Un nuevo impuesto a la facturación y una nueva base tributaria le permitirán a los Estados europeos echarle mano a la recaudación de los gigantes de Internet. La polémica es inevitable, dice Bernd Riegert desde Bruselas.
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Según la Comisión Europea, los impuestos pagados anualmente en suelo comunitario por Google y otras compañías dedicadas a operaciones en Internet equivalen, en promedio, al diez por ciento de sus ganancias. En cambio, los impuestos de las empresas tradicionales con operaciones en todo el mundo equivalen al 23 por ciento de sus dividendos. Casi todos los gigantes de Internet tienen su sede principal en Estados Unidos y honran allí la mayoría de sus relativamente pequeñas obligaciones, a pesar de que buena parte de sus ganancias fueron hechas en el Viejo Continente y otras regiones del planeta. Hasta ahora, el derecho estadounidense les ha permitido a los consorcios de Internet multinacionales depositar sus ganancias en las cuentas de empresas filiales asentadas en Estados con bajos niveles impositivos, como los Países Bajos, Luxemburgo e Irlanda. Todo esto es percibido por la Unión Europea como un desequilibrio injusto.
La hora de la reforma
Bruselas ha decidido ponerle fin a ese estado de cosas: el comisario comunitario de asuntos financieros, Pierre Moscovici, ha propuesto asignarles a determinados negocios de Internet –ingresos por concepto de publicidad, la intermediación en el sector servicios y la venta de datos a terceros– un impuesto adicional a la facturación del 3 por ciento, independientemente de dónde estén afincadas físicamente las empresas que realizan esas operaciones. Hasta ahora, las leyes europeas sólo permitían cobrarles impuestos a las compañías en función del lugar donde éstas tuvieran sus sedes operativas; pero, como Google, Facebook, Apple, Airbnb, Ebay y otros consorcios importantes tienen sus núcleos en algún lugar inalcanzable de la red, los ministros de Finanzas de los países europeos decidieron hace algunos meses cambiar algunas reglas que ya tenían más de cien años de vigencia. Y esta no es la única reforma que promete enfrentar a Bruselas con Washington.
Una medida temporal
La Comisión Europea también ha propuesto que a las empresas de Internet se les cobre impuestos por las ganancias obtenidas en los países donde están asentados sus clientes, sin importar dónde tengan sus sedes las compañías; esto es particularmente preocupante para las que tienen sus bases de operaciones en Estados con bajos niveles impositivos. Se supone que esta normativa aplicará para las compañías que obtienen ganancias superiores a los siete millones de euros en un Estado comunitario, que sellan más de tres mil contratos de servicios al año o cuyos servicios tienen más de 100.000 suscriptores. La Comisión Europea estima que son entre 120 y 150 empresas las que deberán pagar más impuestos por exceder los límites mencionados; en Bruselas se espera que el nuevo tributo genere ingresos superiores a los 5.000 millones de euros al año. Moscovici dijo, eso sí, que el impuesto a la facturación en Internet era temporal.
Esperando por una solución global
Si es aprobado por el "club de los 28", el impuesto en cuestión se irá implementando hasta que las economías industrializadas y emergentes del planeta lleguen a un acuerdo y hagan una proposición de alcance global en el marco de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD); las consultas se han estado desarrollando durante años, pero no han dado resultados alentadores hasta ahora. Irlanda, uno de los países europeos con los niveles impositivos más bajos, ha criticado esta moción, advirtiendo que Google, Facebook y los otros monstruos de Internet podrían sentirse tentados de sacar sus sedes operativas del territorio europeo. Por su parte, las empresas de Internet estadounidenses, que desde hace tiempo se sienten tratadas injustamente en la UE, podrían terminar retornando a Norteamérica para estacionar allí sus plantas físicas.
Bernd Riegert (ERC/VT)
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Diez cadáveres de la era internet
El fin del mp3 es solo un eslabón más en la larga lista de servicios que han muerto a medida que la tecnología y los gustos han ido mutando. ¿Recuerda hoy alguien al ICQ, a los fotologs? Nosotros sí.
