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Hong Kong: violencia china, prudencia occidental

Rodion Ebbighausen
14 de agosto de 2019

Las protestas contra la injerencia de Pekín en Hong Kong cumplen once semanas y los frentes sólo parecen endurecerse con el tiempo. En la UE y en Estados Unidos reaccionan vacilantes a la intensificación del conflicto.

China, Hong Kong - Unruhe
Imagen: Reuters/T. Siu

La sociedad civil de Hong Kong viene protestando contra la injerencia de Pekín en esa “región administrativa especial” de la República Popular China desde principios de junio. Las manifestaciones se han hecho más frecuentes con el paso del tiempo; también se han vuelto más violentas. Sus organizadores alegan que alrededor de dos millones de personas han participado en ellas y que las concentraciones pautadas para el próximo domingo (18.8.2019) atraerán a tres millones. El propósito explícito de la protesta es defender el derecho de los habitantes de Hong Kong a elegir directamente a la jefatura de su Ejecutivo y de su Parlamento.

La duración y la intensificación del conflicto hace que desde Hong Kong se empiece a observar de manera crítica el posicionamiento de las grandes potencias de cara a la situación. Por ejemplo, Willy Lam, profesor de Estudios Chinos en la Universidad de Hong Kong, no niega que la Unión Europea haya apoyado las protestas populares desde el principio, pero subraya que Bruselas debería levantar la voz un poco más en respuesta a los mecanismos de amedrentamiento que está implementando Pekín para dispersar las mismas. “Hasta ahora, Europa sólo ha emitido los comunicados diplomáticos típicos”, comenta Lam en entrevista con DW.

Las manifestaciones se han vuelto más violentas con el paso del tiempo.Imagen: picture-alliance/Photoshot

La UE, dividida

A su juicio, eso se debe a los obstáculos puestos, sobre todo, por los países comunitarios del este y del sur de Europa, que cultivan estrechas relaciones comerciales con China. Lam percibe que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también muestra reserva a la hora de opinar sobre la crisis político-institucional de Hong Kong, aunque debido a otras razones. “Trump no quiere complicar aún más la pugna comercial de Estados Unidos con China”, arguye el experto, recordando que la Casa Blanca llegó al punto de reproducir el discurso oficial chino al describir las protestas de la excolonia británica como “tumultos”.

Kristin Shi-Kupfer, sinóloga del Instituto Mercator para Estudios Chinos, con sede en Berlín, comparte la tesis de Lam en lo concerniente a la postura de Washington. “La señal que envía Estados Unidos es que Hong Kong no está entre las prioridades de su agenda en lo que respecta a sus vínculos con China. El foco de atención de Estados Unidos es el duelo comercial entre ambos”, señala Shi-Kupfer. Desde luego, Trump no sería Trump si sus palabras y su actuación no fueran contradictorias: en pocas horas pasó de decir que “China debe arreglar este asunto por su cuenta” a tuitear sobre la presunta estrategia militar con la que Pekín pretende imponerse.

El presidente de EE. UU., Donald Trump (izq.), y su homólogo chino, Xi Jinping.Imagen: picture-alliance/dpa/S. Walsh

Trump, vacilante

Según Trump, los servicios secretos estadounidenses confirmaron que China había apostado tropas en la frontera con Hong Kong. “Sus opiniones invitan a hacer estimaciones equivocadas”, esgrimió el congresista Jim McGovern, miembro del Partido Demócrata, al criticar a Trump por vacilar ante el agravamiento de los enfrentamientos. McGovern y otros nueve congresistas redactaron una declaración conjunta en la que elogiaron el coraje de quienes han salido a las calles de Hong Kong para velar por su autonomía: “Los apoyamos y les pedimos a los Gobiernos de Hong Kong y China que se respete su derecho a la protesta pacífica”.

Además, en el Congreso se presentó un proyecto de ley que contemplaría, entre otras cosas, la evaluación anual del estatus de autonomía de Hong Kong por parte del presidente de Estados Unidos y la pérdida de los privilegios comerciales de Hong Kong si ese estatus de autonomía no pudiera ser constatado. Semejante sanción sería un duro golpe para la ciudad y sus habitantes, pero también para el Gobierno central de China: muchas empresas estatales chinas usan a Hong Kong para acceder a los mercados financieros internacionales. La reacción de Pekín fue asegurar que Estados Unidos falsea la realidad y apoya a criminales radicales violentos.

(erc/ers)

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