Indígenas advierten: No todo se resuelve con dinero
7 de agosto de 2025
Desde 1994, y por una decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 9 de agosto de cada año es el Día Mundial de los Pueblos Indígenas. Hay entre 370 y 476 millones de indígenas en alrededor de 90 países del mundo. En América Latina, su número ronda los 55 millones.
Invisibilizados y marginados desde la conquista española, han obtenido un poco más de protagonismo en las últimas décadas, especialmente por su lucha por el territorio y la naturaleza. De su pensamiento emanan nuevos conceptos ecológicos como los derechos de la naturaleza o las "soluciones basadas en la naturaleza", como los chagras agroforestales de los pueblos indígenas.
Durante la trigésima Conferencia Cumbre de las Partes sobre el Cambio Climático (COP30), a celebrarse en noviembre próximo, esperan cobrar más protagonismo, ya que el país anfitrión no es una autocracia petrolera como en las últimas dos reuniones, sino casi su casa: Belém do Pará, una ciudad en plena Amazonía brasileña.
"Dejen de fingir que nos escuchan"
DW consultó a cuatro representantes de diferentes países y etnias, para indagar cómo se diferencia su pensamiento del mundo de los blancos y mestizos, y qué quieren que se aprenda de ellos.
Pedro Uc Be es un poeta maya y vive en Buctzotz, en la península de Yucatán, sureste de México. En entrevista con DW, subraya que, según la cosmovisión maya, debe haber una convivencia entre la naturaleza y el desarrollo para no destruir la esencia de la vida. "Yo veo que en el desarrollo que plantea Occidente, dominado por el capitalismo y el egoísmo, no se convive con la naturaleza, pero se suplanta y se acaba con la selva, los cenotes (fuentes de agua dulce subterráneas), y los animales", dice Uc Be.
Uno de los errores que ha tenido Occidente en su encuentro con los pueblos originarios, según Uc Be, es no tener humildad para escuchar y dialogar "en torno a las ideas y no en torno a las armas". Le gustaría que Occidente "deje de fingir que nos escucha" y pone como ejemplo las COPs: "Allí le dan un minuto a un orador indígena, pero nadie le hace caso", critica el escritor. Hay otra falla en el pensamiento occidental que ha detectado: "Todo quieren resolver con el dinero, creemos que el camino no está por allí."
Todo es negocio, hasta las desgracias
En eso coincide Patricia Gualinga, una lideresa kichwa de la Amazonía ecuatoriana: "Los blancos han convertido todo en negocio, han mercantiliziado la crisis del clima y todas las desgracias y catástrofes que deriven de ella", comenta a DW. Con esa forma de pensar, según ella, se ha generado un desequilibrio: "Se violentan derechos humanos, se ha olvidado la parte humana, la capacidad de ser solidarios, empáticos, de poder crear una oportunidad de estar todos juntos con un mismo objetivo."
Preguntada sobre la COP30, Gualinga, que es asistente regular, es cautelosa. "Aún tenemos esperanza que pueda haber una posibilidad de conservar la Amazonía y valorarla como lo que es, no solamente petróleo, minería, sino un ecosistema que mantiene su equilibrio y sus culturas milenarias que han estado mucho antes de la Colonia y que son un abanico de colores y conocimientos que pueden ser un aporte fundamental en toda esta crisis."
Sacan leyes sobre nuestros territorios y nos consultan después
Para el dirigente mapuche Sergio Santo Millalen, originario del Sur de Chile, la convivencia con el pensamiento occidental es difícil. "Donde nosotros vemos naturaleza, ellos ven tierra baldía que se puede explotar, instalando industrias, hidroeléctricas o monocultivos forestales."
El activista social y político se congratula en conversación con DW por algunas iniciativas ecológicas del gobierno saliente de izquierda del presidente Gabriel Boric, pero se siente frustrado por la manera vertical y autoritaria en la que funciona el Estado chileno. "Sacan leyes y solamente se nos consulta después cuando las quieren aplicar, y eso causa siempre conflictos", dice en referencia a una inciativa para crear más áreas protegidas en Chile.
Lo mismo ocurrió con la comisión que Boric implementó para recomponer la relación con el pueblo mapuche. Esa etnia libró una lucha feroz y larga contra los conquistadores y hasta hoy en día tiene un ala radical combatiendo por una autonomía y es tildada de "terrorista" por los diferentes gobiernos de turno.
"Le colocaron un nombre rimbombante, Comisión para la Paz y Entendimiento con el Pueblo Mapuche, pero en la práctica tenemos tres años de militarización y la deforestación sigue", dice Millalen.
El problema, según él, yace en la negación de la élite a discutir el origen del conflicto: "Nunca han querido tocar el tema del despojo y genocidio del pueblo mapuche."
Para Millalen, la COP30 tiene validez como foro para generar consciencia y pensar el desarrollo de manera diferente, más sustentable. Exige, sin embargo, que los Estados por fin avancen en compromisos serios y transparentes.
Se cree que los pueblos indígenas no pueden manejar dinero
Sara Francisco Apolinar, integrante de la junta directiva de la organización indígena Sermixe en el estado sureño de Oaxaca, en México, destaca que la experiencia de colonialismo, opresión y resistencia ha marcado mucho a los pueblos indígenas y los distingue del mundo occidental.
"Se ha otorgado un estatus superior a la cultura occidental y a las personas blancas, y se perpetúan estos estereotipos”, critica la joven dirigente mexicana. Como ejemplo pone el debate sobre los fondos verdes en las cumbres internacionales como la COP30. "Los indígenas no tienen acceso directo a esos fondos. Se cree que no tienen la capacidad de manejar el dinero, que necesitan instituciones administradoras", dice en entrevista con DW.
Es un problema delicado entre el Sur global y los países industrializados. En los últimos años, el debate de la descolonización vuela sobre todas las conferencias internacionales como una nube negra.
Sobre todo, los países de la Comunidad del Caribe, en conjunto con algunos países africanos, han tomado la delantera y exigen disculpas y reparaciones multimillonarias por el genocidio y la esclavitud.
Para la dirigente mixe, ese debate sobre la historia puede ser incómodo para las antiguas potencias coloniales, pero es necesario para reconstruir el tejido social de los pueblos indígenas y esclavizados, y para poder construir un futuro más justo y equitativo para todos.