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Glifosato: no solo mata la maleza, también a las abejas

Anne-Sophie Brändlin
25 de septiembre de 2018

El glifosato no es tan inofensivo como se ha propagado. Un nuevo estudio muestra que el glifosato, uno de los herbicidas más comunes, es causante de la muerte de las abejas.

Imagen: Alex Wild/University of Texas at Austin

El glifosato es sospechoso de ser cancerígeno. Ahora, investigadores de la Universidad de Texas concluyen que el glifosato es peligroso para las abejas, según la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Para su estudio, los científicos alimentaron a las abejas con una solución de azúcar con glifosato, en una concentración que también se produce en el medio ambiente. En otro grupo, el de control, las abejas recibieron azúcar sin herbicida.

Después de tres días, las abejas que recibieron el cóctel de glifosato habían perdido algunas de sus bacterias benignas en el intestino. Por eso los investigadores concluyen que el glifosato puede debilitar el sistema inmunológico de los insectos alterando su microbioma intestinal. Esto, según los científicos, es una prueba de que el glifosato contribuye al declive de las abejas melíferas en todo el mundo.

Veneno vegetal muy popular

Los herbicidas de glifosato, como Roundup de Monsanto, son los llamados herbicidas de amplio espectro, porque son tóxicos para casi todas las especies de plantas.  En el mundo se usan unas 700.000 toneladas de glifosato, cada año. Desde hace más de cuatro décadas. Solo en Alemania, se riegan anualmente en jardines privados, parques urbanos y vías férreas más de 5000 toneladas de glifosato. Pero es en la agricultura en donde se usa la mayor parte: el 40% de las tierras cultivables en Alemania es rociada con glifosato.

Numerosos estudios han investigado si el pesticida es carcinogénico o mutagénico, o sea si es una sustancia que causa efectos genéticos o reproductivos. Hasta el momento, sin embargo, no ha habido un resultado definitivo. Mientras que la agencia contra el cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que hay evidencia de que el glifosato "es probablemente cancerígeno", otras agencias, incluidas las autoridades sanitarias alemanas y europeas, están en desacuerdo.

El Parlamento Europeo pide la prohibición de estos herbicidas para el año 2022. A finales de 2017, la Comisión Europea recomendó extender la licencia por cinco años. En 2022, podría toma otra decisión.

Poniendo en peligro la biodiversidad

Menos controversial que la cuestión de si el glifosato causa cáncer es el impacto ambiental del herbicida. El ministerio alemán del Medio Ambiente está preocupado porque el pesticida de amplio espectro mata las plantas indiscriminadamente, incluso aquellas que son vitales para muchos animales. El resultado son tierras de cultivo monótonos sin insectos ni pájaros, advierten ecologistas.

Las abejas con microbioma intestinal alterado por glifosato mueren con mucha más frecuencia cuando se exponen a la bacteria Serratia marcescens.Imagen: Vivian Abagiu/University of Texas at Austin

La Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) clasificó recientemente el glifosato como "no carcinógeno”, pero mantuvo la clasificación como una "sustancia que causa graves daños oculares y es tóxico para los organismos acuáticos, con efectos nocivos duraderos”.

La mortandad de abejas podría empeorar

El hecho de que el glifosato ataque a las abejas es alarmante, teniendo en cuenta que las poblaciones de abejas domésticas y silvestres ya se han reducido en casi todo el mundo. En China, los manzanos y perales han tenido que ser polinizados a mano porque la mayoría de las abejas que hacían el trabajo ha desaparecido. Probablemente una combinación de factores es la responsable del declive de las abejas: la plaga del ácaro de Varroa, la falta de suministro de alimentos para los insectos, las influencias de los pesticidas químicos y el cambio climático.

El nuevo estudio de la Universidad de Texas, sin embargo, vincula directamente el uso de glifosato con la disminución de las abejas. En un estudio de seguimiento, los investigadores también encontraron que las abejas con microbioma intestinal alterado por glifosato mueren con mucha más frecuencia cuando se exponen a un patógeno específico, la bacteria Serratia marcescens.

Aproximadamente la mitad de las abejas con un microbioma saludable seguían con vida ocho días después de haber estado expuestas al patógeno. Pero solo la décima parte de las abejas cuyo microbioma fue alterado por el glifosato sobrevivió. Por lo tanto, los investigadores recomiendan no rociar glifosato en las plantas con flores, a fin de no poner en peligro a las abejas.

Anne-Sophie Brändlin (jov/er)

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