En su día fue un lugar de horror en Grecia. Ahora quieren convertir la isla prisión de Giaros en un paraíso. No es tarea fácil.
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La llaman "isla del diablo". Es un sitio árido, deshabitado y espeluznante en el sur del mar Egeo. Como prisión tiene una larga tradición: ya los antiguos romanos solían encarcelar personas en esta isla. Después de la Guerra Civil (1946-1949), los líderes en Atenas siguieron con la vieja tradición y enviaron a más de 20.000 comunistas al exilio forzado en Giaros. Las deportaciones fueron declaradas como vacaciones educativas.
El objetivo de la reeducación y el castigo fue transformar a gente rebelde en "buenos griegos". En realidad, la isla-prisión era una sola cámara de tortura. Los expertos hablan incluso de un campo de concentración en suelo griego. "Ya sólo la arquitectura de los edificios hacen recordar las instalaciones de los campos de concentración", dice el fiscal Costas Katsibinis, que hace 17 años fundó una sociedad para la preservación de la memoria histórica.
"En los primeros años después de la guerra se conocía a Giarios también como Dachau en el mediterráneo", cuenta Katsibinis en entrevista con DW. Los prisioneros tuvieron que construir su propia prisión en condiciones de trabajo pésimas. Forzado, sin ir más lejos. Muchos murieron de calor y hambre. Apenas se terminó la construcción, el gobierno en Atenas tuvo que cerrar la prisión por las protestas internacionales. Hasta la ONU protestó por la brutalidad en la isla.
Sin embargo, se volvió usar como prisión durante la dictadura militar (1967-1974). Los coroneles en Atenas enviaron a miles de opositores a la isla de Giaros. Por primara vez se enviaron también a mujeres al lugar, incluso embarazadas.
Periodistas alemanes investigaron la verdad
Entre los prisioneros más prominentes se encuentran el posterior canciller socialista Jannis Charalambopoulos y el poeta internacionalmente reconocido Jannis Ritsos. La junta militar siempre negó la existencia de una isla prisión en el mar Egeo. Periodistas alemanes, sin embargo, consiguieron averiguar la verdad. En 1967 reporteros del semanal Stern sobrevolaron la isla y tomaron fotos que causaron un revuelo internacional.
Katsibinis trata de hacer todo lo posible para salvar la isla y su historia del olvido. Una tarea algo difícil, ya que hasta la fecha no existe un servicio de transbordador hacia Giaros. Ni siquiera barcos de pesca son permitidos cerca de la isla. Giaros es área restringida.
¿Y ahora un paraíso para buceadores?
Pero recientemente hay movimiento en el asunto. Se prevé transformar la isla prisión en un paraíso para el medio ambiente y para el buceo. El proyecto es apoyado por el Fondo Mundial para la Naturaleza y su programa de acción "Cyclades Life". "En la zona alrededor de Giaros vive el 15 por ciento de todas las focas monje del Mediterráneo. Es quizás la mayor colonia a nivel mundial de esta especie de focas", dice el portavoz del Fondo Mundial para la Naturaleza, Jason Kantas, a DW. Además, la isla ofrece unos paisajes hermosos para el buceo. La financiación por le Unión Europea también se considera asegurada. Parece que ha llegado el momento para abrir la antigua "isla de diablo" para los turistas, preservando al mismo tiempo tanto su carácter histórico como su belleza natural.
Autor: Jannis Papadimitriou (GG/DZC)
Auschwitz: "La muerte no tiene la última palabra"
Estos artistas lucharon por su supervivencia en campos de concentración. En la exposición "La muerte no tiene la última palabra" ("Der Tod hat nicht das letzte Wort"), en el Parlamento alemán, se pueden ver sus trabajos.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Los artistas olvidados
Durante el régimen nazi, muchos artistas fueron perseguidos. Pero pocos conocen a los artistas que siguieron produciendo obras en los campos de concentración. El pintor Waldemar Nowakowski, en la foto, fue uno de ellos. La exposición "Der Tod hat nicht das letzte Wort" (“La muerte no tiene la última palabra”) se puede ver desde el 27 de enero en el Parlamento Alemán.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Los horrores de Theresienstadt
El autor, curador e historiador del arte Jürgen Kaumkötter se dedicó durante más de 15 años a investigar las obras de arte de artistas perseguidos, desde 1933 hasta 1945. No solo tuvo en cuenta las obras creadas durante esa época, sino también aquellas que la tematizan hasta hoy. Leo Haas es autor de este aguafuerte sobre el campo de concentración de Theresienstadt (1947).
Imagen: Bürgerstiftung für verfolgte Künste – Else-Lasker-Schüler- Zentrum – Kunstsammlung Gerhard Schneider
Pintar en el “Museo del campo de concentración”
Se sabe que los artistas de Theresienstadt pintaban, pero también en Auschwitz había un “Museo”. Allí había materiales como lápices, papeles y pinceles a disposición de los creadores para que estos llevaran a cabo obras para las SS. Del campo de concentración de Auschwitz II, sin embargo, apenas se conocen algunas obras. En la foto: Autorretrato de Marian Ruzamski (1943-1944).
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Imágenes de la nostalgia
Este retrato pertenece a Jan Markiel (1944) y fue hecho sin materiales “oficiales” de Auschwitz I. Representa a la hija de un panadero de las cercanías de Jawiszowice, que había ayudado a los prisioneros dándoles pan y enviando sus cartas. El color proviene de trozos de pigmento arrancado a las paredes, y un trozo de lino de los colchones hizo de lienzo.
Imagen: Staatliches Museum Auschwitz-Birkenau in Oœwiêcim
Testigo de los hornos crematorios
Yehuda Bacon (dcha.) llegó a Theresienstadt en 1942, a los 13 años, y en diciembre fue trasladado a Auschwitz-Birkenau. Allí trabajó como mensajero y se le permitía calentarse en invierno acercándose a los hornos de los crematorios. Lo que vio allí no solo lo contó durante el famoso Juicio de Fráncfort, sino también en los dibujos que realizó luego de finalizada la II Guerra.
Imagen: Bürgerstiftung für verfolgte Künste – Else- Lasker-Schüler-Zentrum – Kunstsammlung Gerhard Schneider
La segunda generación
Michel Kichka es uno de los historietistas más renombrados de Israel: “Segunda generación: lo que nunca le dije a mi padre” es una novela gráfica sobre la infancia de Kichka y su padre, un sobreviviente de Auschwitz. El trauma del padre se transfirió al hijo. Cuando Michel Kichka solo pudo vencer sus pesadillas reflexionando, no sin cierto humor negro, sobre los horrores vividos por su progenitor.
Imagen: Egmont Graphic Novel
Metáfora de la Shoa
También los hijos de la artista israelí Sigalit Landau son sobrevivientes del Holocausto, y su profesor de dibujo fue el también sobreviviente Yehuda Bacon, que trabaja hasta hoy como docente de arte en Israel. Sus trabajos están llenos de alusiones metafóricas al Holocausto, como en estos zapatos, que se pueden ver en la exposición en el Parlamento alemán.
Imagen: Sigalit Landau
"La muerte no tiene la última palabra"
Sigalit Landau recolectó 100 pares de zapatos en Israel y los arrojó al Mar Muerto. El mar los cubrió con capas de sal, y ahora son símbolos de la vida que vence a la muerte. Su deseo era que se expusieran en Berlín como símbolo de la esperanza que vence a la desesperación. La exposición “La muerte no tiene la última palabra” se puede ver hasta el 27 de febrero en el Parlamento Alemán, en Berlín.