Haití recuerda con ira y amargura diez años del terremoto
12 de enero de 2020
Haití recuerda a las más de 200 mil personas que murieron en el terremoto del 12 de enero de 2010, con dolor, ira y amargura por la fallida reconstrucción, la corrupción y la continua inestabilidad política.
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Miles de haitiano acudieron en masa a las iglesias del país para celebrar misas en memoria de las víctimas. El presidente de Haití, Jovenel Moïse, acompañado de miembros de su Gobierno y con presencia de diplomáticos extranjeros, participó en una entrega floral a las afueras de la capital, Puerto Príncipe, donde están enterrados miles de los fallecidos en el terremoto.
Cuando Moïse apareció, un grupo de manifestantes antigubernamentales se acercó para protestar, una muestra del inconformismo entre la sociedad por los fracasos del gobierno y de los grupos de ayuda internacional desde el devastador terremoto de hace 10 años. Durante unos 35 largos segundos, un terremoto de magnitud 7 transformó la capital, Puerto Príncipe, y las ciudades cercanas de Gressier, Leogane y Jacmel en ruinas polvorientas, matando a más de 200.000 personas e hiriendo a otras 300.000.
Más de 1,5 millones de haitianos quedaron sin hogar, dejando a las autoridades de la isla y a la comunidad humanitaria internacional ante un desafío colosal en un país que carece de un registro de tierras o de reglas de construcción. "Ha sido una década perdida, totalmente perdida", dijo el economista haitiano Kesner Pharel a la AFP.
"La capital no ha sido reconstruida, pero nuestra mala gobernanza no es responsabilidad exclusiva de las autoridades locales; a nivel internacional no hemos visto un mecanismo para administrar la ayuda que permita que el país se beneficie". Los miles de millones de dólares prometidos por los donantes internacionales en las semanas posteriores a la catástrofe parecen haberse desvanecido, alimentando la amargura de los sobrevivientes que están hoy expuestos a los mismos peligros que existían antes del terremoto.
"El país nunca fue reconstruido”
"Diez años después, vemos una concentración aún mayor de personas en el área metropolitana", señaló Pharel. "Si tuviéramos un terremoto de la misma magnitud, los resultados serían los mismos, ya que no hubo seguimiento en la mayoría de las casas reconstruidas". "El país nunca fue reconstruido y estamos de vuelta en el punto de partida", aseguró. El terremoto destruyó cientos de miles de hogares, así como edificios administrativos y escuelas, sin mencionar el 60% del sistema de salud.
Una década después, la reconstrucción del hospital principal del país sigue estando incompleta, y las organizaciones no gubernamentales luchan para compensar las muchas deficiencias del Estado. "Tras el terremoto, vimos un gran flujo de casos de politraumas, con un número enorme de heridas. Ahora tuvimos que reabrir el centro de trauma, aunque las heridas ahora no tienen el mismo origen y, desafortunadamente, más del 50% de los heridos que vemos ahora son víctimas de disparos", dijo Sandra Lamarque, jefa de misión de Médicos Sin Fronteras en Haití.
Haití se ha visto también afectado por una grave crisis sociopolítica. En el verano boreal de 2018, los escándalos de corrupción que implican al presidente Moïse y a todos los gobiernos posteriores al terremoto provocaron una fuerte y violenta reacción. Las protestas han sido protagonizadas sobre todo por jóvenes -más de la mitad de los habitantes de Haití son menores de 30 años- que viven con pocas posibilidades de empleo en un país marcado por una creciente inseguridad en medio de frecuentes enfrentamientos entre pandillas armadas.
Las manifestaciones antigubernamentales se extendieron a ciudades de todo el territorio, paralizando la vida cotidiana entre septiembre y diciembre del año pasado. La debilidad estatal, expuesta al mundo tras el terremoto, solo ha crecido: las elecciones a la Asamblea Nacional previstas para noviembre simplemente no se llevaron a cabo, lo que significa que el mandato de la cámara baja expirará el lunes. Sin un parlamento que funcione, el presidente Moïse, quien es fustigado no solo por sus opositores políticos sino por una gran parte de la población civil, ahora tendrá la posibilidad de gobernar por decreto.
jov (afp, ZDFheute)
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Haití, entre el caos y los intentos de resurgir
Tras el devastador terremoto de Haití en enero de 2010, las donaciones fluyeron en miles de millones. Diez años después, la pobreza y la corrupción dominan los titulares del Estado caribeño. Pero hay esperanza de cambio.
