Londres: revisión judicial contra deportación de refugiados
8 de junio de 2022
ONG exigen revisión judicial contra el plan del primer ministro británico, Boris Johnson, de deportar a Ruanda a solicitantes de asilo, entre ellos menores no acompañados. “Ruanda es un país seguro”, afirma Johnson.
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La iniciativa ha sido puesta en marcha por el Sindicato de Servicios Públicos y Comerciales (PCS), la organización benéfica Care4Calais y el grupo de presión Detention Action, junto con cuatro solicitantes de asilo que enfrentan la expulsión al estado de África oriental, según 'The Guardian'.
Las organizaciones buscan saber, con esta acción, si Ruanda es "un tercer país seguro", así como las condiciones sanitarias del lugar, especialmente por la propagación de la malaria, así como la situación de los Derechos Humanos en la nación africano.
La organización benéfica para refugiados Care4Calais está actualmente involucrada en una disputa con el Ministerio del Interior sobre dos adolescentes a quienes se les emitieron ordenes de expulsión. Mientras que los niños dicen que tienen 16 años, el Ministerio del Interior, después de realizar evaluaciones de edad, afirma que tienen 23 y 26 años respectivamente.
Víctimas de la violencia en África entre los peticionarios de asilo
"Es esencial que se realicen evaluaciones de edad adecuadas antes de que se lleve a cabo cualquier deportación", declaró la organización benéfica en un comunicado. "Uno de los jóvenes de 16 años vio cómo mataban a su hermano frente a él cuando su pueblo fue asaltado en Sudán. Escapó y regresó más tarde para descubrir que todo el pueblo había desaparecido", añadió.
La organización benéfica contra la trata de personas Love146 UK también expresó su alarma por el sistema de evaluación de la edad del gobierno para los solicitantes de asilo. Su responsable de campaña, Daniel Sohege, aseguró al diario 'The Guardian' que la organización benéfica constata que niños "de tan solo 14 años siendo evaluados incorrectamente como 23".
El plan ya ha enfrentado varias acciones legales, como la presentada por el bufete de abogados 'InstaLaw', que afirma que el proyecto es contrario al Derecho Humanitario y a la convención de la ONU sobre los refugiados, además de infringir la ley británica de protección de datos.
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Londres ha "seleccionado" a 180 personas para mandarlas a Ruanda
Otra organización benéfica, Freedom for Torture, también se espera que se pronuncie legalmente, aunque ya lo hizo a través de las redes sociales al señalar a distintas aerolíneas que participaban en el traslado de los solicitantes de asilo.
Según confirmó el diario 'Daily Mail' esta semana, el Ministerio del Interior ha seleccionado a 130 personas para llevar a cabo la operación el próximo martes, aunque los abogados de 80 de ellos ya han presentado denuncias.
El acuerdo con Ruanda permitirá a las autoridades británicas enviar al país africano a los solicitantes de asilo que crucen el Canal de la Mancha. El acuerdo está dotado con 120 millones de libras --144 millones de euros-- y se centrará sobre todo en hombres sin cargas familiares que lleguen a Reino Unido a través de embarcaciones o camiones.
El año pasado, el Gobierno británico expresó su preocupación por las "continuadas restricciones a los derechos civiles y políticos y a la libertad de prensa" en Ruanda, en una intervención ante Naciones Unidas. No obstante, Johnson ha dicho de Ruanda que es uno de los países más seguros del mundo.
jov (efe, theguardian)
Día Mundial del Migrante: El campamento de refugiados Kakuma o "la nada"
Cada 18 de diciembre se recuerda a millones de migrantes. Kakuma, en Kenia, es uno de los campamentos más grandes del mundo, que acoge a desterrados por las guerras y el hambre desde hace 25 años. DW visitó dicho campo.
