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Hambach: de mina a cielo abierto a parque

Karin Jäger (ERC/PK)28 de julio de 2015

Un yacimiento de lignito ubicado entre Aquisgrán y Colonia genera sentimientos encontrados en Alemania. Hambach, “el agujero más grande de Europa”: una mina que se transforma en parque recreacional a cielo abierto.

Imagen: DW/K. Jäger

Las minas a cielo abierto ubicadas entre Aquisgrán y Colonia permiten explotar uno de los yacimientos de lignito más extensos del Viejo Continente. Una de ellas, el Tagebau Hambach, es la excavación a cielo abierto más profunda del mundo: 293 metros por debajo del nivel del mar. Muchos la conocen como “el agujero más grande de Europa”; un mote que de cariñoso no tiene nada porque siempre trae a colación el brutal origen de esa cantera, cuya explotación comenzó en 1978.

Para que el Tagebau Hambach pudiera ver la luz del día se destruyó buena parte del medio ambiente y varios poblados de la zona. Los cauces de varios ríos fueron desviados, el bosque más grande de Renania del Norte-Westafalia dejó de serlo, pueblos como Manheim –que habían cumplido más de mil años– clamaron en vano por misericordia, decenas de miles de personas tuvieron que abandonar sus hogares y aquellos cuyas casas quedaron intactas, en los alrededores de la mina, se vieron expuestos día y noche a la carbonilla.

Durante la construcción del Tagebau Hambach se destruyó buena parte del medio ambiente y de los focos urbanos de la zona.Imagen: DW/T. Thor

La destrucción aún no es cosa del pasado

RWE, el productor de energía más importante en territorio germano después de E.ON y operador de la mina en cuestión, tiene concesión hasta 2045 para la explotación de lignito. Los enemigos de los combustibles fósiles esperan que Alemania renuncie lo antes posible a esta fuente de energía y los ecologistas más comprometidos se vienen internando en el Hambacher Forst desde 2012, ocupando el bosque de 4.000 hectáreas para evitar que las excavadoras –que cada día se acercan más– arrollen a la flora y a la fauna del lugar.

Sin embargo, “el agujero más grande de Europa” siempre ha despertado sentimientos encontrados. Víctimas y testigos presenciales de la destrucción consumada para abrirle espacio al Tagebau Hambach se niegan a dar sus nombres cuando ofrecen sus testimonios porque se saben dependientes de los puestos de trabajo –directos e indirectos– que RWE genera; no quieren morder la mano que les da de comer. Y su relación con la compañía es más compleja desde que RWE se empeñó en compensar algunos de los daños causados.

Una invitación a fantasear

“Ahora todo es maravilloso”, dice una lugareña al contar cómo los bordes de las minas son regados con agua para evitar que la carbonilla contamine las localidades cercanas. “Nadie menciona los cultivos de RWE”, se queja otra, aludiendo a los paisajes concebidos por expertos como Ulf Dworschak, por encargo de RWE, para que la vegetación y la fauna del entorno se regeneren. Otros mencionan con un dejo de optimismo el gigantesco lago en que se convertirá el Tagebau Hambach de aquí al año 2100. Una mina troca, de a poco, en un parque recreacional.

El lago ya tiene nombre: Terra Nova. Los artífices del proyecto planean llenar su cuenca con las aguas del río Rin, usando un complejo sistema de tuberías. RWE se ha encargado de colocar sombrillas y tumbonas en una terraza con vista al Tagebau Hambach como quien extiende una invitación a fantasear con el panorama por venir, a olvidar por un momento que lo que se ve a la distancia son las enormes excavadoras, abriéndose paso en la tierra para dar con el codiciado lignito.

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