Imagen: Imago/imagebroker
Netscape, el navegador de la prehistoria
Cuando no había Google Chrome ni Mozilla, la pelea por servir de navegadores a los usuarios del internet primigenio la daban Internet Explorer y Netscape. El primero, obra de Microsoft, era visto como una imposición del monstruo de los computadores. Netscape se erigió en la alternativa, pero fue devorado por IE, que acaparó el 98 por ciento del mercado. En febrero de 2008 Netscape murió.
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Sin Hotmail no había paraíso
Hace 21 años nació Hotmail, la primera plataforma de correo electrónico de alcance mundial. Su éxito duró largos años hasta que apareció Gmail, que ofrecía mayor capacidad de almacenamiento y creó un concepto nuevo: la posibilidad de no borrar los correos viejos. En 2012 Gmail superó a Hotmail, que ahora se llama Outlook y tiene 400 millones de usuarios, menos de la mitad de los que suma Gmail.
Imagen: picture alliance / dpa
ICQ, la flor del chat
ICQ es viejo-viejo. Era un servicio que servía para comunicarse vía chat con una persona determinada, sin tener que estar en salones plagados de otros chateadores. Era una especie de Whatsapp de la prehistoria misma de Internet. Fue creado en 1996 y comprado por AOL en 1998. Si bien dice tener hoy más de 30 millones de cuentas activas, encontrar a un usuario de ICQ es poco menos que un milagro.
No te mueras nunca, mp3
Hasta antes del mp3, escuchar música implicaba cargar un engorroso reproductor de CDs y llevar un estuche con todos los discos. Esta creación del Instituto Fraunhofer hizo que la música fuera portable y simplificó los procesos de descarga en internet, revolucionando totalmente el mercado. Sus creadores anunciaron que dejarán de trabajar con ese formato para privilegiar otros más modernos.
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Napster, ideal para melómanos
Precisamente gracias al surgimiento del mp3 aparecieron plataformas como Napster, donde los usuarios podían descargar todo tipo de música. Esto generó fuertes controversias por los derechos de autor, asuntos legales que terminaron minando la fuerza de Napster. Se relanzó en 2008 y fusionó con otra empresa en 2011. Pero ya nada era igual.
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Fotolog, un Facebook más feo
A comienzos de este siglo los adolescentes compartían sus vivencias en Fotolog, un blog donde se podían compartir fotografías. Era como Facebook, pero más rústico y con muchas menos prestaciones. En realidad, la comparación le queda muy grande. En Fotolog, los muchachos publicaban pensamientos, selfies y toda clase de intrascendencias. Como llegó, se fue.
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Encarta, víctima de Wikipedia
Microsoft ofrecía una serie de servicios, entre ellos Encarta, un intento de enciclopedia virtual que se usaba en los computadores y que era la favorita de los escolares más aficionados a las nuevas trecnologías, porque en esa época eran nuevas. Pero la enorme cantidad de datos erróneos y el surgimiento de Wikipedia relegó a Encarta al olvido. Su última versión es de 2009. RIP.
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MSN Messenger, cómo olvidarte
Antes de Whatsapp, antes de Telegram, antes de Google Talk (QEPD también) estuvo Messenger. Sus íconos verdes o rojos nos indicaban si nuestros amigos estaban conectados o no. Conversar poniendo smileys se tornó tradición entonces. Era una plataforma simple, amigable y estable. Pero Google la borró del mapa y Facebook terminó por sepultarla. Pero te recordamos, Messenger. Con amor.
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Altavista, el buscador desaparecido
Cuando Google no existía, navegar por internet podía ser caótico. Las webs estaban alojadas en barrios (en Geocities, por ejemplo) y los primeros buscadores encontraban bastante poco, en realidad. Uno de los buenos era Altavista. Había otros: Excite, por ejemplo. Pero todos fueron relegados cuando Google impuso su potencia. En 2013, Altavista pasó a mejor vida.
Imagen: picture-alliance/dpa
Disquete, rústicos y pobres
Pensar que en un disquete podía almacenarse 1,44 mb puede provocar una carcajada. Pero era lo que había a comienzos de siglo e imaginar algo distinto no era una posibilidad. Por eso había que andar con muchos de ellos. Decenas, a veces, para guardar apenas un archivo. Los CDs, los pendrives y otras formas de almacenaje más eficientes terminaron sacando a los disquetes de este mundo. Por suerte.