biarritz: Cumbre de pesadilla para Macron

Barbara Wesel
24 de agosto de 2019

La nueva ronda en la guerra comercial con China y los incendios en el Amazonas dominan la agenda ya antes del comienzo de la cumbre. El anfitrión Macron ha hecho lo posible para evitar una debacle. No le resultará fácil.

Frankreich Biarritz Sicherheitsvorkehrungen vor G7 Treffen
Imagen: picture-alliance/NurPhoto/J. Gilles

Los primeros roces llegaron antes incluso del inicio de la Cumbre del G7: entre Emmanuel Macron y el ausente líder brasileño, Jair Bolsonaro. Aquel le acusó de haber "mentido" en sus compromisos con la protección del clima y amenazó con no ratificar el Tratado de Libre Comercio de la Unión Europea con el Mercosur que se firmó el pasado mes de julio de 2019. Irlanda se sumó a esta decisión. Bolsonaro acusó a Macron de "mentalidad colonialista". El tema candente del cambio climático causó el primer choque antes del comienzo de la reunión del G7.

Biarritz como pueblo fantasma

El centro de Biarritz está acordonado y vacío como una ciudad fantasma. La amplia playa frente al lugar, el Hotel du Palais, está vacía, e incluso el mar está cerrado para nadadores y surfistas. La espléndida villa de veraneo de Napoleón III, construida a mediados del siglo XIX, puede no ser el lugar más apropiado para discutir la desigualdad global, como señalaron burlonamente los críticos de la reunión del G7. 13.200 policías se encargarán de proporcionar seguridad a los huéspedes e incluso los residentes locales deben llevar un pase especial.

Un total de 13.200 agentes garantizan la seguridad este fin de semana en Biarritz.Imagen: AFP/G. Julien

Los ya habituales manifestantes contrarios a la cumbre son expulsados ​​de la ciudad y se reúnen en la ciudad fronteriza francesa de Hendaya y en Irún, al otro lado de la frontera, en España. La Policía había tratado previamente de identificar a los miembros de grupos violentos. Además, se espera que acudan los 'chalecos amarillos' más radicales y varios grupos críticos contra la globalización. La concentración principal de los opositores a la cumbre está programada para el sábado, 24 de agosto de 2019, a la hora del almuerzo, incluso antes de que los jefes de gobierno se reúnan para una cena informal. En caso de que haya disturbios, como en algunas cumbres anteriores, tendrán lugar lejos de los mandatarios, que estarán perfectamente protegidos.

Vía libre a la guerra comercial

Antes del inicio oficial del G7, China dio un paso más en la guerra comercial contra el presidente de Estados Unidos (este no tardó en responder). Por supuesto, no es una coincidencia que China aprobara este fin de semana imponer nuevos aranceles a importaciones estadounidenses por valor de 75.000 millones de dólares.

Otros temas, como la inminente recesión que podría dar al traste con su campaña electoral, su disputa con la Reserva Federal sobre política monetaria y, de hecho, cualquier otro asunto mundial pueden también arruinar los ánimos del presidente Trump. La situación parece garantizar que llegará a Biarritz en un clima de máxima beligerancia.

Especialmente, la discusión general sobre una nueva relación con China, en la que la UE también tiene un gran interés, no puede producir soluciones constructivas en estas circunstancias. Trump, de hecho, ha respondido igualmente subiendo aranceles ya aprobados. En este contexto, las reformas de la Organización Mundial del Comercio, una posición común frente a Pekín y la cuestión sobre si un comercio mundial basado en normas internacionales tiene algún futuro serían preguntas urgentes.

El show de Boris

El nuevo primer ministro británico aparecerá por primera vez en la foto. Sus reuniones preparatorias en Berlín y París –a pesar de algunas interpretaciones contrarias en la prensa británica– no han supuesto avances en la cuestión del "brexit". Por lo tanto, tampoco son de esperar en Biarritz.

Y Boris Johnson tiene que mantener un equilibrio cuidadoso. Todavía necesita a los socios europeos no solo para cerrar el "brexit", sino también para su política exterior y de seguridad. Difícilmente puede dejarse seducir por Trump y, de repente, desmarcarse de la línea común de sus todavía socios europeos respecto a la política sobre Irán o sobre Rusia.

Boris Johson: Los pies encima de la mesa, con muebles de diseño, durante su reunión el jueves con Emmanuel Macron.Imagen: picture-alliance/dpa/C. Tesson

Por otro lado, es probable que el presidente de los Estados Unidos utilice al primer ministro británico como caballo de Troya para atacar a la UE, alabar el "brexit" y hacer vagas promesas a Boris Johnson sobre un acuerdo de libre comercio. El primer ministro británico no puede defraudar a Trump, pero tampoco a los europeos. Tendrá que demostrar si tiene alguna habilidad diplomática.

Anfitrión del G7, un trabajo poco apetecible

Solía ​​ser un honor dar la bienvenida a los jefes de gobierno de los países industrializados más importantes, pero en los últimos años esta tarea se ha convertido en un trabajo terrible. El presidente francés ha hecho todo lo posible para preparar bien la cumbre. Se reunió con Vladimir Putin para fortalecer el contacto con Rusia, invitó de antemano al primer ministro indio Modi e incluso habló con el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Zarif, para desactivar la crisis nuclear.

Flores para Madame Macron durante el encuentro previo con Vladimir Putin.Imagen: AFP/G. Julien

Pero nada de esto le sirve a algo frente a un Donald Trump cargado de contradicciones: quiere mantener la línea dura contra Irán, pero perdonar a Rusia la anexión de Crimea e invitar a Putin a regresar al G7. Ataca regularmente a la UE y su unidad, porque no le importan las organizaciones internacionales. Su ideología de "América primero" impide que se inicien reformas del comercio mundial. Los observadores estadounidenses ven al presidente cada vez más aislado en el G7. Sin embargo, los grandes Estados europeos, Japón y Canadá no pueden cambiar el orden mundial internacional sin la participación de Estados Unidos.

Para Emmanuel Macron, esta situación supone una pesadilla política. También incluyó el tema del cambio climático para incluir los devastadores incendios forestales en el Amazonas en la agenda. Y en eso también tendrá de su lado a la mayoría de los participantes, pero no al presidente de Estados Unidos, que ya ha expresado su apoyo a Bolsonaro. Él ve el cambio climático como una oportunidad de negocio, porque, por ejemplo, el derretimiento del hielo glaciar hace que emerja Groenlandia como una posesión deseable.

Antes de la cumbre, Macron suprimió prudentemente de la agenda de trabajo el tradicional comunicado final conjunto. Él sabe que un acuerdo es imposible y quiere evitar que la cumbre se declare oficialmente un fracaso.

(lgc/ms)

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