Greenpeace cumple 40
15 de septiembre de 2011
La organización ecologista Greenpeace fue fundada en Canadá un 15 de septiembre de 1971. Daniel Mittler, director político de Greenpeace, dice que los problemas que acosan a nuestro planeta son cada vez más acuciantes. Si bien la ecología y la sostenibilidad se han convertido en asuntos prioritarios, la necesidad de que organizaciones como Greenpeace presionen a la clase política a tomar medidas y animen a la gente a cambiar sus modelos de consumo es mayor que nunca.
Daniel Mittler también habla sobre el cambiante panorama mediático y el desafío de lograr atraer la atención de la opinión pública, así como de la firme voluntad de Greenpeace de trabajar con total independencia, sin fondos de la industria ni de ningún gobierno. Y, por supuesto, sobre un tema clave: el cambio climático.
Deutsche Welle: Se cumplen 40 años de la fundación de Greenpeace International. ¿Qué diría usted que cambió en estos años, en primer lugar, en cuanto a la importancia de los temas concernientes al medioambiente?
Daniel Mittler: Hace 40 años, muchos nos calificaban de raros y hasta de locos. Lo que cambió es que el medioambiente y el desarrollo sostenible ya no son temas que ocupan a unos pocos. Se han transformado en temas mayoritarios. Hace 20 años, los gobiernos decían que creían en el desarrollo sostenible. Lo que no ha cambiado es que, a menudo, sólo se trata de palabras y buenas intenciones, pero no de hechos. Y se necesitan grupos como Greenpeace para encontrar soluciones y para movilizar a la gente a que busque alternativas necesarias para poder vivir en un planeta verde y pacífico.
¿En qué medida cree que Greenpeace ha cambiado como organización, y cómo ha evolucionado en los últimos 40 años?
Hace 40 años, cuando comenzamos nuestra labor en Vancouver, éramos un grupo pequeño. Actualmente, contamos con alrededor de 2.500 empleados en todo el mundo. Una de nuestras oficinas más grandes está en Pekín, China. Eso refleja los grandes cambios que se han producido en el mundo. En medio de esos cambios, en definitiva, lo más importante es lo que mueve a Greenpeace, es decir, la pasión. Todavía seguimos dependiendo de los voluntarios en todo el mundo. La gente está dispuesta a salir al frente, a decir “basta, necesitamos otro tipo de progreso, una forma diferente de hacer las cosas para que nuestros hijos y nuestros nietos sobrevivan.” Eso es lo que no ha cambiado en estos 40 años. Desde el comienzo, utilizamos las nuevas técnicas mediáticas, llamadas entonces “bombas mentales”. Y también usamos deliberadamente los medios en nuestra primera expedición contra las pruebas nucleares costa afuera en Canadá. Pero, hoy en día, usamos los nuevos medios, como el Internet y videos en Youtube para poner bajo presión a empresas como Nestlé o Volkswagen. La esencia de todo eso es la pasión, y la creencia en que pequeños grupos de personas, si se unen y encuentran apoyo en la sociedad, pueden cambiar la política y, con ella, el futuro.
Hay una gran cantidad de otros grupos ecologistas en acción. ¿Cómo ve a Greenpeace en relación a ellos?
Greenpeace es especial. Somos completamente independientes, dependemos únicamente de fondos donados por la gente, por personas que creen en lo que hacemos. No aceptamos dinero de corporaciones, ni de gobiernos, de modo tal que Greenpeace es única, y estamos orgullosos de nuestra independencia. Pero siempre trabajamos con gente que apoya los objetivos por los cuales luchamos. No tenemos ni enemigos ni amigos permanentes. Trabajamos con la industria, si hace las cosas bien. Recientemente elogiamos a PUMA, Adidas y Nike, por ejemplo, por su compromiso en eliminar, hasta 2020, componentes químicos peligrosos de su proceso de producción. Lo mismo vale para otras ONGs. Cooperamos exitosamente en las negociaciones internacionales sobre cambio climático con otras ONGs, por ejemplo, con la Red de Acción Climática, con otras asociaciones, como el “Llamado Global de Acción Climática”, del que nuestro director ejecutivo es presidente. Nuestra labor la realizamos siempre con otros. Sabemos que no podemos tener éxito si sólo una voz se alza por el cambio que necesitamos. Pero también estamos orgullosos del papel especial que tenemos, y de la independencia de nuestra voz.
¿Cuáles son los desafíos más importantes que nos esperan, y qué es lo que, según su opinión, se debe resaltar en este 40º aniversario?
El mayor desafío que debemos enfrentar es, sin duda, el del cambio climático, porque es el cambio climático el que está destruyendo nuestros océanos, nuestros bosques, y está minando las posibilidades de supervivencia de millones de personas en el mundo, que, por ejemplo, dependen de la agricultura, que se vuelve imposible debido a las modificaciones de las que somos testigos. Pero el problema del cambio climático es que nuestra forma de vida -nuestro uso de la energía, del transporte- contribuye muchísimo a que el problema empeore. Y esa es una lucha constante que se debe abordar desde la política, pero también desde la acción directa. Con frecuencia, la gente se siente impotente, y se pregunta “¿qué puedo hacer?” Y estamos aquí para mostrarles que es posible adoptar una posición. Decir, por ejemplo, que el petróleo del Ártico es algo que no podemos permitirnos extraer, y que hay otras alternativas.
Entrevista: Irene Quaile (Cristina Papaleo)
Editora: Emilia Rojas-Sasse