Haití se despide con protestas de asesinado presidente Moïse
23 de julio de 2021
La ceremonia se vio marcada por disparos y gases lacrimógenos que obligaron a algunas delegaciones a abandonar el acto o guarecerse en vehículos. La viuda exigió justicia.
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El funeral del asesinado presidente de Haití, Jovenel Moïse, tuvo lugar este viernes (23.07.2021) en medio de manifestaciones y el sonido de disparos que pusieron en aprietos a las fuerzas de seguridad encargadas de mantener el orden, en un acto al que concurrieron dirigentes y políticos de distintos países, además de la viuda del mandatario, que apareció por primera vez en público tras el asesinato.
Los disparos obligaron a la abrupta salida del lugar de la delegación estadounidense, mientras otros dignatarios buscaron refugio en vehículos. El funeral de estado tuvo lugar en la ciudad de Cabo Haitiano y tenía como fin fomentar la unidad nacional, pero las protestas muestran el profundo abismo que separa a la sociedad haitiana, lo que quedó reflejado el 7 de julio, cuando unos hombres armados ingresaron sin oposición a la casa del mandatario, disparándole en repetidas ocasiones.
Durante la homilía por Moïse, se sintieron los gases disparados por la Policía en el punto en el que se celebraban las exequias, que dista unos 500 metros de la entrada de la residencia familiar que acogió el funeral. Los disparos se hicieron más evidentes al concluir el acto, en ráfagas de no menos de seis disparos cada vez, que la Policía hacía para abrir paso a las numerosas comitivas que salían de la finca.
"Abandonado y traicionado”
El foco de la tensión en esta jornada se concentró en las inmediaciones del punto donde se desarrollaba la ceremonia. En su discurso, la primera dama, Martine Moïse, quien resultó herida de bala en el ataque, pidió justicia para el asesinado presidente. "Fuiste abandonado y traicionado. Tu asesinato expuso la fealdad y cobardía", dijo.
La mujer aseguró que "el mayor pecado" de Moïse fue "amar a su país. Defender a los más débiles frente a la codicia de otros". "Fuiste brutalmente asesinado. Se ha conspirado contra ti. Te odiaban, te lanzaron veneno", dijo Martine visiblemente afectada. Afirmó que "las aves de rapiña" que mataron a su marido "siguen corriendo por las calles. Ni siquiera se esconden. Están ahí observándonos y escuchándonos".
El ataúd, cubierto por la bandera nacional y la banda presidencial, estaba expuesto en una explanada adornada de flores. Los restos eran custodiados por soldados de las Fuerzas Armadas de Haití. Con el rostro cubierto por una mascarilla con una foto de su marido, la viuda se inclinó sobre el ataúd. Representantes de delegaciones extranjeras, del cuerpo diplomático y miembros del gobierno se turnaron para ofrecerle el pésame, en un funeral abierto que podía ser visto desde grandes pantallas desplegadas alrededor.
Ariel Henry, el nuevo primer ministro, quien asumió el cargo el martes, ha prometido llevar ante la justicia a los responsables del asesinato, así como restablecer el orden para organizar las elecciones exigidas por la población y la comunidad internacional. Haití actualmente no tiene un Parlamento en funcionamiento y cuenta solo con un puñado de senadores electos. El gobierno interino no tiene presidente.
DZC (EFE, AFP)
Haití, entre el caos y los intentos de resurgir
Tras el devastador terremoto de Haití en enero de 2010, las donaciones fluyeron en miles de millones. Diez años después, la pobreza y la corrupción dominan los titulares del Estado caribeño. Pero hay esperanza de cambio.
12 de enero de 2010, poco antes de las 5 de la tarde: La tierra tiembla en el pequeño país que comparte la isla con República Dominicana. Intesidad de 7.0 en la escala de Richter. En algunos lugares se derrumbó el 90% de los edificios. Al menos 200.000 personas mueren y más de un millón se quedan sin hogar. Con 6.600 millones de dólares, los daños superan el producto interno bruto del país.
