¿Guantes de seda para Grecia?
9 de junio de 2011La canciller alemana, Angela Merkel, y su ministro de Hacienda, Wolfgang Schäuble, pasaron la noche del miércoles (8.6.2011) procurando convencer a sus socios en el Gobierno de coalición sobre la conveniencia de reestructurar la deuda griega “suavemente” y aprobar un segundo paquete de ayuda para el país mediterráneo. La propuesta de Schäuble contempla un auxilio económico complementario de por lo menos 90.000 millones de euros para “cerrar los agujeros financieros e impedir la insolvencia” de Grecia.
La posibilidad de lanzar otro salvavidas para rescatar a Atenas será sometida a votación en el Parlamento alemán este viernes (10.6.2011) antes de que Schäuble la defienda frente a sus homólogos europeos el 20 de junio y Merkel haga lo mismo en la cumbre comunitaria cuatro días después. La labor de persuasión promete ser ardua; y es que, aunque las alternativas escasean, el plan de Schäuble para evitar “la primera bancarrota en la zona euro” ha sido recibida con resistencia y escepticismo, tanto en Alemania como en el resto de la UE.
Involucrando a los acreedores privados
Los finlandeses y los neerlandeses exigen mayores garantías antes de que se le inyecte más dinero a la economía griega, y los franceses pusieron el grito en el cielo cuando el ministro alemán de Hacienda sugirió involucrar a acreedores privados, es decir, sobre todo a los bancos, en los programas de auxilio económico para Grecia. “Cada nueva ayuda financiera que reciba Grecia ha de ser repartida justamente entre los contribuyentes y los inversionistas privados”, insistió Schäuble, acotando que los últimos deben hacer una aportación “sustancial”.
La proposición de Schäuble luce justa porque promete repartir el peso de la crisis griega entre un mayor número de hombros. Pero la mayor parte de la ayuda para Grecia seguirá saliendo del bolsillo de los contribuyentes europeos si se implementa su plan. Después de todo, la mayoría de los bonos del Estado griego están en manos de bancos públicos y no en las de entidades privadas. De hecho, según los expertos, el Banco Central Europeo posee bonos del Estado griego valorados en alrededor de 40.000 millones de euros.
Una reestructuración “suave”
Schäuble también ha instado a que a Grecia se le permita pagar los créditos muchos años después de haberlos recibido y pagando intereses muy inferiores a los fijados originalmente, enfatizando que esa es otra razón por la cual se debe incluir a acreedores privados en los programas de auxilio económico para ese país. En contra de esta idea se han manifestado nada menos que la ministra francesa de Hacienda y candidata a la jefatura del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, y el propio presidente del Banco Federal Alemán, Jens Weidmann.
A sus ojos, los bancos involucrados en un programa semejante pueden verse en serias dificultades, sobre todo si Estados como el portugués y el irlandés terminan haciendo exigencias similares apoyándose en el antecedente griego. Lo que Schäuble y Merkel perciben como una oportunidad –la canciller opina que reestructuraciones “duras” pueden tener efectos negativos sobre países en recuperación como España y Bélgica–, es visto por otros como un paso demasiado riesgoso.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa
Editor: Pablo Kummetz