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Irán cede

21 de octubre de 2003

Los ministros de RR.EE. de Alemania, Francia y Gran Bretaña lograron lo que se proponían en Teherán: el compromiso iraní de suspender el enriquecimiento de uranio y permitir la inspección de su programa nuclear.

Straw y De Villepin, durante las negociaciones en Teherán.Imagen: AP

El recibimiento brindado en Teherán a los jefes diplomáticos de Berlín, París y Londres subrayó el carácter inusual de esta visita triple, destinada a evitar una crisis en torno al programa atómico iraní. La cordialidad de la recepción no pudo ocultar lo delicado de las negociaciones, que superaron ampliamente la duración prevista. Pero Irán no tenía muchas alternativas. O se decidía a cooperar con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) o se resignaba a un aislamiento total. Así lo hizo notar, sobre todo, el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, quien había presionado fuertemente por un entendimiento.

Joschka Fischer en Irán.Imagen: AP

El resultado puede dejar satisfechos a los ministros europeos, que consiguieron un acuerdo "en uno de los asuntos más sensibles, que es el de la no proliferación de armas de exterminio masivo", según palabras de Fischer. También su colega francés, Dominique de Villepin, habló de un "día importante", mientras su homólogo británico, Jack Straw, destacó que la soberanía de la república Islámica no sufrirá mella con lo pactado.

Los compromisos de Teherán

En concreto, Irán se comprometió a suscribir el Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación Nuclear -que permite también inspecciones sorpresivas a las instalaciones atómicas- y a suspender todas las actividades tendientes a enriquecer uranio. Teherán destacó en este contexto su voluntad de fomentar la confianza y discutir abiertamente con la AIEA todos los aspectos de su programa nuclear que -según reiteró- tiene exclusivamente fines pacíficos.

A cambio, obtuvo de parte de los europeos el reconocimiento de su derecho a utilizar energía atómica en el campo civil. Y esto no es poca cosa para Irán, teniendo en cuenta que muchos siguen preguntándose para qué la necesita un país con tantas reservas de petróleo y gas. Más aún: los europeos indicaron que, una vez que se hayan disipado todas las inquietudes internacionales, se podría facilitar a los iraníes el acceso a tecnologías modernas.

Desactivación momentánea

Este último punto probablemente no agrade mucho a Washington que, por principio, considera a Teherán como un peligro potencial. No en vano el presidente George W. Bush lo incluyó en lo que considera el "eje del mal". Y ello no se refería únicamente a las presuntas ambiciones nucleares del gobierno iraní, sino, principalmente, a su apoyo a sectores fundamentalistas islámicos, incluidas las huestes de Osama Bin Laden.

En consecuencia, se puede hablar de una distensión, pero no de que el conflicto haya quedado definitivamente desactivado. La anuencia de Washington a la misión de los ministros europeos probablemente tenga que ver con su interés de que no se abra un nuevo frente en la región, mientras no termina de pacificarse Irak. Las cosas, sin embargo, pueden variar. Teherán, por consiguiente, no podía darse el lujo de dar la espalda a los jefes diplomáticos de tres países de la Unión Europea, que desde hace largo tiempo aboga por un diálogo crítico con el régimen iraní, en contraposición a la mano dura que propicia la Casa Blanca. Máxime cuando esta vez incluso Gran Bretaña se sumó a los esfuerzos de mediación, ya sea por guardarle las espaldas a Bush o por evitar un desgarramiento interno en Londres, como el que provocó la crisis iraquí.

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