Imagen: DW/R. Klein
Cientos de miles de humanos en "la nada"
"Kakuma" quiere decir en kiswahili algo así como "la nada". Ubicado a unos 100 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur está en medio de una zona seca y cálida. Aquí viven, más mal que bien, unas 180.000 personas en cabañas o casas de adobe. Sus residentes huyen de la guerra o el hambre en Sudán y Sudán del Sur, Somalia, Uganda y otros países vecinos.
Imagen: Johanniter/Fassio
No paran de llegar refugiados, todos los días
Kakuma fue construido para albergar a 125.000 personas, pero desde su apertura no han parado de llegar personas en busca de refugio. Cada mes se suman unas mil o dos mil personas. Teresa Akong Anthony, en la imagen, vino desde el sur de Sudán hace dos semanas. Ahora espera a la sombra de una choza que ella y sus tres hijos sean registrados como refugiados. La temperatura hoy es de 37 grados.
Imagen: DW/R. Klein
¿Nacionalidad? Refugiado
Kakuma está lleno de jóvenes: más del 60 por ciento de los habitantes tienen menos de 17 años de edad. Muchos han nacido o se han criado en el campo. Para ellos, la palabra "casa" es difícil de definir. A menudo, no tienen ninguna relación con su país de origen, pero tampoco son kenianos. Se trata de jóvenes nacidos como refugiados.
Imagen: DW/R. Klein
Madre malnutrida, bebé malnutrido
Kandida Nibigira huyó de la violencia en Burundi hace tres años. Aquí vive con sus ocho hijos en una choza de barro. La vida para toda la familia es un inmenso reto diario: temperaturas alrededor de los 40 grados, suelo muy seco y poca comida. "Comemos sólo una vez al día", dice esta mujer de 38 años de edad, que intenta dar pecho a su hijo, a pesar de su propia malnutrición.
Imagen: DW/R. Klein
No hay suficiente dinero para la comida
En este campo de refugiados operado por ACNUR se distribuyen alimentos unas dos veces al mes. Si los residentes muestran su tarjeta de racionamiento, reciben aceite, mijo, frijoles, maíz fortificado y jabón. Debido a que no hay suficiente dinero disponible, las raciones de diciembre se redujeron a la mitad. La comida debe ahora alcanzar para todo un mes.
Imagen: DW/R. Klein
El hambre desespera
Hacer colas para recibir las respectivas raciones demora hasta cinco horas. Los trabajadores son aislados por una malla de alambre para protegerlos de la violencia que puede surgir ante la desesperación de la escasez y el hambre.
Imagen: DW/R. Klein
Un campamento convertido en “ciudad”
Además de las tarjetas de racionamiento, los residentes del campo obtienen vales que pueden canjear en ciertas tiendas. En los últimos 25 años, Kakuma se ha convertido en una pequeña ciudad. En el mercado se compran y venden cosas de uso cotidiano: alimentos, herramientas, artículos eléctricos o tarjetas SIM.
Imagen: DW/R. Klein
Mucha gente, poco trabajo
Los refugiados en Kakuma sólo pueden trabajar con un permiso especial, pero hay poco trabajo. Algunos trabajan para organizaciones benéficas. Para aumentar sus posibilidades laborales, hay proyectos individuales de formación. Aquí, tanto los refugiados como la población local pueden formarse en carpintería, electricidad y costura.
Imagen: DW/R. Klein
Sin familia ni educación
"Quiero ser una enfermera," dice Kamuka Ismali Ali, quien huyó de la guerra en el sur de Sudán. "Todavía no sé si mi familia vive”. Kamuka, de 20 años de edad, asiste a una escuela en Kakuma y quiere graduarse. "Cuando la guerra termine, ansío poder volver a ver a mi familia y ayudarla".
Imagen: DW/R. Klein
Integración: auto-sustento y convivencia
Gracias a la ayuda internacional, los habitantes de este campo de refugiados pueden recibir la atención más urgente. Debido a que Kakuma crece todos días y los refugiados son separados de la población local, unas 60.000 personas serán reubicadas en otro nuevo campo, a unos 20 kilómetros de distancia. La idea es promover el auto-sustento de los refugiados y la convivencia con locales.