Arquitectura alemana en Chile
13 de junio de 2011 La inmigración alemana a Chile se remonta a 1845 cuando fue proclamada la „Ley de inmigración selectiva”, con la que el gobierno chileno quería atraer inmigración extranjera para colonizar el inhabitado sur del país que desde la Colonia había sido defendido como territorio propio por el Pueblo Mapuche.
Conocida como la décima región, llena de bosques con araucarias de tres mil años de antigüedad y unos 15 lagos que se formaron tras erupciones volcánicas, aquella zona de intensas lluvias se convirtió en hogar de unas seis mil familias de origen alemán que se instalaron en las zonas de Valdivia, Osorno y Llanquihue, en el sur del país.
Particular trabajo en madera
La migración alemana, además de haber dejado una fuerte huella cultural y económica llevó a Chile sus conocimientos en la construcción de casas y edificios y su manera de trabajar la madera. Una exposición en la Universidad Técnica de Berlín muestra las investigaciones de las técnicas de construcción de la inmigración alemana que llegó a Chile entre 1852 y 1875.
“El objetivo era analizar los sistemas constructivos de las viviendas de los inmigrantes en el sur de Chile”, afirma el ingeniero civil Francisco Prado García, uno de los tres investigadores del proyecto desarrollado por la Universidad Técnica de Berlín y la Pontificia Universidad Católica de Chile, con apoyo del Fondart (El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de Chile) y el DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico).
Investigación de campo
Unos 45 estudiantes e investigadores provenientes de ambas universidades recibieron el cometido de hacer investigaciones de campo. Según las listas de emigrantes que partieron desde el puerto de Hamburgo, se investigaron a familias emigrantes provenientes de Bohemia, Hamburgo, Hesse, Silesia y Westfalia.
A partir de las zonas de origen se compararon los registros alemanes y los chilenos, es decir, la salida de los inmigrantes por barco desde Alemania y su llegada a Chile. Ahí se encontraron planos del terreno con los nombres de las familias. Entre unas 2.500 familias se eligieron 15 casos de origen y 15 casos de destino.
“Comenzamos a trabajar sobre las listas de emigrados en el semestre de invierno de 2009. Nos repartimos el territorio de acuerdo al mayor número de emigrados que hubiera. Yo en lo particular me ocupé de la región de Bohemia, en el triángulo entre Alemania, Polonia y la República Checa, desde donde viajaron 500 personas que emigraron a Chile en 1875.
Un grupo de nosotros viajó a esa región para documentar las casas y dibujar planos arquitectónicos de ellas”, afirma la estudiante de arquitectura Johanna Moser, una de las co-investigadoras del proyecto.
Construcción multi-usos
Lo que encontraron los estudiantes de arquitectura fue que en dicha región la construcción más común era la madera maciza, y un uso combinado en la misma construcción. Una parte era utilizada como vivienda de la familia y otra como establo para animales. Una costumbre que después en Chile no se retomó.
Entre los casos encontrados se encuentra la casa en Górnowiejska 6 (hoy Görlitz), que muestra las características arquitectónicas de la región fronteriza entre Polonia, Alemania y Chequia, que combina un piso de piedra y madera maciza con un segundo piso de entramado. Esta casa y otras 250 existentes en la región de Baja Silesia son ejemplos de un estilo arquitectónico que se ve también en la llamada “Suiza Sajona” y las llamadas montañas gigantes de Karkonosze (hoy Polonia).
Dos olas migratorias
El estudiante de arquitectura Daniel Korwan, viajó a Silesia, hoy Polonia que en los tiempos en que los inmigrantes partieron era territorio del Reino Prusiano. “Hubo un grupo de tiroleses que emigró a Silesia a mediados del siglo XVIII y principios del XIX y construyeron casas de estilo tirolés, donde hubo una fuerte transferencia arquitectónica que fue llevada ahí por este grupo migratorio”, dice.
El co-investigador del proyecto añade que posteriormente un grupo de estos emigrantes abandonó Silesia y emigró a Chile. “Se asentó a orillas del lago Llanquihue, pero no construyeron como lo había hecho la generación anterior en Silesia. Fueron dos olas migratorias, la primera en 1830 y la segunda en 1860 y mientras la primera trasladó sus costumbres arquitectónicas, la segunda no”, dice.
El estudiante señala que mientras que el Estado Prusiano pagó a los inmigrantes los costos de construcción de sus nuevas viviendas y había herramientas, en Chile no encontraron ese apoyo. “Ahí construyeron lo que pudieron”.
Construcción funcional y simple
La vivienda que construyó la primera generación de inmigrantes en Chile fue muy funcional y simple. “El contrato que firmaron decía, entre otras cosas que tenían 365 días para construir una casa y trabajar el suelo, y cercar un predio que se les había asignado. A muchas familias se les asignó un predio alrededor del lago Llanquihue, que pudimos identificar”, afirma el ingeniero civil chileno Francisco Prado García.
Entre los casos estudiados se encuentra la Casa Richter en Frutillar, en la ribera oeste del lago Llanquihue, que opera actualmente como Escuela de las Artes de la localidad. La familia Richter recibió 97 cuadras en Frutillar. La casa fue construida en 1895 y de acuerdo a las necesidades de la época, debía alojar a una familia numerosa. La familia se dedicó a la agricultura y hasta avanzado el siglo XX seguía abasteciendo de leche a la población.
Autora: Eva Usi
Editora: Claudia Herrera Pahl