Indignación en Filipinas por declaraciones de Duterte
4 de junio de 2019
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, desató una oleada de indignación después de haber afirmado haberse "curado" de ser gay con la ayuda de hermosas mujeres.
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Duterte es notorio por sus discursos y declaraciones llenos de improperios y frases de efecto, amenazas y bromas sobre temas delicados como el estupro. Su nuevo escándalo ocurrió durante una encuentro con representantes de la comunidad filipina en Tokio, la semana pasada.
Durante su discurso, Duterte sugirió que uno de sus más duros críticos, el senador Antonio Trillanes, es homosexual. "Trillanes y yo somos similares. Pero yo me he curado", dijo el mandatario. Duterte explicó que "se tornó un hombre nuevamente" después de conocer a quien ahora es su ex esposa.
"De forma que mujeres hermosas me han curado", añadió.
El presiente filipino tiene antecedentes tenebrosos en lo que se refiere de los derechos de los homosexuales. Durante su campaña para presidente, en 2016, expresó apoyo al casamiento entre personas del mismo sexo, pero posteriormente cambió de opinión.
También utilizó la homosexualidad como un insulto, incluso contra el embajador de Estados Unidos en Filipinas, Philip Goldberg.
El grupo Bahaghari, que defiende derechos de homosexuales y transgénero, apuntó que los comentarios de Duterte eran peligrosos y retrógrados.
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"Es sintomático de enfermedades aún más graves: la ignorancia, el prejuicio y el odio", apuntó el grupo en un comunicado.
"Declaraciones como esa, como los comentarios perversos y ofensivos contra las mujeres, no puede ser tomadas a la ligera o desechados como bromas", añadió.
La Organización Mundial de la Salud de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría consideran la homosexualidad como una orientación y no un desorden mental.
Filipinas, inclusive, tiene una reputación de tolerancia hacia la homosexualidad, pero analistas coinciden en apuntar que las protecciones legales están siendo erosionadas.
Al mismo tiempo, la Iglesia Católica es una fuerza muy poderosa en una nación donde la mayoría de sus 106 millones de habitantes se definen como creyentes. Al aborto y el divorcio son ilegales en Filipinas, en parte debido a la firme resistencia por parte de la iglesia.
CP (afp, dpa)
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Filipinas: así es la vida entre los muertos
El espacio habitable es escaso y caro en Manila. Unas 6.000 personas han hecho del cementerio “Norte”, en la capital de Filipinas, su hogar. Pero todos sueñan con una vida fuera de esos muros.
Imagen: Claudio Sieber
Último refugio para los pobres
Las tumbas y los mausoleos han estado habitados desde la década de 1950. Sus ingresos suelen ser insuficientes para el alquiler. Es por eso hay gente que vive en las tumbas familiares: no hay que pagar por ello. Algunos residentes viven en tumbas ajenas, pero se encargan, a cambio, de cuidarlas.
Imagen: Claudio Sieber
Tres generaciones
Muchos habitantes nacieron aquí, en el cementerio. Hay familias que llevan ya tres generaciones viviendo entre estos muertos.
Imagen: Claudio Sieber
Difícil día a día
La vida es dura. No hay agua corriente. Quien quiere asearse o lavar su ropa tiene que acudir a la comunidad vecina y comprar el agua con algo de dinero.
Imagen: Claudio Sieber
Apretados
Apenas puede hablarse aquí de una esfera privada. Mucha gente vive en pocos metros cuadrados. La electricidad para ver televisión, encender ventiladores y disfrutar de videojuegos se toma, a veces de modo ilegal, de algún vecino que vive en una vivienda común.
Imagen: Claudio Sieber
Karaoke
Para celebrar un cumpleaños, los habitantes del cementerio "Norte"cantan en un karaoke. A pocos metros, la tristeza de una familia que entierra a un bebé.
Imagen: Claudio Sieber
Funerales y entierros
Cada día, varios muertos son enterrados en este cementerio. El recuerdo y la visita regular a los muertos juegan un papel importante en Filipinas.
Imagen: Claudio Sieber
Helados
El vendedor de helados Hobito no vive en el cementerio. Pero llega casi todos los días desde donde vive, a casi 3 kilómetros, para endulzarle el día a estos niños.
Imagen: Claudio Sieber
Varado
Edwin Orocoy solía trabajar como cocinero en Arabia Saudita. Tras su regreso a Filipinas, tuvo un accidente. Desde entonces, ya no puede trabajar. Vive en el cementerio desde 2005, a la espera de que Dios y su familia no lo olviden aquí.
Imagen: Claudio Sieber
Cena familiar
Esta noche hay pulpo "abodo", un plato tradicional filipino. Richard cocina para su familia de seis, que vive en una tumba. Durante el día, Richard conduce un yipnis, uno de los típicos minibuses usados como taxis colectivos en Filipinas. No sabe cuánto tiempo le durará el trabajo, pues los vienjos yipnis están siendo retirados de las calles.
Imagen: Claudio Sieber
Clases
La Fundación Metodista Kapatiran Kaunlaran imparte clases a algunos escolares del cementerio "Norte". Aprenden lectura y escritura, matemáticas y algo de inglés. La maestra tiene la esperanza de que así, al menos uno de cada diez de estos niños tenga mejores oportunidades.
Imagen: Claudio Sieber
Biblia
Hay lecciones bíblicas regulares para los habitantes del cementerio. La gente aquí es profundamente religiosa. Y todo el mundo espera dejar algún día estos muros.
Imagen: Claudio Sieber
Guardianes y sepultureros
Erwin Zapata, alias "Zasho" (dcha.), trabaja desde pequeño como guardián de tumbas de niños. Él y cinco colegas ayudan en los entierros y se ocupan de que no se pierda nada. También se encargan de pagar las tasas, que se deben pagar cada tres años, para que no se reasigne la tumba.
Imagen: Claudio Sieber
El sueño de un hogar
El joven Kambal Cabaña ha vivido en el cementerio durante once años y, como todos, anhela vivir fuera, en una vivienda normal. Cría palomas de carrera y espera llegar a ganar mucho dinero en una carrera algún día. Así, él y su familia podrían cumplir su sueño.