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Gadafi arroja bombas de racimo sobre Misrata

16 de abril de 2011

El que las granadas de mortero MAT-120 que las fuerzas de Gadafi hicieron explotar sobre Misrata sean españolas atiza la discusión sobre la venta de armas europeas y estadounidenses a regímenes autoritarios en el mundo.

La granada de mortero hallada en Misrata contenía veintiún bombas que fueron dispersadas sobre una gran superficie.Imagen: AP

La denuncia de una organización de derechos humanos, este 16 de abril de 2011, volvió a atraer la atención hacia el espinoso tema de la venta de armas europeas y estadounidenses a regímenes autoritarios del norte de África, el Cercano y Medio Oriente: según Human Rights Watch (HRW), cuya sede central está en Estados Unidos, las fuerzas del líder libio Muamar el Gadafi hicieron explotar al menos tres bombas de racimo del tipo MAT-120 sobre la ciudad de Misrata en la noche del 13 de abril. La munición fue descubierta por un periodista del diario The New York Times e identificada por expertos como granadas de mortero de fabricación española.

Las bombas de racimo son granadas que se abren en el aire cuando alcanzan una altura determinada y dejan caer cientos de artefactos explosivos más pequeños, pero de gran alcance y capacidad destructora; aunque esos fragmentos no siempre explotan, su “vida útil” puede prolongarse y poner en peligro a los habitantes de la zona afectada durante cuarenta años. La granada de mortero de 120 milímetros hallada en Misrata contenía veintiún bombas que fueron dispersadas sobre una gran superficie.

“Les reto a que lo demuestren”, dijo el portavoz del Gobierno de Gadafi, Mussa Ibrahim, desmintiendo que el oficialismo haya lanzado bombas de racimo sobre un barrio residencial de Misrata, el bastión más importante de los rebeldes en el occidente de Libia. Por su parte, un vocero del Comercio Exterior español aseguró que el armamento en cuestión se manufacturó en 2007 –un año antes de que 109 naciones firmaran un tratado para prohibir su producción, almacenamiento y uso–, procurando amortiguar el golpe que este hallazgo propina a la imagen de su país.

España y el Reino Unido: entre negocios y principios

En la sede del MI6 se organiza parcialmente desde hace semanas la entrega de armas a los disidentes libios.Imagen: AP

Ya a principios de abril, en su informe Voces contra el olvido, Amnistía Internacional criticó el carácter marginal de los derechos humanos en la política exterior española y condenó, entre otras cosas, el suministro de armas a “destinos preocupantes” como Marruecos, Arabia Saudí, Israel, Egipto y Libia. Madrid insistió en que ha cumplido las directrices europeas al exportar material de defensa y tomado en cuenta el criterio de los derechos humanos al evaluar las licencias vigentes, pero la nueva denuncia de HRW promete reabrir el debate.

Y no solamente en la península ibérica. La mención de los negocios armamentistas de España con Libia trae a colación los que otros socios de la Unión Europea han hecho en el país norafricano, antes y después de los levantamientos en contra de Gadafi. Oficialmente, Italia, Francia y el Reino Unido comienzan a sopesar la posibilidad de enviar armas a los rebeldes, quienes se hallan mal apertrechados en comparación con las tropas del régimen de Gadafi.

Pero los medios estadounidenses han confirmado que el servicio secreto británico, MI6, viene preparando el camino para la entrega de armas a los rivales de Gadafi desde hace semanas, con ayuda de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). A finales de marzo, cuando las agencias de noticias informaron que Washington había dado luz verde a su servicio secreto para que llevara armas o dinero a los rebeldes, el jefe del Pentágono, Robert Gates, acotó que eventuales entregas de armas no necesariamente deberían provenir de Estados Unidos.

Francia y Alemania: ¿sin contradicciones?

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, encarriló los negocios armamentistas entre Europa y Libia.Imagen: picture-alliance/ dpa

Este 15 de abril los medios reportaron que el emirato árabe de Qatar entrenó militarmente a los rebeldes libios y los abasteció con armas franco-alemanas que hasta hace poco eran suministradas directamente al Ejército de Libia por Francia. El político que encarriló los negocios libio-europeos antes de que la ONU impusiera un embargo de armas al país magrebí el 26 de febrero, es ahora uno de los mayores adversarios de Gadafi en Europa: el presidente galo, Nicolas Sarkozy.

Para los involucrados al norte del mar Mediterráneo –partes del sistema armamentístico son fabricadas por la empresa LFK del Estado alemán de Baviera– éste es un tema álgido. Los círculos industriales alemanes aseguran que el acuerdo se selló con Gadafi –1.000 unidades de un modelo desarrollado por Alemania y Francia a cambio de 168 millones de euros– ante la enorme presión francesa. La moción atrajo severas críticas en Alemania, pero el negocio siguió su curso.

¿Cuántas y qué tipo de armas se le enviaron a Gadafi? “No todas fueron entregadas”, respondió a regañadientes el portavoz de una de las empresas implicadas, al ser consultado en París. ¿Cuántas y de qué calibre se le han enviado a sus opositores? Eso está por verse; el emirato no ha confirmado ni desmentido el suministro todavía. También están por discutirse las implicaciones éticas, legales y estratégicas de abastecer con armas a los rebeldes libios cuando todavía no se les conoce del todo bien.

Debates pendientes

Los talibanes tomaron el poder en Afganistán con ayuda de las armas estadounidenses.Imagen: picture-alliance/dpa

Después de todo, los países europeos no han encontrado la manera de reconciliar los intereses económicos de su industria armamentista con el principio de los derechos humanos que deben defender de manera convincente en la arena internacional. Y el apoyo de los ejércitos no libios a los opositores de Gadafi sigue estando limitado por la Resolución 1973 de la ONU; ella establece que “todos los Estados miembro deben tomar de inmediato las medidas necesarias para evitar el suministro directo o indirecto o la venta [de armas] a la Jamahiriya Árabe Libia”.

Además, aún sin mencionar el temor de Washington a que entre los opositores a Gadafi pueda haber combatientes de Al Qaida, sigue estando fresco el recuerdo de intervenciones de la CIA que resultaron un fiasco. El apoyo a los rebeldes afganos contra la ocupación soviética es un ejemplo: tras la partida de los rusos en 1989 y la caída del régimen leal a Moscú en Kabul, llegaron al poder los talibanes radicales islámicos, que defendieron su dominio con modernas armas estadounidenses.

Autor: Evan Romero-Castillo / dpa / Reuters
Editor: José Ospina Valencia

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