HRW denuncia "ejecuciones extrajudiciales" en Venezuela
18 de septiembre de 2019
Según la ONG, desde 2016 casi 18.000 personas han muerto en situaciones "de resistencia a la autoridad" a manos de las fuerzas de seguridad de Venezuela.
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Human Rights Watch (HRW) acusó este miércoles (18.09.2019) a las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía venezolana de cometer "ejecuciones extrajudiciales", especialmente en comunidades de bajos recursos, y señaló que desde 2016 casi 18.000 personas murieron en situaciones "de resistencia a la autoridad".
"En un país donde el sistema de justicia se emplea para perseguir a opositores en lugar de investigar delitos, las fuerzas de seguridad venezolanas están haciendo justicia por mano propia, matando y deteniendo arbitrariamente a quienes acusan de cometer delitos, sin mostrar ninguna evidencia", dijo el director para las Américas de HRW, José Miguel Vivanco, en una rueda de prensa en Washington.
Vivanco subrayó que, "en medio de una crisis económica y humanitaria que afecta más gravemente a los que menos tienen, las autoridades venezolanas cometen abusos aberrantes en comunidades de bajos recursos que han dejado de apoyar al régimen (del presidente Nicolás venezolano) Maduro". En concreto, citó el caso del barrio de Petare, en el este de Caracas.
Desde 2016, explicó, casi 18.000 personas han muerto a manos de las fuerzas de seguridad en Venezuela en situaciones de supuesta "resistencia a la autoridad", según el cómputo de datos oficiales aportado por el propio Ministerio del Interior venezolano.
El ministro de Interior, Néstor Reverol, informó en diciembre de 2017 de que hubo 4.998 de esos casos ese mismo año, frente a los 5.995 de 2016. En 2018 la cifra ascendió a 7.000, y en los primeros cinco meses de 2019 se han registrado 1.560, de acuerdo a datos del propio Gobierno venezolano.
Vivanco señaló que las circunstancias de las ejecuciones en los casos que documentó HRW son "consistentes" con el patrón identificado por la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), dirigida por Michelle Bachelet. Por ello, urgió al Consejo de Derechos Humanos de la ONU a crear una misión especial de investigación para Venezuela dedicada a identificar a los responsables de esta violación de los derechos humanos.
Venezuela atraviesa una escalada de tensión política desde enero pasado, cuando Maduro juró otro período de seis años, que no reconocen ni la oposición y ni parte de la comunidad internacional porque a los principales líderes opositores se les impidió participar en esos comicios.
eal (efe, eltiempo.com)
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Los venezolanos encuentran refugio y solidaridad en Colombia
Maicao es famosa por su tráfico de drogas y personas, violencia y explotación sexual. Los refugiados venezolanos que viven allí son un blanco fácil. Pero un centro de recepción dirigido por ACNUR ofrece una salida.
Imagen: DW/Eline van Nes
Esperar en fila por comida
Los migrantes venezolanos hacen fila para verificar su número de registro y otros detalles antes de recibir su almuerzo. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU sirve comida tres veces al día.
Imagen: DW/Eline van Nes
Un techo en circunstancias difíciles
Filas de carpas provistas por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se extienden para los venezolanos migrantes en el centro de recepción en Maicao y brindan la mayor comodidad posible en estas circunstancias.
Imagen: DW/Eline van Nes
Buscar una salida
El centro de recepción recientemente inaugurado en Maicao, en la región de La Guajira, una colaboración entre ACNUR y las autoridades colombianas, es el primero de su tipo en Colombia. Las agencias gubernamentales locales y nacionales solicitaron ayuda a ACNUR debido al constante flujo de migrantes y refugiados venezolanos que cruzan la frontera hacia Maicao.
Imagen: DW/Eline van Nes
Sin un propósito y con la salud amenazada
Domingo Fernández, un experiodista y profesor de 72 años, solía escuchar sobre los refugiados y verlos en las noticias, pero nunca pensó que terminaría en un refugio también. Habiendo trabajado la mayor parte de su vida, ahora se siente inútil. Cada mañana se levanta, espera su desayuno y riega el área cerca de la entrada de su tienda de campaña porque el polvo está afectando sus pulmones y ojos.
Imagen: DW/Eline van Nes
Esperando una vida mejor
Rusmari Luna trajo un brazalete de Venezuela que su madre le hizo para el viaje. Tuvo que irse con sus hijos porque ya no podía mantenerlos. Ella cuenta que algunas personas en Venezuela entregan sus hijos a otras familias, otras los abandonan en las calles. También dice que encontraba esas historias difíciles de creer, pero ahora entiende lo desesperadas que están algunas de esas personas.
Imagen: DW/Eline van Nes
Soñar con casa
Rosmery Castillo dejó Venezuela hace un mes con dos de sus hijos y dejó un tercero con su hermano. Era enfermera en Valencia, pero la alta inflación desaparecía su salario mínimo y la dejaba sin casi nada para comprar comida. Ella planea regresar a Venezuela tan pronto como la situación mejore para estar con su madre y su abuela, a quienes tuvo que dejar atrás.
Imagen: DW/Eline van Nes
Compartir el techo y la voluntad de sobrevivir
Rosmery Castillo (34, izquierda) y Vanesa Añez (19) no se conocían cuando ambas llegaron al centro de recepción de ACNUR al mismo tiempo. Ahora comparten una carpa.
Imagen: DW/Eline van Nes
Una mano amiga
Una clínica de la Cruz Roja Colombiana en el centro de recepción atiende los problemas de salud que pueden sufrir los migrantes y refugiados, como los problemas pulmonares causados por el polvo del desierto de La Guajira.
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Solidaridad y entendimiento
La xenofobia siempre está acechando en el fondo, pero La Guajira tiene una conexión histórica con la ciudad venezolana de Maracaibo. Muchas personas de La Guajira se mudaron a Venezuela durante el conflicto colombiano de las FARC. Hay solidaridad entre personas de ambos lados. También hay muchos desplazados internos en Colombia, que entienden cómo es para los venezolanos estar en esta situación.
Imagen: DW/Eline van Nes
Tomar la ruta legal
El cruce oficial entre Colombia y Venezuela está marcado por algunas vallas y soldados haciendo guardia. Hay una forma oficial de cruzar entre Colombia y Venezuela, pero también unos 150 atajos ilegales, muchos de los cuales terminan justo en frente del cruce oficial.