Imagen: AP
Catástrofe en el país de las crisis
Enero de 2011: Cruces en una fosa común cerca de la capital Puerto Príncipe. El terremoto golpeó a un país ya de por sí en crisis: en 2010, Haití era -y sigue siendo- el país más pobre del hemisferio occidental, sufriendo de sobrepoblación y corrupción. Los desastres naturales no son raros. Una epidemia de cólera que siguió al terremoto mató a miles de personas más.
Imagen: A.Shelley/Getty Images
Solidaridad global
Un momento de diversión en un campamento para víctimas del terremoto, construido en 2010 con la ayuda de la ONU, ONGs y particulares: el dinero fluyó desde todo el mundo para la reconstrucción. A nivel local, muchas organizaciones de ayuda han hecho un trabajo eficaz, construyendo casas, por ejemplo, dice a DW Bert Hoffmann, politólogo del Instituto Leibniz de Estudios Globales (GIGA).
Imagen: AP
Ayuda que destruye
Las donaciones de alimentos de Estados Unidos ayudaron a los afectados a corto plazo, explica Hoffmann. "Pero a largo plazo, el arroz gratis de EE.UU. ha llevado a los productores de arroz de Haití a una masiva bancarrota. Este tipo de ayuda no ha creado estructuras sostenibles para el país y ha aumentado la dependencia".
Imagen: AP
La crisis después de la crisis
Esperando trabajo: diez años después del terremoto, la calidad de vida de la mayoría de los haitianos ha empeorado. Más de la mitad de la población vive por debajo del umbral de pobreza de 2 dólares estadounidenses al día. Según la ONG alemana “Welthungerhilfe”, el 35% depende de las donaciones de alimentos. La ONG Médicos sin Fronteras demanda una atención médica básica adecuada.
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Protestas mortales
El desempleo masivo, la inflación, el crimen y el nepotismo han llevado a los haitianos a las calles durante el último año y medio, como aquí en noviembre de 2019, donde los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes cobraron muchas vidas. "El peligro de una guerra civil está creciendo en Haití", advierte Pirmin Spiegel, director general de Misereor, una organización alemana.
Imagen: imago images/Agencia EFE/J. M. Herve
El presidente Moïse no quiere irse
Jovenel Moïse (centro), ocupa el cargo desde febrero de 2017. Entre otras cosas, se le acusa de haber malversado miles de millones de un fondo de solidaridad venezolano. Pero él se niega a renunciar. Cuando el parlamento se reúna de nuevo este 13 de enero, el mandato de la mayoría de los miembros habrá expirado, y Moïse podría teóricamente gobernar por decreto.
La oposición está fragmentada, pero los activistas quieren seguir luchando por el cambio. "Necesitamos un gobierno que responda a nuestras necesidades", dice Rese Domini (foto), de 31 años, de la organización MONEGAF. La activista Velina Charlier, de 39 años, le dijo a DW en diciembre que pidió "la renuncia de Moïse, un proceso anticorrupción y un cambio radical del sistema".
Imagen: Reuters/V. Baeriswyl
"Europa calla "
Mientras tanto, las organizaciones de ayuda humanitaria hacen un llamamiento a la comunidad internacional para que actúe. La ayuda alimentaria debe dar prioridad a los productos locales "para impulsar la economía nacional", declaró Welthungerhilfe en noviembre. Alemania y la Unión Europea también deben trabajar por un cambio político en Haití, exigió el director de Misereor.
Diciembre 2019, Puerto Príncipe: Dos amigos en la playa. La crisis actual no debe ocultar el hecho de que hay "muchas estructuras familiares y locales en Haití que funcionan", dice el politólogo Hoffmann. El Estado caribeño no es "un infierno en la tierra". Es un país muy pobre, pero generalmente pacífico y con una gran cultura. (jov/eal)