12 de enero de 2010, poco antes de las 5 de la tarde: La tierra tiembla en el pequeño país que comparte la isla con República Dominicana. Intesidad de 7.0 en la escala de Richter. En algunos lugares se derrumbó el 90% de los edificios. Al menos 200.000 personas mueren y más de un millón se quedan sin hogar. Con 6.600 millones de dólares, los daños superan el producto interno bruto del país.
Imagen: AP
Catástrofe en el país de las crisis
Enero de 2011: Cruces en una fosa común cerca de la capital Puerto Príncipe. El terremoto golpeó a un país ya de por sí en crisis: en 2010, Haití era -y sigue siendo- el país más pobre del hemisferio occidental, sufriendo de sobrepoblación y corrupción. Los desastres naturales no son raros. Una epidemia de cólera que siguió al terremoto mató a miles de personas más.
Imagen: A.Shelley/Getty Images
Solidaridad global
Un momento de diversión en un campamento para víctimas del terremoto, construido en 2010 con la ayuda de la ONU, ONGs y particulares: el dinero fluyó desde todo el mundo para la reconstrucción. A nivel local, muchas organizaciones de ayuda han hecho un trabajo eficaz, construyendo casas, por ejemplo, dice a DW Bert Hoffmann, politólogo del Instituto Leibniz de Estudios Globales (GIGA).
Imagen: AP
Ayuda que destruye
Las donaciones de alimentos de Estados Unidos ayudaron a los afectados a corto plazo, explica Hoffmann. "Pero a largo plazo, el arroz gratis de EE.UU. ha llevado a los productores de arroz de Haití a una masiva bancarrota. Este tipo de ayuda no ha creado estructuras sostenibles para el país y ha aumentado la dependencia".
Imagen: AP
La crisis después de la crisis
Esperando trabajo: diez años después del terremoto, la calidad de vida de la mayoría de los haitianos ha empeorado. Más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza de 2 dólares estadounidenses al día. Según la ONG alemana “Welthungerhilfe”, el 35% depende de las donaciones de alimentos. La ONG Médicos sin Fronteras demanda una atención médica básica adecuada.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/R. Blackwell
Protestas mortales
El desempleo masivo, la inflación, el crimen y el nepotismo han llevado a los haitianos a las calles durante el último año y medio, como aquí en noviembre de 2019, donde los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes cobraron muchas vidas. "El peligro de una guerra civil está creciendo en Haití", advierte Pirmin Spiegel, director general de Misereor, una organización alemana.
Imagen: imago images/Agencia EFE/J. M. Herve
El presidente Moïse no quiere irse
Jovenel Moïse (centro), ocupa el cargo desde febrero de 2017. Entre otras cosas, se le acusa de haber malversado miles de millones de un fondo de solidaridad venezolano. Pero él se niega a renunciar. Cuando el parlamento se reúna de nuevo este 13 de enero, el mandato de la mayoría de los miembros habrá expirado, y Moïse podría teóricamente gobernar por decreto.
La oposición está fragmentada, pero los activistas quieren seguir luchando por el cambio. "Necesitamos un gobierno que responda a nuestras necesidades", dice Rese Domini (foto), de 31 años, de la organización MONEGAF. La activista Velina Charlier, de 39 años, le dijo a DW en diciembre que pidió "la renuncia de Moïse, un proceso anticorrupción y un cambio radical del sistema".
Imagen: Reuters/V. Baeriswyl
"Europa calla "
Mientras tanto, las organizaciones de ayuda humanitaria hacen un llamamiento a la comunidad internacional para que actúe. La ayuda alimentaria debe dar prioridad a los productos locales "para impulsar la economía nacional", declaró Welthungerhilfe en noviembre. Alemania y la Unión Europea también deben trabajar por un cambio político en Haití, exigió el director de Misereor.
Diciembre 2019, Puerto Príncipe: Dos amigos en la playa. La crisis actual no debe ocultar el hecho de que hay "muchas estructuras familiares y locales en Haití que funcionan", dice el politólogo Hoffmann. El Estado caribeño no es "un infierno en la tierra". Es un país muy pobre, pero generalmente pacífico y con una gran cultura. (jov/eal)