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"God save the Queen"

eu.4 de junio de 2002

El año de las celebraciones del jubileo dorado de la reina Isabel, ha estado opacado por tristezas. Los escándalos de los Windsor han minado la Corona británica, que vive un momento de indiferencia popular.

La Reina Isabel II de Inglaterra coronada a la edad de 25 años.Imagen: AP

Las bodas de oro en el trono del Reino Unido es una celebración agridulce para la reina Isabel, que aún llora las pérdidas de sus dos confidentes más cercanas, su hermana, la princesa Margarita y la Reina Madre, quienes murieron en un breve lapso a principios de año.

Los británicos, más interesados en presenciar el mundial de fútbol que en los festejos en el palacio de Buckingham, respetan a su soberana en la misma proporción en la que desconfían de su heredero, el príncipe Carlos.

Según un sondeo del Daily Telegraph, -periódico que no tiene perfil anti-monárquico- aunque los británicos consideran que la reina Isabel es una buena monarca, creen que es una mala madre y que está alejada del pueblo. El 75% piensa que la familia real es excesivamente grande y que recibe demasiado dinero.

Se estima que los Windsor cuestan a los contribuyentes alrededor de 40 millones de libras esterlinas -57 millones de dólares- al año. Expertos consideran que las reformas iniciadas durante la última década deben continuar. Por ejemplo, figuras menores de la familia real debieran salir del presupuesto y reducirse el número de propiedades inmobiliarias de los Windsor.

Amor, intrigas, poder y muerte.

Imagen: AP

La mala imagen de los Windsor durante los años ochenta y noventa dejó una huella indeleble. Los escándalos y peleas estuvieron a punto de hundir la monarquía en el célebre annus horribilis de 1992, cuando se separaron Carlos y Diana, Andrés y Sarah y para colmo ardió el castillo de Windsor. Ese año, la monarca británica celebró con amargura sus 40 años en el trono.

Pero el peor momento, cuando la monarquía se cimbró en lo más profundo, fue con la muerte de Diana, en el verano de 1997. Mientras que los británicos se ahogaban en lágrimas por la muerte de la "reina de los corazones", Isabel II quien se encontraba en su residencia estival de Balmoral, fue incapaz de reaccionar, de volver a Londres y ordenar que bajaran la bandera a media asta en el palacio de Buckingham en señal de duelo por la muerte de la madre de sus nietos Guillermo y Enrique.

La bandera sólo se iza si está la reina y ella no estaba en palacio. Los Windsor no cambiaron su agenda, mientras el país y buena parte del mundo sufría una conmoción histérica. La reina fue tildada de altanera y fría, alejada del sentir popular. Se dice que fue Tony Blair quien convenció a los Windsor de que no podían quedarse al margen del dolor del pueblo. Nunca antes la reina Isabel se había visto tan humillada.

La esperanza es el príncipe Guillermo

El heredero al trono, Carlos de Inglaterra es sin duda la figura más controvertida. Aunque su imagen desde su desastrozo matrimonio con Diana ha mejorado, se especula si podrá ó no casarse con el amor de su vida, la divorciada Camilla y si ésta podrá ser princesa.

Muchos británicos, convencidos de que el sueño republicano no tiene apoyo popular - sólo un 21% de la población favorece la proclamación de una república-, creen que el príncipe Guillermo, el primogénito de Carlos y Diana, es heredero de la seriedad de su abuela y la humanidad de su madre y es por ello la gran esperanza de la monarquía. Además, él es el único vínculo entre la realeza y las jóvenes generaciones que la ven como algo irrelevante.

Entre más jóvenes son los encuestados, mayor la indiferencia. Los niños británicos sienten más simpatía por la familia Simpson de las caricaturas, que por los Windsor. Por eso aumentan las voces que proponen que la reina abdique a favor del príncipe Guillermo, brincándose a Carlos, ó que el joven sea coronado Rey tras la muerte de ella. La reina descarta esta revolucionaria propuesta. Expertos coinciden en que la monarquía británica enterró su glorioso pasado junto con la Reina Madre, y que si no hace un esfuerzo por reformarse, su abolición será inevitable.

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