Iglesias exigen control a exportaciones de armamento
Christoph Strack
12 de diciembre de 2016
En Alemania aumenta la venta de armas al extranjero y las iglesias exigen a la política una nueva ley para controlar las exportaciones.
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Por vigésima vez, las principales iglesias de Alemania presentaron su informe sobre la exportación de armamento. Más allá de la crítica acostumbrada, este año se pronunciaron en conjunto como "Conferencia Unida de Iglesia y Desarrollo" (GKKE), exigiendo una nueva ley de control para la exportación de armamento. Así se posicionan del lado del presidente del SPD, Sigmar Gabriel, pero también en contra del Ministerio de Economía que él mismo dirige. El ministro anunció en enero la creación de una comisión de expertos para elaborar una ley similar, pero el tema aún sigue latente desde entonces.
Según dijo un portavoz del ministerio tras la crítica de la GKKE, las consultas avanzan. Pero será "un largo proceso de discusiones" y no pudo concretar nada sobre el calendario. Algo que se podría interpretar como un intento de posponerlo hasta la próxima legislatura, cuando los socialdemócratas quizás ni siquiera dirijan el ministerio.
El prelado Karl Jüsten, copresidente de la GKKE por la parte católica, alabó las intenciones de Gabriel, pero duda de las posibilidades: "Si consigue imponer su voluntad tendrá nuestro apoyo. Pero como presidente del partido tiene opositores en su propia casa".
Precisamente por eso, las iglesias decidieron tomar la iniciativa antes del año electoral. "Hablamos desde hace tiempo sobre las contradicciones continuas entre bases legales, líneas políticas maestras o la voluntad declarada de una política restrictiva de exportación de armamento frente a la concesión de permisos de exportación", denunció el copresidente evangélico, Martin Dutzmann: "Hay que revisar las bases legales".
Derecho internacional por los suelos
La crítica del estudio de este año gira en torno a un aumento masivo de licencias para exportar armamento. Según el informe, en 2015 prácticamente se duplicaron, y el 59 por ciento de las ventas va a parar a terceros países. Jüsten mencionó concretamente el ejemplo de Catar y Arabia Saudita. En su opinión, Catar comete violaciones masivas de los derechos humanos y apoya a islamistas en todo el mundo. Sin embargo, en 2015 fue el primer país receptor de armamento por un valor de 1.660 millones euros.
En el caso de Arabia Saudita, matizó Jüsten, participa junto a Catar en la lucha armada contra las milicias chiitas del Yemen, un conflicto en el que ya murieron más de 10.000 personas y donde se "pisotea el derecho internacional humanitario". En base a estos ejemplos, las iglesias exigen ahora que sean los partidarios de la exportación y no sus críticos los que tengan la obligación de dar explicaciones, señaló el prelado.
En general, las iglesias creen que el esfuerzo realizado en pro de una mayor transparencia en las exportaciones de armamento ha merecido la pena. Después de 20 años, Jüsten está satisfecho porque "las exportaciones de armamento aparecen ahora en la primera página de los diarios". Una tendencia que se ha mantenido continua durante las dos décadas en las que las iglesias llevan exigiendo un control más férreo sobre el armamento y, sobre todo, una mayor transparencia.
Turquía, más armamento desde el golpe
Sin embargo, no todas las operaciones de armamento están en el punto de mira de la crítica de las iglesias. Por ejemplo, no lo hacen con operaciones de venta a países de la UE o la OTAN, explica Simone Wisotzki, directiva de la Fundación de Hesse para la Paz y Resolución de Conflictos. Pero, aun así, hay casos especialmente difíciles. En su opinión, Turquía no debería poder adquirir armamento actualmente pese a ser miembro de la OTAN. Seguro que será tema para el próximo informe de la GKKE porque, según datos actuales, tras el golpe de Estado de julio se permitió que Turquía comprase aviones y drones por un valor de 76 millones de euros, mucho más de lo que había adquirido en los meses previos al golpe.
Proyectos militares fallidos (05.06.2013)
Los fiascos no son inusuales en los proyectos de defensa. El escándalo en torno al “Euro Hawk”, que ha puesto en aprietos al ministro de Defensa alemán, es sólo el último ejemplo.
