Italia: cerrar el país a la inmigración es “vender humo”
13 de enero de 2018
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El primer ministro italiano en funciones, Paolo Gentiloni, afirmó este viernes (12.01.2018) que aquellos que dicen querer "cerrar el país contra la inmigración venden humo" y afirmó que la receta para solucionar la crisis migratoria es facilitar canales seguros que acaben con el tráfico de personas.
"Quien piensa o dice que va a cerrar el país contra la inmigración vende humo. Es necesario gestionar la inmigración con canales seguros", dijo Gentiloni durante un encuentro que mantuvo con jóvenes en Turín (norte). El primer ministro italiano opinó además que "quien siembra la exclusión recoge odio y mina la seguridad", y que por tanto para garantizar la seguridad de cualquier país "no hay que levantar muros, sino encontrar nuevas formas de acogida" para los refugiados que huyen de sus países en guerra.
Gentiloni abordó así el asunto del fenómeno migratorio, uno de los principales desafíos que afronta Europa, después de que esta semana los jefes de Estado o de Gobierno de Chipre, España, Francia, Grecia, Italia, Malta y Portugal hayan pedido en Roma a la Unión Europea (UE) compartir la "carga" de la protección fronteriza ante la presión migratoria.
También habló de la UE y consideró que es necesario que el bloque comunitario muestre "más unión" para que los Veintisiete desempeñen un papel significativo a nivel mundial. "La UE no es solo un gran mercado, también es un modelo social. Sin un papel determinante del Viejo Continente, puede que se ponga en riesgo la paz. Es necesario que haya más unión para contar más en el mundo y defender un modelo de democracia", valoró. (EFE)
Atrapados en la "jungla" de los Balcanes
Cientos de refugiados acampan a cielo abierto entre Serbia y Croacia. Mantienen la esperanza de llegar a Europa occidental y escapar de la vida en la "jungla". Dimitris Tosidis informa desde Sid.
Imagen: Dimitris Tosidis
La vida en la "jungla"
Más de 150 personas se esconden en la "jungla", una frondosa zona junto a una vía ferroviaria que une a la fronteriza ciudad serbia de Sid con Croacia. La mayoría de sus habitantes llevan en la mochila varios intentos de llegar a Europa central: con ayuda de traficantes, solos o en grupo, como polizones en camiones o trenes de carga.
Imagen: Dimitris Tosidis
El rastro de las lágrimas
A primera vista parece fácil seguir los raíles del tren. Pero el camino les ha costado la vida a muchos, cuentan los habitantes del campamento. Dos personas se quedaron dormidas en las vías y fueron arrolladas por el tren.
Imagen: Dimitris Tosidis
Las penurias del día a día
El afgano Ibrahim aprovecha el frío riachuelo que discurre bajo un puente para su higiene personal. Como él, todos los refugiados de la "jungla" viven en condiciones insostenibles: no hay servicios ni instalaciones para lavarse. En realidad, en Sid no hay nada para los migrantes.
Imagen: Dimitris Tosidis
Desayuno sobre ruedas
No todos los habitantes de la ciudad tratan igual a los refugiados. "No Name Kitchen" (cocina sin nombre), así se llama la iniciativa llevada a cabo por voluntarios que reparten el desayuno en el campamento. De parte de las autoridades serbias, en cambio, no llega ayuda de ningún tipo para la "jungla".
Imagen: Dimitris Tosidis
Un bocado caliente, por fin
Una comida caliente como la que cocinan estos dos refugiados en una fábrica abandonada es una rareza en la "jungla". El hambre, la escasez y la violencia diaria caracterizan la vida de los habitantes de este campamento en un remoto rincón de Serbia.
Imagen: Dimitris Tosidis
Una excepción entre muchos
También Dragan (en el centro de la imagen), que viene de Macedonia, se esconde en los bosques cercanos a Sid. Como el resto de los refugiados de aquí, también intenta abrirse camino hacia Europa central. Entre los cientos de Siria y Afganistán, Dragan es una especie de curiosidad, junto con otro refugiado chino.
Imagen: Dimitris Tosidis
La larga espera
Algunos solicitantes de asilo afganos matan el tiempo en el tejado de una fábrica abandonada. La espera al siguiente intento de llegar a alguna parte de Europa central es a menudo tormentosa.
Imagen: Dimitris Tosidis
Polizón
Un refugiado, un tren de carga, una posibilidad. En apenas un instante este hombre se esconderá en un vagón con la esperanza de alcanzar Croacia y desde allí poder seguir su camino hacia otro país europeo.
Imagen: Dimitris Tosidis
Siguiente parada: ¿Europa occidental?
Aquellos que pueden permitirse pagarle a un traficante intentan atravesar Croacia en taxi rumbo al oeste de Europa. El precio ronda los 1.200 euros.
Imagen: Dimitris Tosidis
La esperanza es lo único que muere
Jadali tiene 22 años y es afgano. Acaba de volver a Sid. Durante su último "intento de fuga" del campamento fue capturado en Croacia y pasó dos días en prisión. Las autoridades croatas, según cuenta, lo trataron muy mal. Autor: Dimitris Tosidis (EAL/VT)