HRW denuncia uso de niños como escudos humanos en Birmania
19 de noviembre de 2020
La ONG Human Rights Watch denunció el uso de niños como escudos humanos por el Ejército de Birmania durante combates con una guerrilla.
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La muerte de dos menores que estaban siendo utilizados como escudos humanos por el Ejército de Birmania durante combates con una guerrilla en el oeste del país es parte de una "larga historia de uso de niños en conflictos armados", denuncia este jueves (19.11.2020) la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW).
"Es deplorable usar civiles inocentes de esta forma y, sobre todo niños. Myanmar (como se conoce también a Birmania) tiene que exigir públicamente a sus Fuerzas Armadas que dejen de emplear estas repugnantes prácticas y enjuiciar a quienes las lleven a cabo," señaló este jueves (19.11.2020) Manny Maung, investigadora de HRW en Birmania.
El suceso ocurrió el pasado 5 de octubre en el conflictivo estado de Arakán (oeste del país), donde un grupo de soldados obligó a varios campesinos a caminar delante de ellos para que despejaran el terreno de minas y actuaran como escudos humanos cuando estalló un tiroteo con la guerrilla del Ejército de Arakán (AA), en el que los dos niños murieron en el fuego cruzado.
En un comunicado publicado el miércoles, HRW denuncia que "este incidente reciente muestra que el Tatmadaw (el Ejército birmano) continúa usando a niños en hostilidades", a pesar de que en junio el secretario general de la ONU decidió eliminarlo de su "lista de la vergüenza" anual, que incluye a los países que perpetran violaciones de los derechos humanos contra niños.
Sin embargo, Manny Maung señala que "el Ejército se ha abstenido en repetidas ocasiones de llevar a cabo investigaciones imparciales e independientes cuando sus soldados son acusados de violaciones de los derechos humanos".
Arakán es el escenario desde hace dos años de una encarnizada guerra entre las Fuerzas Armadas y el AA, guerrilla etnonacionalista que lucha por la autonomía de los rakáin, etnia predominantemente budista y mayoritaria en el estado, conflicto que ha desplazado a decenas de miles de civiles de sus hogares.
En 2017, el Ejército birmano lanzó una operación militar contra los rohinyás que provocó el éxodo de más de 730.000 personas de esta etnia a Bangladés, donde permanecen en el mayor campo de refugiados del mundo, y por la que Birmania se enfrenta a la acusación de genocidio en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
CP (efe, HRW)
Niños rohinyá: abusados, secuestrados, huérfanos
La grave situación de los musulmanes rohinyá, obligados a escapar de las atrocidades cometidas por militantes y el Ejército en Myanmar, es difícil de digerir. Los niños son los más vulnerables, como muestran estas fotos.
Imagen: DW/J. Owens
Disparados y apuñalados
Desde agosto, más de 600.000 rohinyás han huido de Myanmar a Bangladesh. “El día que los militares vinieron, quemaron la aldea y le dispararon a mi madre cuando intentaba escapar. Mi papá no podía caminar, entonces lo apuñalaron. Lo vi con mis propios ojos”, dice Mohammed Belal, de 10 años, quien logró escapar.
Imagen: DW/J. Owens
Perseguidos por el trauma
La hermana de Mohammed, Nur, también vio la matanza. Ella y su hermano viven ahora en un refugio para niños sin compañía en Bangladesh. Ella puede jugar ahí y comer regularmente, un fuerte contraste con su viaje desde Myanmar, donde ella y su hermano casi se mueren de hambre. Pero la niña sigue siendo perseguida por el trauma de las últimas semanas. “Extraño a mis padres, mi hogar, mi país”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Conflicto de profundas raíces
El conflicto, el cual ha tenido lugar en los últimos 70 años y tiene sus raíces en la organización social del país después de la Segunda Guerra Mundial, ha cobrado más de 2.000 víctimas desde 2016, incluyendo la madre de Rahman, de 12 años (arriba). "Incendiaron mi casa y mi madre estaba enferma, así que no pudo irse", dice.
Imagen: DW/J. Owens
Salven a los niños
Dilu-Aara, de 5 años, llegó al refugio con su hermana después de ver a los militares asesinar a sus padres. “Estaba llorando todo el tiempo y las balas volaban sobre nuestras cabezas. De alguna forma escapé”. La agencia internacional Save the Children está ayudando a los menores que llegan a Kutupalong sin sus padres. Los niños representan hasta el 60% de los refugiados rohinyás en Bangladesh.
Imagen: DW/J. Owens
Cazados como animales
Jaded Alam está entre los cientos de niños que llegan a Kutupalong sin sus padres. Afortunadamente, su tía cuida de él, y muy bien, reconoce Jaded, quien creció en una aldea llamada Mandi Para, donde le encantaba jugar fútbol. Todo cambió cuando los militares atacaron. “Nos dijeron que nos fuéramos de nuestra casa. Cuando estaba corriendo con mis padres, les dispararon. Murieron en el acto”, dice.
Imagen: DW/J. Owens
Secuestro de niños
No todos han sido separados durante el escape. Rahman Ali ha estado registrando el refugio por semanas después de que Zifad, su hijo de 10 años, desapareciera. Los rumores sobre el secuestro de niños ha rondado el refugio por años y Rahman teme que su hijo haya caído presa de los traficantes de personas. “No puedo comer, no puedo dormir. ¡Estoy tan enojado! Es como si me hubiese vuelto loco”.
Imagen: DW/J. Owens
"Mi mente no es normal"
Cuando comenzó el tiroteo, Sokina Khatun hizo todo lo que pudo para proteger a sus hijos, pero no pudo salvar a Yasmine, de 15 años, y Jamalita, de 20, quienes estaban en una aldea vecina en el momento. “Les cortaron la garganta en frente de sus abuelos”, dice. “Estaba paralizada, no podía sentir el dolor. Ahora mismo, mi mente no es normal”, dice. Ella logró rescatar a nueve de sus niños.
Imagen: DW/J. Owens
Atacados, violados y robados
Yasmine cree que podría tener 15 años, pero luce considerablemente más joven. En su aldea, solía jugar con canicas y correr por los campos vecinos, pero recuerdos diferentes la persiguen ahora: el ataque de las fuerzas de Myanmar, la golpiza y asesinato de sus amados padre y hermanos y la violación por parte de un grupo de soldados que también la robaron: “Sentí mucho dolor en mi cuerpo”, dice.