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Greenweek: las ciudades y el (mal) aire

Mirra Banchón 7 de junio de 2013

Para el 2050, 3,5 millones de habitantes urbanos podrían morir afectadas por el aire que respiran. ¿Cómo enfrentan el problema ciudadanos y autoridades en ciudades como México D.F. o, o en España, Vitoria-Gateiz?

Brüssel GreenweekImagen: DW/M. Banchón

“Cuando comenzaron a morirse los pájaros, nos dimos cuenta que urgía actuar”, contaba durante la Greenweek en Bruselas María Delgado Peralta, directora general de la Secretaría del Convenio Global de Ciudades sobre el Clima. “Teníamos en el año, ocho días con aire respirable”, afirma Delgado, quien en la década de los noventa del siglo pasado fuera secretaria de Medio Ambiente de Ciudad de México. Con el plan “Hoy no circula”, cada día de la semana se dejó fuera de circulación a un 20% de automóviles y se sacó del casco urbano a las industrias.

Datos alarmantes

Las cifras de la Organización Mundial de la Salud son elocuentes. La polución urbana es responsable de 1,3 millones de muertes prematuras al año; para el 2050 será el mayor causante de mortalidad a nivel mundial y podría costar 3,6 millones de vidas anuales. El origen está en los niveles de partículas de ceniza, hollín y metales (PM10), el ozono (O3), el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre (SO2) y el monóxido de carbono (CO) provenientes de los automóviles, la combustión doméstica y la industria.

El informe más reciente de la OMS (2012) muestra que sólo el 2% de la población urbana global vive en entornos con niveles de concentración de PM10 aceptables (por debajo de los 20 micrómetros por metro cúbico). Aproximadamente el 70% de la población urbana en países desarrollados está expuesta a concentraciones de PM10 superiores a los 70 micrómetros/m³. El aumento de enfermedades respiratorias, el asma y las obstrucciones pulmonares y las bronquitis crónicas son efectos palpables. Y la perspectiva no es buena si no se toma medidas contundentes, ahora mismo.

En 2013 la conferencia Greenweek, en Bruselas, estuvo concentrada en la poluciónImagen: DW/M. Banchón

En el “año del aire” y anticipándose a la introducción de una nueva directiva que pretende bajar los niveles permitidos de contaminantes a nivel europeo en septiembre de 2013, en la Greenweek Bruselas, México D.F., Pekín, Londres, Estocolmo y Nantes expusieron sus experiencias. Iniciativas internacionales voluntarias como el Pacto Climático Global de Ciudades (Pacto de Ciudad de México) o el premio a la “Ciudad Verde Europea” han sido producto de la necesidad de actuar en contra del aire negro de las ciudades. Y si bien es innegable que la industria aporta lo suyo, al ciudadano y al transporte diario les corresponde buena parte.

México, un ejemplo

Veinte años después de que se empezara a tomar medidas drásticas, según Delgado Peralta, México D.F. cuenta con 237 días de aire respirable. “Y querríamos llegar a los 365”, agrega. Esta megaciudad de más de 9 millones de habitantes (según el Censo de 2010) y 5 millones de automóviles fue presentada en Bruselas como modelo de “buenas prácticas”.

“Por un lado es un reconocimiento a la ciudad por estar trabajando durante 20 años de manera sistemática sin parar y con gran apoyo de los ciudadanos. Líneas de metro, ocho mil autobuses con nuevas tecnologías, ocho autobuses híbridos, renovación de la flotilla de taxis: todo esto acompañado de la medida de prohibición de circular. Bicicletas públicas y ciclovías pretenden facilitar al ciudadano el transporte menos distante.

Martha Delgado Peralta, directora general de la Secretaría del Convenio Global de Ciudades sobre el ClimaImagen: DW/M. Banchón

“Pero sostener estos logros es difícil. Justo ahora la ciudad está sufriendo precontigencia del aire y el tema muy polémico, porque la mayoría –aunque respeta la directiva del “hoy no circula”- no quiere esa política otra vez”, explica a DW Delgado Peralta, reconociendo que el ciclista en la ciudad –si bien en menor escala que en Barcelona o París- también se enfrenta a problemas de seguridad. Además, “necesitamos otra campaña de convencimiento, porque a pesar de lo beneficioso que resulta, a la gente no le gusta mucho moverse en bicicleta cuando llueve”.

La lluvia no es un argumento válido para Javier Maroto, alcalde de Vitoria-Gasteiz, capital verde europea en 2012. “Amsterdam y Copenhague son las líderes internacionales de la movilización en bicicleta. Y llueve y hace frío”, dice a DW en Bruselas, una ciudad que -con sus áreas verdes y sus propuestas de movilidad alternativas a pesar de su mucha lluvia- aspira a green capital para el 2014.

Un trabajo de décadas

“Una capital verde no nace en un día, requiere décadas de trabajo, de equipos técnicos muy involucrados que han diseñado un plan estratégico perdurable, de que todos los partidos políticos se unan para que suba quien suba de alcalde asuma el plan. Y de que haya implicación de los colectivos ciudadanos”, explica el representante de una ciudad que está orgullosa de tener 300m² de área verde por habitante.

“Una ciudad verde no lo es porque lo quiera el alcalde, sino porque lo quieren los ciudadanos”, dice Maroto orgulloso de que el número de bicicletas se haya multiplicado en Vitoria-Gasteiz por siete en los últimos diez años. Y de que sean los propios ciudadanos los encargados de plantar 250.000 árboles –una medida para absorber y reducir las emisiones nocivas.

Javier Maroto, alcalde de Vitoria-Gasteiz, "ciudad verde europea" en 2012Imagen: DW/M. Banchón

Así, el ejemplo de Vitoria –con sus 250.000 habitantes- es exportable, opina su alcalde. “Teniendo en cuenta que Vitoria es de tamaño medio y que el 80% de los europeos viven en ciudades de tamaño medio, lo que se ha hecho bien en Vitoria se puede aplicar al 80% de la población europea”, explica. Pero no sólo: muchos representantes de ciudades de fuera de la UE acudieron en 2012 a la pequeña ciudad vasca para ver cómo lo había logrado.

¿Cuestión de tamaño?

Delgado explica por su parte que “para una megaciudad es muy difícil probar por primera vez algo, porque el impacto afecta a millones de personas. Por eso, cuando estábamos haciendo el plan verde de México, copiamos el busrapid de Curitiba, la ciclovía de Bogotá, la recuperación del río de Seoul, el bikesharing de Barcelona”.

A pesar de la diferencia entre ambas urbes, los expertos coinciden en que para lograr la reducción de emisiones se requiere del convencimeinto ciudadano. Y para ello, mientras más concreta y más cercana al ciudadano esté la campaña, más se implica. Según Delgado, “no vale hablar de medio ambiente eso está muy lejos. Hay que hablar del aire que respiran para lograr los cambios que queremos en los hábitos de los ciudadanos”, corresponsables del aire que respiran hoy y del que respirarán las generaciones venideras mañana.

Imponer a la industria niveles más bajos de emisión y convencer al ciudadano de cambiar su consumo forman el camino hacia un aire más limpio.Imagen: DW/M. Banchón

Autora: Mirra Banchón
Editora: Claudia Herrera Pahl

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