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Hungría: el patriotismo pragmático

Pablo Kummetz27 de abril de 2004

En la duda si decidirse por el nacionalismo o el sentido común, los húngaros optan a menudo por un patriotismo pragmático.

El Parlamento en Budapest.Imagen: AP

Sin los húngaros, el año 1989 hubiera discurrido de otra manera. Un papel decisivo en la caída de la Cortina de Hierro, sin la cual la actual UE sería impensable, tuvo una valiente decisión del por entonces gobierno comunista de Budapest en la noche del 10 al 11 de septiembre de ese año: abrir la frontera para miles de ciudadanos de la RDA que querían salir hacia Occidente. Ese hecho inspiró toda una serie de "revoluciones blandas" que llevaron al final a la caída del Muro de Berlín.

Bandera de Hungría.

Con ello, los húngaros se ganaron un lugar de privilegio, sobre todo en el corazón de los alemanes. En la historia de las relaciones germano-húngaras se cerró así un círculo que se había abierto 1.000 años antes con una boda: el primer rey húngaro y fundador del Estado, Esteban, desposó a la princesa Gisela de Baviera.

Tanto más doloroso es ahora para los húngaros que la UE limite al principio el acceso de trabajadores de los "nuevos" países de la Unión a los mercados laborales de los "antiguos". Ésa es, junto con las escasas subvenciones para los agricultores, una herida abierta en las relaciones de Hungría con la UE. El país a orillas del Danubio fue también el que más radicalmente reaccionó, anunciando que limitará también el acceso de ciudadanos de la "antigua" UE al mercado laboral húngaro.

A bolsillos privados

Pero tampoco Bruselas está muy conforme con los húngaros. En Hungría se registran déficits en las instituciones que administran fondos de la UE. Funcionarios corruptos desviaron incluso algunos dineros públicos hacia bolsillos privados, se lee en el último informe del Parlamento de la UE. Además, agregan los parlamentarios, Hungría no ha realizado aún lo suficiente para integrar a los gitanos. Los aproximadamente 600.000 gitanos húngaros conforman la mayor parte de la capa más pobre de la sociedad, que a su vez representa un tercio de la población. Dos tercios de los hombres gitanos están desocupados.

Familia gitana votando en el referéndum para el ingreso a la UE.Imagen: AP

Encargada de resolver el problema social de los gitanos es la Ministra de Igualdad, Katalin Lévai. Ella y Monika Lamperth, la Ministra de Justicia, son las dos únicas mujeres en el gabinete de 18 miembros. Otras preocupaciones de Lévai son los minusválidos y las mujeres. Para las mujeres es muy difícil poder conciliar la familia con el trabajo remunerado. Si bien en Hungría existen algunas mujeres en altos puestos oficiales, en el parlamento las diputadas no llegan al 10%.

Tres tranquilos traspasos

Desde el colapso del comunismo han tenido lugar en Hungría tres traspasos democráticos de poder. Pero el interés de los ciudadanos por la política ha disminuido, tal como se refleja en la cada vez menor participación en las elecciones. En el país, los frentes están claros. Hay cuatro partidos políticos principales: el Partido Socialista, la Unión de Demócratas Libres (liberal), la Unión de Jóvenes Demócratas (conservador) y el Foro Democrático (centro-derecha).

Los socialistas y los liberales, actualmente en el gobierno, conforman una coalición prácticamente permanente. Una unión entre los liberales y los conservadores se considera muy improbable. La Unión de Jóvenes Demócratas es una escisión de la Unión de Demócratas Libres y toda su preocupación es cómo deslindarse lo más claramente posible de los primeros. Además a veces tiene problemas para desmarcarse de la extrema derecha, lo que para los liberales es un pecado capital.

El "comunismo del estofado"

Pausa en las labores agrícolas en Hungría.Imagen: dpa

Al observador atento, los húngaros le llaman la atención por sus contradicciones. Por un lado son fanáticos del pragmatismo. Con obstinación lograron porfiarle durante décadas a la URSS una versión suavizada del comunismo (llamado el "comunismo del estofado"). Hungría fue, después de la sangrienta represión del levantamiento antisoviético de 1956, una de las sociedades más liberales de todo el Bloque del Este. También en relación con el ingreso a la UE, el 1 de mayo, los húngaros se preguntan sobre todo: ¿qué beneficios nos proporciona?

Por otro lado, muchos vecinos critican a los húngaros, sobre todo a los círculos de derecha, por ultranacionalistas. Característico del húngaro promedio es, sin embargo, un patriotismo cosmopolita, que aspira más a la integración que a la segregación. El primer patriota abierto al mundo fue el santificado Rey Esteban (997-1038), que hace más de 1.000 años fundó el Estado húngaro. "Un país que sólo tiene una lengua y un pueblo, es débil y frágil", escribió Esteban en sus "Advertencias".

"Tantorihatatlansang": ¿cómo dijo?

También hoy, todo extranjero que exprese simpatía para con los húngaros, puede contar con reciprocidad, sobre todo si habla su complicadísima lengua. El húngaro no es indoeuropeo, sino euroasiático. Lo introdujeron los magiares, un pueblo nómada que penetró en Europa a finales del siglo IX y se instaló en Transilvania y Hungría. Por eso, a los húngaros también se les dice "magiares".

Dificultades con la lengua húngara tuvo hasta el compositor y húngaro modelo Franz Liszt (1811-1886). Su lengua materna era el alemán y el famoso músico sufría por sus "lamentables conocimientos del idioma húngaro". Por ello comenzó a aprenderlo. Pero capituló a la quinta lección, cuando lo confrontaron con la palabra "tantorihatatlansang", que siginifica "inconmovible". Los propios magiares no gustan de aprender lenguas extranjeras, por lo cual sus conocimientos se hallan estadísticamente muy por debajo de la media en la UE.

Nacionalistas cosmopolitas y pragmáticos sentimentales: quizás en esa contradicción se halle la causa del legendario pesimismo húngaro. La tasa de suicidios siempre fue muy alta en el país. La languidez y el suicidio son temas recurrentes en la literatura húngara. También por ejemplo en la obra del escritor Antal Szerb (1901-1945). "Y en tanto se viva, no se sabe todo lo que puede pasar aún", reza la última frase, no necesariamente optimista, de su novela "Viaje a la luz de la luna".