De cara a los comicios presidenciales colombianos, celebrados este 27 de mayo, las encuestas no fallaron: Iván Duque Márquez era percibido de antemano como el candidato con mayor grado de popularidad y, al final de la jornada electoral, con 7,5 millones de votos, se convirtió en el aspirante con mayor respaldo en las urnas, seguido por el izquierdista Gustavo Petro, de la formación Colombia Humana. En representación del partido Centro Democrático, fundado por el exmandatario Álvaro Uribe en 2013, Duque pasó sin dificultades a la segunda vuelta, que se realizará el 17 de junio.

El camino de este hombre de 41 años –el más joven de los aspirantes a la presidencia colombiana– está unido al del uribisimo. Él es la cara amable de ese controvertido movimiento y puede terminar llevándolo al poder. Duque ha tenido éxito al presentase como abanderado de un sector de la sociedad insatisfecho con el acuerdo de paz firmado con las FARC y que teme que el país se convierta en una segunda Venezuela. Su discurso es una versión moderada del usado por el propio Uribe, mentor de su corta carrera política, que empezó como senador en el periodo 2014-2018.

El doble desafío de Duque

Hace un año, cuando la campaña apenas empezaba, muchos colombianos afirmaban que votarían "por el que diga Uribe” y ese resultó ser Duque, que se impuso por amplio margen en una consulta interna de Centro Democrático y, más tarde, el 11 de marzo, en otra votación de los partidos de la derecha que buscaban a un representante en la contienda presidencial. Sin embargo, Duque no pudo llegar a la jefatura del Gobierno de inmediato, en una primera vuelta.

Por cierto, el desafío de ascender a la presidencia viene precedido por el reto de dejar de ser visto como el "delfín” o la marioneta de Uribe. Con miras a romper con la polarización que Uribe genera, Duque declaró este domingo (27.5.2018) que esperaba gobernar "sin espejo retrovisor, mirando hacia el futuro de nuestro país. Quiero un país de legalidad, de lucha frontal contra la corrupción, que siempre haya seguridad en todo el territorio”, señaló tras ir a votar.

Linaje político

Duque nació en Bogotá en agosto de 1976 y creció en una familia liberal. Su padre, Iván Duque Escobar, fue gobernador del departamento de Antioquia (noroeste), ministro de Minas y Energía en la presidencia de Belisario Betancur (1982-1986) y registrador nacional. El candidato que parte como favorito para la segunda vuelta se graduó como abogado en la Universidad Sergio Arboleda en Bogotá y tiene un máster en Derecho Económico de la American University y otro más en Gerencia de Política Pública de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos).

Su carrera profesional la desarrolló principalmente en Estados Unidos, donde durante más de una década trabajó como consultor del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y consejero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), periodo en el que conoció a muchos de quienes hoy lo asesoran en su campaña presidencial. Sus rivales le echan en cara su falta de experiencia, ya que su único cargo público previo fue el de senador del Centro Democrático.

Tan novato como Trudeau y Macron

Duque responde que su trayectoria es similar a la de figuras exitosas como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, o el presidente francés, Emmanuel Macron. En el Senado se destacó como uno de los más brillantes y aplicados de la anterior legislatura, y como columnista de prensa por promover la economía naranja, la innovación y el emprendimiento. A diferencia de Uribe, su mentor, Duque no es visceral, lo que la ha granjeado el apoyo de personas que de otra manera no votarían por Centro Democrático.

Duque, el hombre público, ha llevado al partido a dar un gran salto con respecto a 2014, cuando el candidato Óscar Iván Zuluaga consiguió apenas 3,8 millones de votos en la primera vuelta. Duque, el hombre de familia, está casado con María Juliana Ruiz, abogada que trabajó más de diez años en la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, con quien tiene tres hijos pequeños.

ERC ( EFE / dpa )