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Italia: a caballo entre el euro y el populismo

12 de noviembre de 2018

Los presupuestos italianos de 2019 se saltan las directrices de la UE. Algo que no molesta al Gobierno, pero sirve a los populistas para atacar al euro.

Symbolbild |  Referendum in Italien zur Änderung der Verfassung
Imagen: picture-alliance/dpa

Según un escenario hipotético, en 2020 Italia podría estar gobernada por una alianza de partidos populistas, cuyo objetivo principal es abandonar el euro. La moneda única europea ya habría quedado obsoleta en el país y el primer objetivo es defender a "los italianos ante todo”. Este ficticio Gobierno que justifica tales políticas y que, a su vez, provoca tempestades en toda Europa, es parte de un sombrío relato de ficción política que recientemente publicó Sergio Rizzo, uno de los periodistas mas reconocidos del país.

En "La notte che unscimmo dall´euro” (la noche en la que abandonamos el Euro), Rizzo describe la salida de la moneda única como resultado de un nacionalismo que no solo aumenta en Italia, sino también en otros países. En la ficción del periodista, el nacionalismo prevalece y el euro es lo único que mantiene unida a la UE en "La notte”, hasta que ese ficticio Gobierno italiano termina cortando los lazos económicos en 2020.

Más allá de la ficción del relato, Italia trata de dar una imagen diferente a la de un Gobierno populista en la vida real. El vice primer ministro, Luigi di Maio, del movimiento euroescéptico Cinco Estrellas, prometió que Italia se mantendría en la zona euro. Aún así, pretende mantener los presupuestos presentados para 2019, a pesar del rechazo de la Unión Europea. A Di Maio no le afectan las sanciones. Probablemente, su país podría contar con apoyo de otros países. En especial, aquellos cuyos gobiernos están en manos de populistas. Y, según el cálculo de Di Maio, estos podrían tener más representación tras las elecciones europeas del próximo mes de mayo.

En la ficción política de Rizzo, el lema de "Los italianos ante todo” refleja el preocupante populismo del país. Sus representantes siempre supieron que no hay agenda política más exitosa que la protesta contra el poder establecido. Primero contra el italiano, para atacar después a la élite política europea.

"L'Uomo Qualunque"  (El hombre común)

Bajo el eslogan "Abbassi tutti” (abajo todos), Giuglielmo Giannini, abuelo del populismo italiano, publicada una exitosa revista tras la II Guerra Mundial. Su nombre "L'Uomo Qualunque" (El hombre común) ya indicaba su tendencia ideológica. La revista afirmaba proteger al italiano anónimo del cinismo de los políticos profesionales. Según aseveraba, los políticos veían su poder como medio para hacer carrera, para cobrar un sueldo, mantenerse, conseguir concesiones y hacer  negocios.

Tal afirmación se mantuvo latente hasta la década de los 60. Posteriormente, cayó su popularidad para volver a resurgir a finales de la década de los 80. Los enormes escándalos de corrupción en todo el espectro político de principios de los noventa alimentaron ese estado de ánimo. Sobre todo en torno Milán, como metrópoli económica, que fue apodada entonces como "Tangentopoli” (Ciudad del soborno).

Imagen: picture alliance/AP Photo/D. Vojinovic

Más que sufrir una dura sacudida, la confianza de los italianos en la política prácticamente había desaparecido. Y ese escándalo de Tangentopoli sirvió de base para el éxito de otro líder populista, el empresario Silvio Berlusconi. Él también fingió ser un anti político, independiente del "sistema” y, por tanto, capaz como ningún otro de sacar a Italia del fango. ¿Quién sino un hombre hecho a sí mismo como él podría salvar el país? "Queremos que la gente gobierne al Estado y no que el Estado gobierne a la gente”, fue uno de sus eslóganes, que le sirvió para seguir tensando el conflicto entre el ciudadano y el Estado –o sus élites- que Giannini había impulsado con éxito anteriormente.

Sin embargo, ni siquiera el propio Berlusconi, que se las daba de estar por encima de cualquier ideología  y de ser un pragmático empresario, logró solucionar los problemas de su país. Muchos italianos mantuvieron su desconfianza respecto al Estado y, con ello, el deseo de solucionar los problemas con sus propias manos. Los dos socios de la actual coalición de Gobierno, la Liga y el movimiento Cinco Estrellas, ya optaron por ello.

Alternativa al poder establecido

Desde su experiencia en su primera legislatura en el Gobierno, en 1994, la Liga ha aprendido que los problemas del país no pueden ser resueltos por esta suerte de "presuntos anti políticos”. Por eso se presentó con un nuevo enemigo: el euro. A partir de entonces, la moneda común se convirtió en  la madre de todos los problemas que el país tenía pendientes. Para partidos de protesta, como la Liga o el movimiento Cinco Estrellas, enfrentarse al euro o, por lo menos, intentarlo, supone un potencial de movilización prácticamente inagotable al que recurrir. Además, la prolongación de la crisis fue como el agua que mueve el molino populista, con el euro convertido en chivo expiatorio.

Los partidos establecidos no pudieron hacer frente a los advenedizos. Trataron de unirse modificando las alianzas. Pero, según Enrico Letta, fundador del Partito Democratico y presidente italiano por varios meses entre 2013 y 2014, fue un error. "No creo que la solución sea una alianza entre los partidos que lograron sobrevivir al siglo XX, como los socialistas y los democristianos. Es una reacción defensiva que no es atractiva para nadie”, dijo Letta en 2016 en una entrevista de la revista "L´Espresso”.

El negocio del miedo

Letta insinuó que el populismo italiano siempre ha tenido tanto éxito por dirigirse contra un sistema relativamente hermético que no puede presumir de un historial inmaculado de éxitos políticos y económicos. Además, en Italia se dieron cuenta de que también los ciudadanos de Alemania estaban perdiendo la confianza en los partidos establecidos. Muchos ex votantes del SPD ya no se sienten representados por la socialdemocracia, dice en un comentario el diario La Repubblica. Esa ruptura emocional quizás sea más "sentida que real”. Sin embargo, "la impresión de que hay un relevo en marcha campea a sus anchas por todas partes”. Además, los partidos alemanes actuaron con miedo, explicaba el periódico Il Messaggero. Un miedo que, en Alemania, tiene dos elementos clave: la inmigración y las catástrofes climáticas. Del primero se aprovechan  los partidos populistas. Del segundo, los partidos ecologistas, escribía el rotativo. 

Por su parte, Italia prefiere dedicarse al miedo en torno a la figura del euro. Y permanecer en la moneda única, tal y como prometió el viceministro Di Maio, les daría a los partidos populistas una ventaja nada despreciable: podrían seguir agitando en su contra también en el futuro.

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Autor: Kersten Knipp (jag/er)

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