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Iglesias alemanas: vacías, derribadas o con otras funciones

19 de febrero de 2024

Crisis de las iglesias: en los últimos diez años, cientos de iglesias católicas han sido demolidas o reconvertidas en Alemania. ¿Qué sucede con los creyentes?

Dos personas escalando en una iglesia antigua.
En Gelsenkirchen, una antigua iglesia se ha convertido en una sala para escalar.Imagen: Roland Weihrauch/dpa/picture alliance

Rüdiger Kirkskothen vive en el barrio de Elmschenhagen, en la ciudad de Kiel, en el estado de Schleswig-Holstein. El 19 de noviembre de 2022, la "Iglesia de la Santa Cruz", la única iglesia católica del barrio, fue festivamente inaugurada y luego cerrada.

"Todas las protestas fracasaron", explica a DW este hombre de 79 años. "Incluso escribimos al Vaticano. Tampoco ayudó". Kirkskothen se mudó con su familia a Elmschenhagen en 1980. Para él y otras familias supone la pérdida de su lugar de culto. La iglesia y la comunidad fueron construidas por refugiados en 1956: "Sus hijos vivieron el compromiso de sus padres, fueron bautizados allí y recibieron la comunión. Para ellos, era simplemente su hogar".

Dificultades económicas

En poco tiempo, cerraron en Kiel otras cinco iglesias católicas, sobre todo, por dificultades económicas. Algunos edificios ya han desaparecido y/o han dado paso a apartamentos u otros fines.

La secretaría de la Conferencia Episcopal Alemana explicó a DW que desde 2005 "se ha suprimido el servicio litúrgico" en 650 iglesias católicas. De 2019 a 2023, se vieron afectadas anualmente 28 iglesias en todo el país.

En las últimas dos décadas, esto sucedió también, por ejemplo, en la archidiócesis de Hamburgo, a la que pertenece Kiel, y en las diócesis de Aquisgrán y Essen, igual de débiles económicamente.

Según las estadísticas oficiales de la Iglesia católica, de los hasta hace unos años 24.500 edificios eclesiásticos, quedan en la actualidad 24.000 y, de estos, 22.800 son edificios protegidos por su calidad histórica. Del lado protestante, de acuerdo con las estadísticas oficiales, el cambio parece menos acelerado.

Conexión familiar

La disminución de iglesias coincide con la pérdida de cientos de miles de fieles anualmente en Alemania. En 2023, uno de cada dos alemanes dejó de pertenecer a una de las iglesias más presentes en el país -católica y evangélica-, por eso se derriban edificaciones religiosas.

En ocasiones, es posible transferir las edificios, por ejemplo, a otras confesiones religiosas, como la cristiana ortodoxa, que a su vez dan paso a complejos residenciales, residencias de ancianos, galerías de arte o espacios para escalar.

Pero, ¿qué sucede con los sentimientos de los creyentes, las emociones de personas como Rüdiger Kirkskothen?

Matthias Sellmann, teólogo católico de la Universidad de Bochum, cree que "se pierde un lugar para encontrarse con Dios, donde se encienden velas, se pasa junto a la estatua de la Virgen María o simplemente se toma asiento en el banco, donde se sabe que allí también Dios se encuentra con la gente".

Según su experiencia, la demolición o cierre suele afectar a iglesias con no más de 150 años de antigüedad, o construidas después de la Segunda Guerra Mundial. Para muchas personas, como en Elmschenhagen, Kiel, el edificio de la iglesia forma parte de la historia familiar: "Eso es mucho para alguien que sabe que el bisabuelo estuvo allí en el andamio o que la abuela se casó allí".

En lugar de servicios religiosos, ahora se celebran exposiciones en la iglesia protestante de San Petri, en Lübeck.Imagen: Norbert Neetz/IMAGO

"Cuando derriban la iglesia propia, todo se vuelve concreto"

"Es posible que haya leído mil veces en su periódico que la importancia de la iglesia está disminuyendo o que el número de miembros de la iglesia está bajando rápidamente. Pero cuando derriban la iglesia propia, todo se vuelve concreto y cercano", dice Seelman. En muchos casos, los edificios no son lugares puramente religiosos, sino que también tienen un significado social, político, arquitectónico o artístico. "Siempre se pierde un ancla social", argumenta.

Sin embargo Sellmann, fundador y director del Centro de Investigación Pastoral Aplicada de la Universidad de Bochum, también ve la necesidad de reducir el número de iglesias. Mantener y calentar parcialmente un edificio de la iglesia cuesta unos 100.000 euros al año. Además, el número de fieles es cada vez más bajo. Actualmente, alrededor del cinco al seis por ciento de los miembros de la iglesia asiste aún a un servicio dominical.

En la diócesis de Essen tienen también experiencia con el cierre de iglesias. Según esa diócesis, de sus 270 iglesias, probablemente solo 84 "serán lugares con servicios religiosos permanentes" después de 2030. La oficina de desarrollo parroquial de la diócesis fomenta la entrega de artículos de recuerdo a los fieles, como postales, rompecabezas, tazas, conciertos corales o pernoctaciones para niños y jóvenes.

Markus Potthoff, representante diocesano para el desarrollo parroquial en Essen, habla de tristeza e incomprensión, por eso recomienda mucha comunicación y "también espacio para elaborar el duelo”. Potthoff añade que, "después del coronavirus, las comunidades de culto simplemente se volvieron significativamente más pequeñas".

El teólogo Matthias Sellmann cree esta tendencia puede ser una señal de un nuevo comienzo. Se desarrollan nuevas formas de vida eclesiástica, quizás más en consonancia con las expectativas actuales, dice. Y cita como ejemplo los eventos espirituales para jóvenes.

(rmr/rml)

 

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