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Bloqueo israelí en Gaza: "La situación es indescriptible"

5 de mayo de 2025

La situación en la Franja de Gaza ha vuelto a alcanzar un punto crítico, advierten las organizaciones humanitarias. La vida allí gira en torno a la búsqueda de suministros. Israel interrumpió el envío de ayuda en marzo.

Gazatíes pidiendo comida con ollas.
Mucha gente depende de los alimentos que proporcionan las organizaciones de ayuda.Imagen: Bashar Taleb/AFP/Getty Images

Tras casi 19 meses de guerra, la población de Gaza se está quedando sin opciones para afrontar la situación y teme lo que está por venir.

El bloqueo de Israel a todos los suministros humanitarios y comerciales ya dura dos meses y los bombardeos israelíes en Gaza continúan.

"La realidad en Gaza es indescriptible", dice por teléfono a DW desde Ciudad de Gaza Ahmad Qattawi. "Vivimos una tragedia, intentando sobrevivir sin saber si lo lograremos o no. Puede que sobrevivamos, pero nuestras almas murieron hace mucho tiempo".

El miedo a los bombardeos es un problema, subraya, y encontrar suficiente para comer, es también otro problema. "Estamos consumidos por la búsqueda diaria de comida, almacenando todo lo que podemos para los próximos días", añade. "Comemos frugalmente, y lo máximo que podemos".

Las organizaciones de ayuda humanitaria han advertido constantemente sobre el alto riesgo de desnutrición y hambre, ya que las panaderías están cerradas, el precio de los alimentos básicos se dispara y las fronteras permanecen cerradas.

Los mercados siguen vendiendo pequeñas cantidades de verduras, pero son inasequibles para la mayoría de la gente. Los precios se han disparado y muchos gazatíes se han quedado sin ingresos. Un kilo de tomates, un alimento básico en las cocinas palestinas, cuesta ahora unos 30 shekels, 7 euros. Esto se compara con los 1 o 3 shekels por kilo que costaba antes de la guerra. Y un kilo de azúcar se vende ahora a más de 60 shekels.

"Nuestras vidas ahora dependen completamente de la comida enlatada, con la rara excepción de algunas verduras", destaca Qatawi, de 44 años, quien añade que cocinar es un reto debido a la escasez de gas. "No hay leña para encender el fuego, así que quemamos lo que encontramos: ropa, zapatos, cualquier cosa. Así es nuestra vida diaria".

"No hay un lugar seguro"

"Nunca, en la historia de Gaza nos hemos encontrado en una situación así", dice por teléfono desde Ciudad de Gaza a DW Amjad Shawa, director de la Red de Organizaciones No Gubernamentales Palestinas (ONGP). "Es una catástrofe", añade.

"Tenemos ataques aéreos, de artillería, ataques contra tiendas de campaña y refugios", declaró Shawa. "No hay un lugar seguro. Y además, todos se mueren de hambre. Incluso, hablando personalmente, no sabemos qué comer. No hay casi nada".

Shawa comenta que la gente se siente cada vez más acorralada, sin final a la vista. "Y lo peor para nosotros, como humanitarios, es sentirnos atados de pies y manos, sin nada que dar", lamenta Shawa. "Hacemos todo lo posible por brindar algo de esperanza aquí y allá, pero por otro lado, somos parte de la comunidad y no podemos aislarnos de la situación".

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) ha dicho que "el sistema de salud está al borde del colapso, desbordado por el gran número de víctimas y gravemente afectado por el bloqueo total, que ha cortado el suministro de medicamentos, vacunas y equipos médicos esenciales".

Por su parte, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) anunció recientemente que había agotado sus reservas de alimentos para Gaza y que había distribuido los últimos suministros a comedores comunitarios, que sirven comidas básicas a los más vulnerables, así como la harina restante a las panaderías.

"El 31 de marzo, las 25 panaderías apoyadas por el PMA cerraron al agotarse la harina de trigo y el combustible para cocinar", anunció el organismo de la ONU en un comunicado. "Esa misma semana, se agotaron los paquetes de alimentos del PMA distribuidos a las familias con raciones de comida para dos semanas. El PMA también está profundamente preocupado por la grave escasez de agua potable y combustible para cocinar, lo que obliga a la gente a buscar en la basura alimentos para cocinar".

Vivir con miedo

A medida que escasean los suministros, la preocupación por cómo mantener a los seres queridos lo eclipsa todo, relata a DW por teléfono Mahmoud Hassouna, residente de la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza. Este joven de 24 años fue desplazado al comienzo de la guerra en 2023, cuando la casa de su familia fue destruida por los bombardeos israelíes.

Los gazatíes temen la grave amenaza de los bombardeos israelíes y, a largo plazo, el hambre.Imagen: MENAHEM KAHANA/AFP

El joven comenta que pasa el día en la vivienda improvisada de su familia, ayudando a su madre a preparar la comida. "Hemos vuelto a vivir de la comida enlatada", dice. "No tenemos suficiente dinero para comprar verduras, que se venden a precios exorbitantes en el mercado".

