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Idleb, Siria: al borde de una catástrofe

11 de septiembre de 2018

Pese a los esfuerzos diplomáticos para evitar el ataque de Bashar al Assad y sus aliados a la provincia siria de Idleb, un baño de sangre parece inevitable en el último bastión rebelde de ese convulso país. Un análisis.

Syrien Die von den Rebellen gehaltene Stadt Idlib
Imagen: Reuters/A. Abdullah

El enviado especial del secretario general de la ONU para Siria lleva una enorme responsabilidad sobre sus hombros. Esta semana, Staffan de Mistura se propone conseguir en la ciudad suiza de Ginebra lo que no se logró el viernes pasado (7.9.2018) en Teherán: persuadir tanto a los emisarios del hombre fuerte de Damasco, Bashar al Assad, como a sus aliados, Rusia e Irán, de resolver el conflicto entre el oficialismo sirio y sus opositores de manera pacífica. Si el diplomático sueco no alcanza su objetivo, la provincia de Idleb, ubicada en el oeste del convulso país mediterráneo, puede terminar siendo el escenario de un baño de sangre.

Temiendo lo peor

“Debe haber alguna manera de resolver este problema para que no se convierta en la peor catástrofe humanitaria en el curso de los próximos meses y desemboque en la mayor matanza del siglo XXI”, comenta Mark Lowcock, coordinador de primeros auxilios de las Naciones Unidas. Lo que puede ocurrir en Idleb –el último bastión rebelde en Siria– si las negociaciones no prosperan está a la vista desde principios de agosto, cuando las fuerzas aéreas sirias comenzaron a bombardear esa comarca con respaldo de aviones de combate rusos. La región, habitada por alrededor de tres millones de personas, ha sido atacada desde el cielo 150 veces.

El enviado especial del secretario general de la ONU para Siria, Staffan de Mistura. (Archivo)Imagen: Getty Images/AFP/F. Coffrini

“Lo que complica la situación es que la mitad de la gente asentada en Idleb son personas que ya han sido desplazadas de sus hogares en otros rincones de Siria”, explica Anica Heinlein, empleada del capítulo alemán de la organización humanitaria CARE International. “Ya casi no queda ningún otro lugar adonde puedan huir”, acota Heinlein. Rusia e Irán se han mostrado decididos a arrebatarle el control de la capital homónima a los rebeldes sirios, en su mayoría yihadistas. Comparando la violencia de la que son objeto en la urbe de Idleb con la que podrían vivir dentro de poco, algunos aventureros han osado abandonarla, lo cual no es fácil.

Civiles entre la espada y la pared

De Mistura estima que en Idleb se han guarecido alrededor de 10.000 combatientes de la organización salafista Frente Nusra (Hay‘at Tahrir al Sham) y miles de yihadistas más; estos grupos dominan el 60 por ciento de la provincia, según algunos reportes de medios, y hay indicios de que tienen secuestrada a la población civil. En el diario The Washington Post se sostiene que el Frente Nusra había instalado horcas en distintos puntos –advirtiendo que allí serían colgados los “traidores”– y erigido varios centros penitenciarios. En cinco de esas cárceles se practican torturas sistemáticamente, alerta el periódico estadounidense.

A juicio de los comentaristas de la revista online Al-Monitor, los yihadistas parapetados en Idleb cuentan de antemano con que muchos civiles morirán a consecuencia de los ataques que Assad y sus socios preparan contra la ciudad; el cálculo de estos rebeldes parece ser: mientras más sangriento sea el bombardeo, mejor. De esa manera, la presión sobre Siria y Rusia se intensificará para que interrumpan los ataques y le dejen a los yihadistas el enclave de Idleb. Está por verse si ese escenario se consuma o si les sale el tiro por la culata.

Kersten Knipp (ERC/ERS)

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