Donald Trump tiene una relación particular con las mujeres, especialmente con su hija Ivanka, que en la cumbre del G20 pudo jugar a ser presidenta. Insólito, opina Bernd Riegert.
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Al parecer, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, entendió algo mal en la cumbre del G20. EE. UU. y otros países de los Veinte celebran anualmente el día de "lleve a su hija al trabajo", pero eso no se refería a lo ocurrido este sábado 8 de julio en Hamburgo. En medio de los jefes de Estado y de Gobierno que participan en el encuentro, apareció repentinamente Ivanka Trump para reemplazar a su padre y, de hecho, tomó asiento muy tranquilamente en la mesa de negociaciones.
Papi tenía algo mejor que hacer y mandó a su hija favorita, que no lidera ninguna oficina en Washington, a ocupar su lugar simplemente porque es "algo maravilloso". Eso declaró Donald Trump cuando la bochornosa situación se conoció públicamente, en especial porque Ivanka tuvo la ocasión incluso de balbucear un par de frases en una discusión del Banco Mundial.
Se trataba de la promoción de las mujeres como empresarias. Seguramente Trump pensó que podría servir para promocionar a su propia hija y por eso le dejó su puesto. Los otros líderes presentes en el lugar perfectamente pudieron sentirse engañados. La canciller Merkel ahora podría tener la idea de enviar a su marido, el profesor Sauer, como reemplazante en las cumbres.
¿Y por qué no el hijo del premier canadiense, Justin Trudeau, quien de seguro sería un buen negociador? Aunque Hadrian tiene apenas tres años, él podría sentarse solito allí y, como Ivanka, no diría nada. Las consultas de los diplomáticos al personal de protocolo reveló que, de hecho, los jefes de Estado y de Gobierno pueden nombrar a cualquier persona como sus reemplazantes en estos encuentros.
Que Donald Trump no hiciera la vista gorda ante esta metida de pata, sino que reaccionara como lo hizo, es muy llamativo. Todo esto muestra claramente qué normas internacionales respeta la empresa familiar Trump, a la que también pertenece el asesor del presidente y marido de Ivanka, Jared Kushner: ninguna. Una parte de la familia (dos hijos del presidente) lleva las riendas del dinero de papi en sus propias empresas, mientras la otra parte intenta gobernar. Ivanka sigue vendiendo moda. De todo esto los gobernantes de segunda clase de Asia Central o África algo podrían aprender.
Esta familia hace de Estados Unidos algo insólito. Pero eso no molesta a nadie en el narcisista clan Trump, al menos no al jefe. Que la no precisamente intelectual esposa del mandatario llegara de forma sorpresiva al encuentro de Donald Trump con Vladimir Putin, para llevar a Donald a un concierto, es solo un asunto menor dentro de todo esto.
Autor: Bernd Riegert (DZC/VT)
Diez momentos curiosos del G20
Más allá de las reuniones y los acuerdos económicos y políticos, la cumbre del G20 dejó escenas divertidas y curiosas que van desde lo artístico hasta lo derechamente extraño. Acá vemos algunas.
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Reinhardt
¡Ay, Dios!
Tras varias jornadas de duro trabajo como anfitriona de la cumbre del G20, a la canciller Angela Merkel nadie podrá cuestionarle que dé muestras de agotamiento. Porque de seguro eso le sucedió mientras escuchaba al presidente de Estados Unidos, Donald Trump: el cansancio le jugó una mala pasada. ¿O no?
Shakira, Chris Martin (voz de Coldplay), Demi Lovato, Pharrell Williams y otros artistas dieron vida al concierto solidario organizado por "Global Citizen", una entidad que busca convencer a los dirigentes mundiales de la necesidad de trabajar para sacar de la pobreza a los más pobres. Al acto asistieron el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de Argentina, Mauricio Macri.
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Reinhardt
Tengo que entregar una pizza
El joven que conduce esa pequeña moto se llama Benjamin, tiene 28 años y el día en que se obtuvo la imagen tenía una misión: entregar una pizza. Para ello atravesó la masiva manifestación "Welcome to Hell" y llegó hasta el otro extremo, donde estaba la policía. "Dijeron que podía pasar", declaró Benjamin más tarde. Para él todo era simple: "Tenía que entregar una pizza en la Hopfenstrasse".
Imagen: Getty Images/A. Koener
Bebé mimado
La gigantesca figura de Donald Trump instalada por Greenpeace frente a la Filarmónica de Hamburgo llamó la atención de quienes alcanzaron a verla. Trump es un bebé que destruye los planes para proteger el planeta y ensucia al globo terráqueo con petróleo. Una señal bastante clara de lo que piensan en ese grupo ecologista sobre las medidas adoptadas por Trump ante el cambio climático.
Imagen: Reuters/F. Bimmer
Del barro al color
Cientos de personas dieron forma a la acción "1.000 Gestalten" ("1.000 figuras"). Estas entidades deambularon por Hamburgo sin energía, anómicas y anémicas, hasta que en un momento determinado consiguieron destruir la capa de barro gris que los cubría para dar rienda suelta al color y alegría de la vida. Simboliza la necesidad del cambio, de pasar a la acción desde lo personal a lo grupal.
Imagen: DW/A. Drechsel
Para tenerlos en casa
Una tienda de mascotas de Hamburgo ofrecía, entre comida para perros, correas, camas y ratones de goma para divertir a los gatos, estas dos figuras: sin camisa y con un torso trabajado tenemos a Vladimir Putin. Con expresión molesta y cabello despeinado encontramos a Donald Trump. ¿Los habrá comprado alguien?
Imagen: DW/A. Prokopenko
Para protestar, todo sirve
Las numerosas manifestaciones realizadas en Hamburgo para expresar malestar contra el G20 y sus políticas variaron desde lo colorido, pasando por lo artístico hasta llegar al vandalismo puro y duro. No es el caso de la muchacha de la imagen, que consideró oportuno sacar su cangrejo rojo a la calle para protestar con tranquilidad.
Imagen: DW/A. Islam
Choque de miradas
En estos encuentros entre dos de los hombres más poderosos del planeta, el lema parece ser que quien pestañea, pierde. Vladimir Putin y Donald Trump juegan a quemarse con la mirada en una postal de la primera reunión de ambos líderes, en el marco de la cumbre que se realiza en Hamburgo.
Imagen: Reuters/C. Barria
Rompo esto y me voy
Un manifestante pisa con afán destructivo una señalización de tránsito mientras, a escasos centímetros, un muro de policías se acerca para controlar los desmanes producidos por numerosos grupos de exaltados que aprovecharon las protestas contra el G20 para causar destrucción en la ciudad de Hamburgo.