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Giuseppe Conte, de diletante a estadista

5 de septiembre de 2019

Hace un año y medio era un perfecto desconocido. Hoy, él es la estrella de la política italiana. En esta semblanza, Bernd Riegert se pregunta si la de Conte es la carrera convincente de un hombre sin convicciones.

Italien Rom Giuseppe Conte
Imagen: Imago Images/Xinhua/A. Lingria

Hasta hace una semana y media, el profesor de Derecho Giuseppe Conte daba por sentado que su carrera como político había llegado a su fin con la misma rapidez con que había comenzado. “Es muy probable que yo no regrese”, comentaba, taciturno, cuando se le preguntaba al respecto durante la cumbre del G7, que tuvo lugar en Francia entre el 24 y el 26 de agosto. En ese momento, la crisis gubernamental italiana estaba en pleno apogeo. El Movimiento 5 Estrellas forcejeaba con los socialdemócratas para formar una coalición de Gobierno, que casi todo el mundo consideraba inviable, con miras a evitar que se llamara a elecciones anticipadas y que la ultraderechista Liga Norte las ganara. Conte -que no pertenece a las filas del Movimiento 5 Estrellas, aunque está muy cerca de esa formación- telefoneaba a menudo con el jefe de los socialdemócratas, Nicola Zingaretti, para persuadirlo de aliarse con los populistas de izquierda y para ponerse a disposición como primer ministro. Conte convenció a Zingaretti, y el resto es historia en desarrollo.

Este abogado de 55 años proveniente de la región de Apulia debutó en la arena política italiana hace apenas quince meses y sobresalió rápidamente por su tono sosegado y su capacidad argumentativa. Sus compatriotas de a pie parecen amarlo: según encuestas recientes, con un índice de popularidad del 58 por ciento, él es el político más apreciado por los italianos después del presidente, Sergio Mattarella, con quien Conte también parece haber establecido una buena relación. “El abogado del pueblo”, como Conte se ha descrito a sí mismo, luce razonable, sereno y adulto cuando se le compara con el dirigente de Liga Norte, Matteo Salvini, o con el del Movimiento 5 Estrellas, Luigi Di Maio. Eso dicen los analistas políticos locales. Desde junio de 2018, Conte fue la cara del Gobierno populista, aunque, en realidad, sólo lo representó como si fuera un notario en lugar de respaldar la insensata agenda de ambos partidos en calidad de “presidente del Consejo de Ministros”.

El presidente de Italia, Sergio Mattarella (izq.), y Guiseppe Conte.Imagen: Reuters/F. Ammendola

“Yo no soy una marioneta”

Conte fue objeto de mofa recurrente; de él se decía que era el “suplente” de Salvini y de Di Maio. Pero, como buen jurista, él supo defenderse a sí mismo en el Parlamento Europeo: “Yo no soy una marioneta. Yo represento a mi pueblo”, refutó a sus críticos en Estrasburgo en una sesión de febrero de 2019. De regreso a casa, Conte optó más bien por quedarse tranquilo. Con frecuencia se tenía la impresión de que el verdadero presidente del Consejo de Ministros italiano era Salvini, omnipresente en los medios y en campaña electoral eterna. Conte lo dejó bloquear puertos y atrofiar la política migratoria comunitaria. El catedrático terminó emancipándose cuando su primer Gobierno ya había fracasado. En el discurso que oreó cuando dimitió lanzó duros reproches contra Salvini, que estaba sentado a su lado, acusándolo de tener una “obsesión” con el tema migratorio y tachándolo de irresponsable en un instante en que Italia necesitaba un Gobierno prudente.

Las palabras de Conte parecían haber llegado muy tarde, pero, poco después, pasó lo inconcebible. Partiendo de cero, el astuto abogado se acercó al jefe de los socialdemócratas y, en cuestión de días, lo animó a formar un Gobierno de coalición con el Movimiento 5 Estrellas. Fueron esos dos políticos los que fijaron la meta del experimento, que Conte resume de la siguiente manera: “conseguir que, juntos, ambos partidos sean más que la suma de sus partes; lograr una aleación, una síntesis, una verdadera coalición”. Sin muchos titubeos, Conte pasó de encarnar una política radical de derecha a erigirse en adalid de un bloque izquierdista. Y las circunstancias lo han llevado –a él, que no es político de profesión y que ha sido tildado de “antipolítico”– a ser percibido como garante de una nueva fase de la política italiana. Afortunadamente para Conte, al deslindarse del Gobierno de Movimiento 5 Estrellas y Liga Norte, él también pudo distanciarse elegantemente de sí mismo.

Un político flexible

“En la cumbre del G7, él se destacó con declaraciones que armonizan con las posiciones de la Unión Europea”, esgrimió un diplomático comunitario, testigo del golpe de timón interno de Conte. Hasta los mercados financieros, que solían mirarlo con recelo, dan indicios de confiar en él: cuando se le dio la responsabilidad de armar el nuevo Ejecutivo, los costos de los bonos de la deuda soberana italiana cayeron a niveles récord. Por cierto, Conte también tiene la simpatía de los presidentes de Estados Unidos y Rusia. Eso le parece sospechoso a mucha gente en Europa y preocupa a quienes recuerdan que Conte estuvo a favor de levantar las sanciones que pesan sobre Rusia tras la anexión de la península ucraniana de Crimea. ¿Qué política exterior desarrollará el segundo Ejecutivo de Conte? Eso es difícil predecirlo. Conte ha demostrado ser un político muy flexible.

(erc/cp)

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