Tepito y la Salada
21 de junio de 2015 Los mercados informales se han convertido en un factor relevante en las economías locales y crecen sujetos a un mínimo de regulación del Estado. "Los hijos de Sánchez viven en Tepito", señaló el sociólogo del Colegio de México, Carlos Alba Vega, durante la inauguración de la muestra fotográfica en Berlín, aludiendo a la novela del antropólogo estadounidense Oscar Lewis, que introdujo el concepto de 'cultura de la pobreza'. "Es ahí donde vive la familia mexicana, en un barrio bravo, de fuerte identidad, en donde también se encuentra un mercado para todo tipo de productos", agregó. Alba Vega investiga el mercado de Tepito desde la óptica de la globalización, la liberalización de los mercados y las migraciones masivas, en el marco del programa “Entre Espacios“, en colaboración con el Instituto Latinoamérica de la Universidad Libre de Berlín.
El barrio y el mercado de Tepito se encuentran prácticamente en el corazón de la capital. Reúne en un mismo espacio a un barrio popular histórico marcado por la marginalidad y a un mercado callejero en donde, según el fotógrafo Francisco Mata Rosas, se puede comprar desde un alfiler hasta una ametralladora. "Ahí también se encuentra el Templo a la Santa Muerte, lugar de paso de narcotraficantes", afirma el fotógrafo, cuyas imágenes son parte de la muestra, conforman un libro y han recorrido el mundo desde que fuera abierta una exposición en Tepito mismo en 2006.
El mercado de La Salada
La exposición muestra dos ejemplos en América Latina de mercados informales que pese a su "ilegalidad", sus actores participan crecientemente en el comercio transnacional. El mercado de La Salada, en la periferia de Buenos Aires, es considerado como el mercado negro de ropa más grande de Latinoamérica. Surgido a principios de la década de los 90, en una zona en donde a principios del siglo pasado había un balneario con aguas termales, fue la respuesta al fenómeno migratorio y el cierre de fábricas textiles. "Los vendedores de La Salada son fabricantes que falsifican ropa de marca en talleres clandestinos en las cercanías", afirma el sociólogo argentino Matías Dewey, investigador del Instituto Max Planck de investigación social.
"Un 80 por ciento de los vendedores son inmigrantes provenientes de Bolivia y Perú, que a la vez son sobrevivientes de sucesivas crisis en Argentina", señala el sociólogo, que junto con la fotógrafa alemana Sarah Pabst, investigó durante siete meses el fenómeno de La Salada. El mercado se ha convertido en un importante actor en la industria textil argentina. Cientos de autobuses llegan con clientes mayoristas desde todo el país para comprar en este mercado, cuyos precios son equivalentes a una quinta parte del comercio regular. "El mercado abre de noche y mueve alrededor de 770.000 dólares al mes", señala Dewey.
Válvula de escape
En México, la incapacidad del país para generar empleos formales provocó sucesivas olas migratorias hacia Estados Unidos y lanzó a la gente a buscar empleos informales en la calle. "Mercados como el de Tepito son una válvula de escape tras sucesivas devaluaciónes, en 1982 y en 1994 y 1995, ésta última conocida como el 'efecto tequila'", recordó Carlos Alba Vega.
El barrio de Tepito y su mercado han dado acogida a indígenas, inmigrantes asiáticos, obreros, comerciantes formales e informales, pero también a asaltantes, contrabandistas y narcomenudistas. "En Tepito en particular, hay estructuras propias de control y de convivencia. Para mí estos lugares representan trincheras culturales, que en otros barrios se pierden, como la solidaridad, la identidad y el arraigo en la comunidad. Eso Tepito lo tiene. La exposición fotográfica, realizada en el Instituto Iberoamericano de Berlín, puede visitarse hasta el 5 de septiembre.