Parecen emociones contrapuestas: el miedo y el placer, pero, en realidad, van de la mano. Ann-Christin Herbe, reportera de DW, analiza por qué a los fanáticos del horror les encanta sentir miedo.
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"¡Dios mío, no quiero pasar por ahí! Pero tampoco puedo quedarme aquí parada…" El corazón me palpita con fuerza, tengo la boca seca y una niebla densa me oculta el camino a seguir. La música de suspenso que emana de los altavoces eleva la tensión que siento. Doy un paso hacia la niebla y… de repente, emerge ante mí, vociferante, un mutante de brillantes ojos. Doy un alarido y salgo corriendo.
El mutante es uno de los 280 monstruos del "Halloween Horror Show” del Parque Cinematográfico de Bottrop que vagan por el recinto para asustar a los visitantes. Aparte de los entes errantes, hay también casas del horror, diseñadas específicamente para confrontar al visitante con sus peores miedos. Casi me da un ataque de nervios mientras espero en la fila para "disfrutar” de una de esas atracciones. En cambio, la gente que hay a mi alrededor parece feliz de sentir miedo. ¿Cómo es posible dejarse asustar voluntariamente y, además de ello, disfrutar?
El juego del miedo y la emoción
Esta es la respuesta de los psicólogos a mi pregunta: el placer de sentir miedo. A primera vista, parecen dos emociones contrapuestas. En realidad, solemos hablar de una mezcla de sentimientos. En los momentos de placer y miedo, algo nos sume en el pánico y, poco después, nos damos cuenta de que no estamos en peligro en absoluto”, dice el psicólogo Peter Walschburger, de la Universidad Libre de Berlín y miembro de la Sociedad alemana de Psicología. El origen de esta mezcla de sensaciones está profundamente enraizado en el hombre. El miedo tiene como objetivo la supervivencia, nos advierte del peligro, mientras que el deseo de emoción y placer asegura la reproducción. Pero, para poder sentir el placer y el miedo como adolescentes y adultos, tiene que haberse creado en la primera niñez algún tipo de desconfianza hacia un mundo seguro. "Dependiendo de la manera en que la persona viviera la confianza en su niñez, estará más o menos abierta a nuevas experiencias en su vida adulta”, dice Walschburger.
Huir o luchar
El psicólogo pone como ejemplo un paseo por el bosque al caer la tarde para explicar lo que sucede en el cerebro. "Usted es de por sí una persona algo nerviosa y, de repente, nota un movimiento serpenteante entre el follaje”, plantea Walschburger. Una estructura del sistema límbico, responsable cerebral de la elaboración de las emociones, nos da una señal de alarma: ¡cuidado, peligro! ¡una serpiente! Ello conduce rápidamente y sin mayor reflexión al impulso de huida o al de ataque. Pero, a algunas personas, el hipocampo les permite detenerse y reflexionar. Vuelven a mirar y observan que, lo que parecía una serpiente, es, en realidad, una rama inofensiva. Ya no existe peligro, llega el alivio. Otras personas se alarman de tal manera, que no son capaces de reflexionar y solo quieren huir o reaccionan de manera agresiva. La manera en que el cerebro almacena este paseo por el bosque determina nuestro comportamiento en el futuro. "Quien supera la situación, refuerza la seguridad en sí mismo y querrá volver a pasear por el bosque por la tarde. Quien, por el contrario, sale huyendo, limitará su radio de acción y evitará el bosque por la tarde en el futuro”, explica el psicólogo.
El horror como válvula del deseo
Sentir miedo y placer funciona sobre todo en aquellas personas que se sienten seguras a pesar de vivir una situación angustiosa. Por ejemplo, en las películas de horror en el cine. "El horror nos ofrece una variante segura de aquello que no queremos en el mundo real”, dice el experto en cultura Christian Lenz, de la Universidad Técnica de Dortmund. En el cine, el espectador puede taparse los ojos y en casa puede apagar el televisor. Esa sensación inconsciente de seguridad protege.
De acuerdo, ya he comprendido el gusto por sentir miedo, pero las películas de horror me suscitan una nueva pregunta: ¿Por qué la gente ve en la pantalla crímenes brutales que rechazarían en la vida real? "El asesinato en el cine recrea acciones que uno mismo no puede llevar a cabo. Todo el mundo ha pensado alguna vez ‘si pudiera, te mataba…'. Funciona en el espectador como una especie de proyección”, explica Lenz. Así pues, el miedo y especialmente las películas de suponen una válvula para pensamientos y deseos que no son compatibles con las normas sociales.
(ms/cp)
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Hongos aterradores, pero hermosos
Estos son hongos con formas muy particulares y olores muy fuertes. Es fascinante lo que la naturaleza puede llegar a crear, pero también puede ser espeluznante. Aquí un recuento de las setas más aterradoras.
