El presidente francés hizo enormes esfuerzos preparativos e invirtió buena parte de su capital político para que la reunión del G7 no se convirtiera en una debacle total. Invitó a otras figuras e incluyó nuevos temas para sacar a dicha ronda de la abulia.Pero, sobre todo, él mismo no quería quedar como un perdedor. Y, después de todo, tuvo éxito. La inclusión sorpresiva del ministro de Exteriores de Irán fue una audacia.

Emmanuel Macron logró sorprender al obstinado presidente de Estados Unidos en el caso de Irán. Y este no es un éxito cualquiera, porque en Biarritz, Donald Trump demostró, una vez más, ser un invitado desagradable, que se ufanó de cofundir a la prensa y a los observadores con su política comercial, por ejemplo. Por otro lado, se quejó de que los medios informaran sobre tensiones durante la reunión. Toda palabra adicional sobre sus trucos, su irresponsabilidad y sus distorsiones está de más. Él simplemente se comportó como siempre lo ha hecho.

El presidente francés llevó a Biarritz al ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammed Jawad Sarif, como invitado sorpresa, lanzando una iniciativa diplomática al margen de la cumbre. Y lo hizo justo al frente de las narices de Donald Trump, quien no dejó de reaccionar con enojo y enfatizó que la línea dura de Estados Unidos era la única estrategia correcta. Sin embargo, el francés no se sintió intimidado y se reunió personalmente con Sarif para explorar si podría haber espacio diplomático para nuevas propuestas de solución.

No hay que hacerse muchas ilusiones, pero en una situación en la que hay una amenaza real de conflicto militar, cualquier iniciativa para una solución pacífica es bienvenida. Esto ciertamente se aplica a los signatarios europeos del acuerdo nuclear, que el presidente de Estados Unidos abandonó el año pasado.

Zanahoria y látigo para populistas

Macron también tuvo el enfoque correcto en el caso de la deforestación y los incendios en el Amazonas. Inicialmente amenazó al presidente brasileño Jair Bolsonaro con no ratificar el acuerdo comercial UE-Mercosur, si no detenía la quema del pulmón verde de la Tierra. Pero también se ganó a los demás participantes prometiendo ayudar a Brasil y los países ribereños a apagar y reforestar.

El presidente francés demostró aquí que tiene una fórmula exitosa para tratar con populistas y antidemocrátas. Habla con todos, pero los trata con firmeza. Y Bolsonaro demostró que la fórmula de zanahoria y látigo es efectiva,  porque se retractó de sus acusaciones contra los ambientalistas, y envió a los militares a extinguir los incendios. Para convencer a Bolsonaro de hacer una política ambiental responsable, se necesitará mucha más presión. Al mismo tiempo, la UE, las organizaciones medioambientales y, en última instancia, los consumidores, deben desempeñar un papel decisivo, en caso de que se lleguen a boicotear los productos brasileños.

Estados Unidos estaba furioso porque Emmanuel Macron había puesto el tema del clima y la quema del Amazonas en la agenda. Se sentían "arrinconados", dijeron sus diplomáticos. Washington demostró una vez más que actúa de manera completamente irresponsable en la política climática y que los demás países del G7 tiene que decírselo en la cara.

El nuevo líder en Europa se llama Macron

El presidente francés ha demostrado que es un maestro del oficio político y quiere convertirse en un líder en Europa. Muchas iniciativas importantes, desde impuestos digitales hasta políticas climáticas, provienen de París. Alemania, por otro lado, está haciendo una figura cada vez más lamentable. En vista del previsto retiro de Angela Merkel, su experiencia y liderazgo políticos parecen paralizados.

Su debilidad conduce a un cambio de dirección en la UE. Ya en la elección de la presidenta de la Comisión, Macron movió los hilos, por lo que es de deducir que Macron está en camino de convertirse en el nuevo hombre fuerte de Europa. Así que debe tener cuidado de no exagerar y no perder el contacto con la realidad. Sin embargo, después de esta difícil cumbre del G7, la sensación es que con Macron estamos en buenas manos.

(jov/cp)

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