La solidaridad de los obispos a través del CELAM, Consejo Episcopal de América Latina y El Caribe, es un poderoso gesto de respaldo hacia la Iglesia nicaragüense y para todo el continente. Un gesto que busca dar un mensaje claro en contra de la represión y la violencia del gobierno de Daniel Ortega, que ya deja al menos 277 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en medio de la peor crisis social y política en décadas.

"Les alentamos a seguir siendo defensores de los derechos humanos y portadores de la esperanza”, decía el mensaje que convocó ayer, domingo, a una jornada de oración en el continente. ¿Cuán poderosa es la voz de la Iglesia Católica para lograr una resolución al conflicto?

El hecho de expresar una posición común es un gesto fundamental, según coinciden expertos de la Iglesia alemana, consultados por DW. En un continente mayoritariamente católico, en que la iglesia goza de gran prestigio, los fieles tienen la esperanza de que este llamado logre frenar "la dramática y dolorosa crisis social y política que allí se vive actualmente”, como señala el CELAM.

En opinión de Malte Reshöft, de la división Latinoamérica de Misereor, obra episcopal de la iglesia católica alemana, la oración continental es muy importante: "Es muy propicio que la Iglesia haya tomado esta inciativa para llamar la atención de todos los latinoamericanos, católicos y no católicos, porque la Iglesia en muchos países juega un rol importante en las negociaciones de paz. Colombia es un ejemplo de ello”.

"Una voz común de todos los obispos y conferencias episcopales, asi como este pedido de oración, son sumamente importantes. Es una señal fuerte para los que creen y también para los que no creen”, concide la teóloga Dra. Margit Eckholt.

La profesora del Instituto de Teología Católica de la Universidad de Osnabrück y presidenta de Intercambio Cultural Alemán-Latinoamericano, ICALA, destaca que "la Iglesia latinoamericana, después del Concilio Vaticano II, ha encontrado un camino común y, a partir de la gran Conferencia de Medellín, hay un compromiso de evangelización, que significa también estar al lado de todos los que sufren. En esa opción por los pobres está también este compromiso por la paz”.

La oracion por la paz es sumamente importante, afirma la teóloga: "El llamado a una oración común significa que los obispos están poniendo todos los esfuerzos para lograr un acuerdo. La convivencia en Nicaragua está en crisis, pero también hay conflicto en Venezuela y en muchos países en que vemos que la brecha entre pobres y ricos sigue siendo fuerte y la violencia ha aumentado muchísimo”.

Mediadora en el diálogo
Con oración y acción, la iglesia de Nicaragua intenta detener la violencia del gobierno y de grupos paramilitares, así como propiciar el encuentro en un diálogo que está, por el momento, suspendido. Pero, a la vez, es blanco de ataques. Ante sus denuncias, sacerdotes y obispos han sufrido golpes, iglesias y comunidades han sido asaltadas, y el propio Ortega ha tildado a los obispos de "golpistas”.

Si bien un sector de la Iglesia estuvo del lado de la revolución y del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), ya desde que asumió su último gobierno, en 2007, Ortega se empezó a quedar solo, y la brutal represión ante las protestas ha merecido el rechazo de la Iglesia.

"En Nicaragua, la Iglesia tiene una gran importancia y puede ayudar a acercar las posiciones. Está jugando y deberá jugar en el futuro un papel fundamental, también para visibilizar la situación real y los desafíos y problemas de los nicaragüenses”, indica Malte Reshöft.

El recuerdo de Monseñor Romero

Los peligros de intervenir en el conflicto no son pocos, coinciden los expertos. "El riesgo es muy grande. Basta mirar al país vecino, El Salvador, y la situación de Óscar Romero y otras personas que pagaron su intervención con su vida. El peligro, sin duda, existe, y por eso merece mucho respeto cuando personas de la Iglesia toman esta posición firme, fuerte y clara en relación a la denuncia de la dificil situación que vive el país”, indica Reshöft.

"Monseñor Romero es uno de los grandes mártires de la iglesia de América Latina. Sufrió en carne viva toda la maldad y la violencia, y él actuó en ese sentido con oración y también con palabras”, dice Margit Eckholt, recordando que la oración es también tomar posición contra la violencia de una forma no violenta.

"Algunas veces, la oración es lo último que uno puede hacer y, siendo así, uno nota la gran urgencia de la situación de esta crisis. En sociedades donde falta el diálogo, donde la violencia es tan fuerte, este llamado a la oración da una posibilidad de entrar en diálogo”, agrega la teóloga.

La postura del CELAM genera esperanza de que, a nivel político, también haya un rechazo común a la violencia en Nicaragua, lo que no se ha visto todavía en el caso de los gobiernos de Bolivia y Venezuela. "Aunque la gran mayoría de los gobernantes en América Latina sean católicos, en el campo político prevalecen otros intereses, opina Malte Reshöft. El papel de la Iglesia para acercarlos es más dificil. Pero su voz unánime puede ayudar a mantener la conversación entre adversarios políticos. Esperamos que la reacción del gobierno de Ortega sea entrar en un diálogo abierto y fructífero”.

Victoria Dannemann (CP)

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