Imagen: Imago/blickwinkel
"Dedos del diablo"
En la foto, el Clathrus archeri, también conocido como “dedos del diablo”. Los hongos no pertenecen al reino de los animales ni de las plantas, ya que forman parte del reino Fungi. Esta seta en particular tiene un superpoder: su olor nauseabundo. Ese aroma atrae a los insectos, y así estos transportan sus esporas.
Imagen: Imago/blickwinkel
No es mortal, pero tampoco rico
“Dedos del diablo” es originario de Australia, Tasmania, Nueva Zelanda y Malasia. Sin embargo, se ha propagado, y en 1934 fue descubierto por primera vez en Alemania. No es tóxico. Luego de retirar las esporas y la baba gelatinosa que secreta, este hongo se puede consumir. Pero no espere que su sabor sea exquisito.
Imagen: picture alliance/blickwinkel/G. Ewald
Una mano se asoma
La Xylaria polymorpha, también conocida como "dedos de muerto", prefiere crecer en los árboles muertos, o que está a punto de morir. Esta “mano” tiene un color marrón oscuro, tirando a negro, mientras que su interior es blanco y fibroso. Se trata de un hongo que no es comestible.
Imagen: picture-alliance/blickwinkel/K. Wagner
Joven y sanguinario
El hongo Hydnellum peckii o “diente sangrante” segrega un jugo rojizo parecido a la sangre. En la parte inferior del sombrero y a lo largo del tallo posee espinas. Eso ya debería disuadirnos de comerlos, ya que esta especie es venenosa.
Imagen: picture-alliance/WILDLIFE
Amenazador y amenazado
Este hongo está presente en Europa Central con alrededor de 15 especies. Y se encuentran en la lista de rarezas protegidas de la flora fúngica. El “diente sangrante” es una especie amenazada, al igual que la “oreja de cerdo”.
De todas estas setas, el Gomphus clavatus es la más conocida. Tiene forma de oreja de cerdo, de ahí proviene su nombre. La buena noticia sobre esta especie es que es comestible y deliciosa. Es de color blanco, su carne es tierna, y tiene un sabor muy suave.
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"Nido de pájaro"
El Cyathus olla, también conocido como “nido de pájaro” o “hongo nido”, pertenece a la familia Agaricaceae. Esta especie se encuentra en casi todo el mundo, pero no es comestible.
Imagen: picture-alliance/blickwinkel/S. Derder
De forma fálica
Este hongo es característico por su mal olor y su forma fálica. Su nombre en latín es “phallus impudicus". Su punta está cubierta con una sustancia maloliente y pegajosa. Este mal olor atrae a los insectos, que se llevan las esporas de esta seta. En estado adulto es incomible por el espantoso olor que desprende. En estado de "huevo" es comestible, incluso apreciado en algunas partes de Europa.
Imagen: Imago/blickwinkel
La dama del velo
Este hongo pertenece al grupo de los mohosos. El Phallus indusiatus, comúnmente llamado “velo de novia”, carga un velo de encaje. Esta seta también huele mal, pero a menudo se la utiliza en la gastronomía china. Es rica en proteínas, carbohidratos y fibras. ¡Buen provecho!
Imagen: picture-alliance/All Canada Photos
Desde el cerebro hasta los intestinos
Es común que el hongo Ascocoryne sarcoides, o “mukizia ubel”, se encuentre en la madera muerta del abedul, sauce o hayas. Su apariencia es semejante a las entrañas. Pero también puede tener diversas formas, desde un trompo, hasta carne de color rosa, violeta o roja. En teoría, es comestible, pero, ¿quién se animaría?
Imagen: Imago/blickwinkel
El doble no comestible
El doble de esta seta es el Ascocoryne cylichnium. Pero cuidado: este no es comestible. Estas dos especies se pueden diferenciar a nivel microscópico, pero es mejor no arriesgarse.
Imagen: picture-alliance/Arco Images
¿Una planta carnívora?
Este espécimen no es carnívoro, ni es una planta. Cookeina tricholoma, o “seta copa”, pertenece a los hongos tubulares, y es inofensivo. Su forma y sus pelos llaman la atención. En algunas zonas de México esta seta es comestible, mientras que en Camerún la utilizan con fines medicinales, para el dolor de oído.
Imagen: picture-alliance/Photoshot/B. Coleman
Una melena de león
Hericium erinaceus, también conocido como “melena de león”, es comestible, a diferencia de las otras especies. En Asia este hongo es considerado un manjar y es muy popular en la medicina tradicional china. Pero, esta “melena” es muy difícil de encontrar en la naturaleza, ya que está en peligro de extinción. Así que, ¡mirar, pero no tocar!