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Hillary Clinton en Bruselas: ¿algo más que sonrisas?

Christoph Hasselbach7 de marzo de 2009

El buen ambiente que rodeó a la visita de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, a Europa resulta algo sospechoso, opina Christoph Hasselbach, pero es bienvenido si contribuye a enfrentarse a la crisis.

Tanta distensión, tanto buen ambiente, ¡tanto aplauso y tanta sonrisa! Hillary Clinton de visita en la OTAN y en la Unión Europea: el acto fue una gran fiesta. El alivio de los europeos ante el cambio de gobierno en la Casa Blanca podía palparse. La cooperación paternalista vuelve, tras la arrogancia de la era Bush. “He venido a escuchar”, comenzó Clinton, y todo un continente pareció suspirar al unísono y desear tener brazos para poder apretujar a la secretaria.

La actuación de Clinton en Bruselas y la imagen del Gobierno de Obama en Europa viven en parte del contraste con la Administración anterior, sobre todo en lo que al tono se refiere. Pero muchos han empezado ya a plantear algunas preguntas críticas: ¿qué hay detrás de las palabras? Cuando se pase a la actividad diaria, ¿se diferenciarán realmente los gobiernos de Bush y Obama? Con unas pocas semanas en el cargo, el nuevo Ejecutivo aún no ha tenido tiempo para demostraciones prácticas.

Clinton, por su parte, suma su primer punto en estos días turbulentos. “No nos queda alternativa, tenemos que estar unidos”, dijo con la vista puesta en la peor crisis económica de los último siglos. Ciertamente, no basta con entenderse. Los políticos no se unen porque se consideren simpáticos. Su obligación es solucionar problemas. Pero, aún así, la buena química ayuda bastante.

Sin embargo, el hecho de que la química funcione a nivel colectivo no deja de ser un poco extraño. El entusiasmo alcanza a tantos en Europa que resulta sospechoso. Sobre todo la actitud de la elite política británica da que pensar. De repente, todo lo que dice Obama tan estupendo les parece, después de que les pareciera tan estupendo todo lo que decía Bush.

Pero, pese al oportunismo del lado europeo, se ha agrandado la intersección entre Estados Unidos y Europa, y ello debe aprovecharse para superar la crisis. En situación de emergencia, ambas partes reconocen no sólo que se necesitan, sino que tienen mucho en común y que juntas pueden lograr más cosas que cada una por separado. Así, esta crisis internacional podría llegar a ser vista algún día como el principio de una nueva asociación transatlántica.

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