Hassouna explica que su trabajo consiste en encontrar leña, algo difícil de conseguir últimamente, ya que la mayoría de los árboles han sido talados o destruidos por los bombardeos. Mucha gente se arriesga a entrar en las casas bombardeadas para rescatar puertas u objetos de madera.

También tiene que encontrar agua potable e intentar cargar los teléfonos cerca. El miedo a los bombardeos y al desplazamiento se ha vuelto constante: "He pasado casi dos años de mi vida bajo bombas, asesinatos y muerte. Ya ni me reconozco a mí mismo”.

Un alto el fuego que comenzó en enero y duró hasta principios de marzo aportó cierto alivio a la población de Gaza y dio tiempo para llenar los almacenes de las organizaciones humanitarias. Sin embargo, la situación se deterioró de nuevo en cuanto Israel puso fin al alto el fuego y reanudó su ofensiva el 18 de marzo, tras finalizar la primera fase del acuerdo de alto el fuego, la liberación de rehenes y el fracaso de las conversaciones sobre una segunda fase.

Antes de finalizar el alto el fuego, el Gobierno israelí ya había ordenado el cierre de todos los cruces fronterizos y paralizado todos los envíos humanitarios y comerciales a Gaza.

La "máxima presión" de Israel

El bloqueo forma parte de lo que las autoridades israelíes describen como una estrategia de "máxima presión" para obligar a Hamás a liberar a los rehenes restantes en virtud de un nuevo acuerdo de alto el fuego temporal y, en última instancia, derrocar al grupo militante palestino. Las autoridades israelíes han acusado a Hamás de robar ayuda y utilizarla para sus propias fuerzas.

Los medios de comunicación israelíes informaron el lunes (5.5.2025) que el gabinete de seguridad ha aprobado planes operativos para ampliar la actual ofensiva militar, incluyendo el reclutamiento de decenas de miles de reservistas. No está claro cuándo se produciría dicha expansión.

Hamás ha rechazado todas las peticiones de desarme e insiste en un acuerdo que garantice el fin de la guerra.

Israel emprendió la guerra tras un ataque terrorista liderado por Hamás el 7 de octubre de 2023, en el que hombres armados mataron a casi 1.200 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a unos 250 rehenes. Las autoridades israelíes afirman que 59 rehenes permanecen en Gaza, de los cuales se cree que menos de la mitad siguen con vida.

Israel respondió de inmediato al ataque liderado por Hamás con una masiva operación militar y una ofensiva terrestre en Gaza. El número de muertos en la Franja asciende ya a más de 52.000, según informó la semana pasada el Ministerio de Salud, dirigido por Hamás. Se cree que hay miles sepultados bajo los escombros.

¿Retención estratégica de ayuda?

Los grupos de ayuda humanitaria y las Naciones Unidas acusan a Israel de utilizar la ayuda humanitaria y alimentaria como herramienta política. Esto constituye un posible crimen de guerra que afecta a la totalidad de los 2,2 millones de habitantes de Gaza.

Esta semana, el subsecretario adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios y Coordinador de Ayuda de Emergencia, Tom Fletcher, recordó a Israel en una declaración que "el derecho internacional es inequívoco: como potencia ocupante, Israel debe permitir la entrada de la ayuda humanitaria. La ayuda, y las vidas civiles que esta salva, nunca deben ser moneda de cambio”.

Durante la guerra, la población de Gaza se ha vuelto casi totalmente dependiente de los suministros del exterior. El desplazamiento constante de personas y la creación de una amplia zona de amortiguación controlada por el Ejército israelí en el norte, a lo largo de la frontera oriental y en el sur, han negado a los palestinos el acceso a las tierras agrícolas más fértiles de Gaza.

"En pocas palabras, Israel no sólo impide la entrada de alimentos a Gaza, sino que también ha creado una situación en la que los palestinos no pueden ni cultivar ni pescar sus propios alimentos”, declara Gavin Kelleher, trabajador humanitario del Consejo Noruego para los Refugiados, que acaba de regresar recientemente de trabajar en Gaza.

Los gazatíes afirman que también se han producido saqueos de almacenes y una atmósfera general de caos y poca seguridad interna durante los bombardeos israelíes.

La OCHA informó el jueves (1.5.) que "los recientes ataques han alcanzado, según informes, edificios residenciales y tiendas de campaña que albergan a personas desplazadas, especialmente en Rafah y el este de la ciudad de Gaza. Hasta este martes, nuestros socios humanitarios estiman que más de 423.000 personas en Gaza han sido desplazadas una vez más, sin un lugar seguro al que ir”.

Esto es una pesadilla para Mahmoud Hassouna. "Mi único deseo es no volver a ser desplazado”. Y añade que, "después de eso, quiero que se acabe esta guerra desquiciada”.

(rmr/ms)

 

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