Italia: 20 años de cárcel para imputados en "Mafia Capitale"
20 de julio de 2017
Los 46 acusados de la red que operaba en empresas y la administración de Roma, fueron condenados a penas de entre 6 y 20 años de reclusión, aunque la sentencia no consideró una “asociación mafiosa”.
Publicidad
El proceso comenzó en noviembre de 2015 y hoy una sección penal del Tribunal de Roma condenó a 20 años de cárcel a Massimo Carminati, antiguo terrorista de extrema derecha y ya condenado en el pasado por su relación con la Banda de la Magliana, la mafia de la capital en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado.
El brazo derecho de Carminati, el empresario Salvatore Buzzi, acusado de corrupción en la gestión de cooperativas de acogida para madres, huérfanos o inmigrantes, fue condenado a 19 años de cárcel
Las penas fueron inferiores a las que pidió la fiscalía, ya que el tribunal consideró la asociación criminal, pero desestimó la acusación mafiosa. Durante el proceso, Carminati, quien fue arrestado en diciembre de 2014, calificó de "ridícula" la acusación de la fiscalía de que estuviese al frente de una organización mafiosa.
La detención de Carminati y las investigaciones mostraron la existencia de una red criminal en la capital italiana cuyos tentáculos habían llegado a todos los niveles del ayuntamiento y entre responsables políticos tanto de izquierdas como de derechas para manipular la gestión de contratas o de la acogida de los inmigrantes, entre otros negocios.
La prensa italiana bautizó ya entonces la red como "Mafia Capitale" y se habló desde el primer momento de una asociación que operaba de la misma manera que las mafias del sur de Italia como la Camorra, Cosa Nostra o la N'Dranghetta.
"Los vivos están arriba y los muertos abajo”
En una de las escuchas a Carminati, este basaba su red en la "teoría de la Tierra Media" de la que hablaba Carminati en las escuchas citando al libro "El Señor de los Anillos", de J.R.R. Tolkien, donde: "los vivos están arriba y los muertos abajo. Y nosotros estamos en el medio. Porque en este mundo de la Tierra Media todos se encuentran".
En otras escuchas, Buzzi aseguraba que "los inmigrantes producían más dinero que las drogas". También se condenó hoy a 6 años de cárcel a Mirko Coratti, ex presidente del Consejo municipal de Roma y perteneciente al Partido Demócrata y a once años a Luca Gramazio, el portavoz del centroderecha en la región de Lazio.
Fue condenado a diez años el exconsejero delegado de la sociedad de servicios de recogidas de basura de la capital (AMA) Franco Panzironi, mientras que el exconsejero del ayuntamiento de Roma y miembro de la mesa operativa para gestionar la inmigración, Luca Odevaine, tuvo una pena de 6 años y 6 meses.
A la lectura de la sentencia acudió la alcaldesa de la capital italiana, Virginia Raggi, que afirmó que ahora se tendrá que "mantener la guardia" después de que se "ha comprobado que existía una organización criminal capaz de condicionar la política de la ciudad" y calificó el caso como "una herida profunda para la ciudad".
JOV (efe, corrieredellasera)
Día Mundial del Migrante: El campamento de refugiados Kakuma o "la nada"
Cada 18 de diciembre se recuerda a millones de migrantes. Kakuma, en Kenia, es uno de los campamentos más grandes del mundo, que acoge a desterrados por las guerras y el hambre desde hace 25 años. DW visitó dicho campo.
Imagen: DW/R. Klein
Cientos de miles de humanos en "la nada"
"Kakuma" quiere decir en kiswahili algo así como "la nada". Ubicado a unos 100 kilómetros de la frontera con Sudán del Sur está en medio de una zona seca y cálida. Aquí viven, más mal que bien, unas 180.000 personas en cabañas o casas de adobe. Sus residentes huyen de la guerra o el hambre en Sudán y Sudán del Sur, Somalia, Uganda y otros países vecinos.
Imagen: Johanniter/Fassio
No paran de llegar refugiados, todos los días
Kakuma fue construido para albergar a 125.000 personas, pero desde su apertura no han parado de llegar personas en busca de refugio. Cada mes se suman unas mil o dos mil personas. Teresa Akong Anthony, en la imagen, vino desde el sur de Sudán hace dos semanas. Ahora espera a la sombra de una choza que ella y sus tres hijos sean registrados como refugiados. La temperatura hoy es de 37 grados.
Imagen: DW/R. Klein
¿Nacionalidad? Refugiado
Kakuma está lleno de jóvenes: más del 60 por ciento de los habitantes tienen menos de 17 años de edad. Muchos han nacido o se han criado en el campo. Para ellos, la palabra "casa" es difícil de definir. A menudo, no tienen ninguna relación con su país de origen, pero tampoco son kenianos. Se trata de jóvenes nacidos como refugiados.
Imagen: DW/R. Klein
Madre malnutrida, bebé malnutrido
Kandida Nibigira huyó de la violencia en Burundi hace tres años. Aquí vive con sus ocho hijos en una choza de barro. La vida para toda la familia es un inmenso reto diario: temperaturas alrededor de los 40 grados, suelo muy seco y poca comida. "Comemos sólo una vez al día", dice esta mujer de 38 años de edad, que intenta dar pecho a su hijo, a pesar de su propia malnutrición.
Imagen: DW/R. Klein
No hay suficiente dinero para la comida
En este campo de refugiados operado por ACNUR se distribuyen alimentos unas dos veces al mes. Si los residentes muestran su tarjeta de racionamiento, reciben aceite, mijo, frijoles, maíz fortificado y jabón. Debido a que no hay suficiente dinero disponible, las raciones de diciembre se redujeron a la mitad. La comida debe ahora alcanzar para todo un mes.
Imagen: DW/R. Klein
El hambre desespera
Hacer colas para recibir las respectivas raciones demora hasta cinco horas. Los trabajadores son aislados por una malla de alambre para protegerlos de la violencia que puede surgir ante la desesperación de la escasez y el hambre.
Imagen: DW/R. Klein
Un campamento convertido en “ciudad”
Además de las tarjetas de racionamiento, los residentes del campo obtienen vales que pueden canjear en ciertas tiendas. En los últimos 25 años, Kakuma se ha convertido en una pequeña ciudad. En el mercado se compran y venden cosas de uso cotidiano: alimentos, herramientas, artículos eléctricos o tarjetas SIM.
Imagen: DW/R. Klein
Mucha gente, poco trabajo
Los refugiados en Kakuma sólo pueden trabajar con un permiso especial, pero hay poco trabajo. Algunos trabajan para organizaciones benéficas. Para aumentar sus posibilidades laborales, hay proyectos individuales de formación. Aquí, tanto los refugiados como la población local pueden formarse en carpintería, electricidad y costura.
Imagen: DW/R. Klein
Sin familia ni educación
"Quiero ser una enfermera," dice Kamuka Ismali Ali, quien huyó de la guerra en el sur de Sudán. "Todavía no sé si mi familia vive”. Kamuka, de 20 años de edad, asiste a una escuela en Kakuma y quiere graduarse. "Cuando la guerra termine, ansío poder volver a ver a mi familia y ayudarla".
Imagen: DW/R. Klein
Integración: auto-sustento y convivencia
Gracias a la ayuda internacional, los habitantes de este campo de refugiados pueden recibir la atención más urgente. Debido a que Kakuma crece todos días y los refugiados son separados de la población local, unas 60.000 personas serán reubicadas en otro nuevo campo, a unos 20 kilómetros de distancia. La idea es promover el auto-sustento de los refugiados y la convivencia con locales.