Imagen: picture-alliance/dpa/A.Schalit
El submarino que no flotaba
En 2013, expertos españoles que trabajaban en la construcción de cuatro submarinos S-80 descubrieron que el sumergible probablemente no podría flotar por problemas de diseño. Al reformular el proyecto, agrandaron la máquina, que pasó a ser un S-80 Plus. Em 2018 se descubrió que el problema ahora es que el submarino será tan grande que no entrará en su base, que deberá ser agrandada.
Imagen: picture-alliance/dpa/W. Pfeiffer
Más velocidad, más eficacia
Alcanzar la mayor eficacia suele ser el cometido de los grandes proyectos de defensa, también en Alemania. Pero el caso del dron “Euro Hawk” no es el primero que termina en un fiasco. Muchos proyectos han resultado demasiado caros, o simplemente no han funcionado. Aquí recopilamos algunos ejemplos, desde el de un submarino no apto para agua salada, hasta el de un avión propenso a estrellarse.
Imagen: Reuters
Tanque en miniatura
El tanque HS 30 inició una serie de proyectos de defensa fallidos. A mediados de la década del 50 , el entonces ministro germano de Defensa Franz Josef Strauss encargó varios miles, después de haber visto solo un modelo de madera. Pero los vehículos resultaron demasiado estrechos y sus cadenas demasiado débiles. Además, el sistema de refrigeración era inadecuado.
Imagen: Bundesarchiv, B 145 Bild-F027418-0012 / Berretty / CC-BY-SA
Starfighter: misión suicida
El siguiente fiasco tuvo consecuencias más graves. En 1958, Strauss equipó a la Fuerza Aérea alemana con naves F-104 Starfighter, de Lockheed. De 916 aviones, 269 se accidentaron. Hasta 1984 murieron en total 116 pilotos de estos Starfighter, que llegaron a ser conocidos como “productores de viudas”. En una auditoria se acusó a Strauss de haber dilapidado miles de millones de marcos alemanes.
Imagen: picture-alliance/dpa
Submarino alérgico al agua salada
Los primeros submarinos alemanes de postguerra, del tipo 201, eran supuestamente los más modernos de su clase. Pero poco después de entrar en servicio se detectaron fisuras en sus paredes exteriores: el acero no era resistente al agua de mar. El problema se superó con la próxima generación de submarinos, del tipo 205. Afortunadamente, éstos podían sumergirse sin correr riesgo de disolverse.
La serie de contratiempos de las Fuerzas Navales alemanas continuó con el buque de combate “Korvette 130”, que todavía no está completamente operativo. Desde su estreno, en 2008, ha deparado varias sorpresas ingratas: tornillos sueltos y armamento inapropiado fueron solo algunos de los múltiples problemas. Se espera que los trabajos para corregir esos defectos terminen en 2014.
Imagen: picture-alliance/dpa
El costoso Eurofighter
En 2003, el entonces canciller Gerhard Schröder se subió orgulloso a la cabina de un Eurofighter, el hasta entonces más costoso proyecto del ejército y la aviación. Pero un jet de combate se estrelló en un vuelo de prueba. Falló el mecanismo de dirección. En 2010 los sistemas de eyección de los asientos. Finalmente, el costo por jet se elevó de 50 a 90 millones de euros.
Imagen: picture-alliance/dpa
El tigre sin dientes
El helicóptero de combate “Tigre” también entró en funciones más tarde de lo previsto y su costo fue mayor que el inicialmente calculado. Oficiales del ejército dijeron que no era apropiado para el combate en Afganistán, porque su armamento no era suficiente para defender de ataques a soldados en tierra. Ahora ya no se lo denomina oficialmente "helicóptero de combate".
Imagen: picture-alliance/dpa
Cuestión de tiempo
También algunos proyectos actuales están causando dificultades. Se prevé que el Airbus A400M reemplace en algunos países europeos a otros aviones de carga más antiguos, como el Transall. El nuevo Airbus debería estar en función desde hace largo tiempo, pero numerosos problemas técnicos han obligado a postergar su entrega. Ahora, Alemania espera recibir la totalidad de sus A400 hasta 2020.