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Jóvenes voluntarios alemanes en el extranjero: ¿Ayuda social o vacaciones?

Victoria Dannemann12 de julio de 2014

Más de 20 mil jóvenes alemanes han prestado servicio social en el extranjero, gracias al programa estatal Weltwärts. A pesar de las dudas sobre su aporte a los países en desarrollo, hay cosas positivas.

Vincent Wolff, voluntario alemán en Perú.
Vincent Wolff, voluntario alemán en Perú.Imagen: Vincent Wolff

Con la idea de conocer otra cultura, aprender un nuevo idioma, ganar experiencia para el futuro laboral o colaborar con los países en desarrollo y promover la formación de los jóvenes alemanes, el 2008 el Ministerio Federal para la Cooperación Económica y el Desarrollo (BMZ) creó el programa Weltwärts o “Hacia el Mundo”, de servicio en el extranjero.

Este voluntariado dura generalmente un año, aunque puede ser de 6 a 24 meses. En él jóvenes de 18 a 28 años tienen la oportunidad de trabajar en proyectos de diversa índole: desarrollo social, educación, trabajo con niños, discapacitados o mujeres, medio ambiente, desarrollo rural, salud, medios alternativos y derechos humanos, entre otros. “Los voluntarios participan en una organización local asociada y trabajan allí a tiempo completo”, explica Daniela Heblik, de Weltwärts. Hasta hoy, más de 20 mil jóvenes, en su mayoría mujeres (63%), han hecho este voluntariado.

El BMZ cubre hasta el 75% de los gastos por una máximo de 580 euros mensuales, mientras que las ONG alemanas que funcionan como organizaciones de envío costean el resto, así como también instituciones locales proporcionan alojamiento o alimentación.

Interés por Latinoamérica

Anualmante se reciben unas diez mil aplicaciones para las casi 7500 plazas disponibles en más de 80 países. Y entre ellas, destaca Latinoamérica como la región a la que viajan más voluntarios, con casi el 43% del total. Entre los destinos a nivel mundial, el 2013 Sudáfrica recibió la mayor cantidad, seguido por India, Bolivia, Tanzania y Perú.

Diferentes razones explican el interés por Latinoamérica, explica Barbara Schütz, de la organización Casa del Mundo (Welthaus) de Bielefeld: “Hay cierta cercanía con esa cultura, un auge del idioma español en las escuelas y también en Latinoamérica se da el caso que puedo vivir bien y a la vez tocar la pobreza”.

La Casa del Mundo es una de las más grandes organizaciones de envío alemanas que además trabajan en temas de desarrollo, con una amplia experiencia en proyectos de cooperación con América Latina y África. Envía en promedio unos 100 voluntarios por Weltwärts al año y en total han viajado unos 360.

Nuevo enfoque ante las críticas

Para muchos, el programa Weltwärts suena a verdaderas vacaciones con gastos pagados. Algo que especialmente en los inicios del programa generó fuertes críticas. Políticos y expertos en desarrollo exigieron incluso el fin del programa, diciendo que por esta vía los alemanes no hacen más que ayudarse a sí mismos y que no es más que un programa de turismo para jóvenes a costa de los contribuyentes. Argumentaban que jóvenes sin experiencia ni estudios superiores difícilmente podrían ser un aporte a la cooperación y que todo el gasto bien podría emplearse en una ayuda más efectiva para los países en desarrollo.

“Los que regresan traen su experiencia y comparten con su familia y grupo de amigos todo lo que aprendieron. En algunos casos se comprometen, se capacitan en esta área e involucran a la comunidad, o también siguen apoyando desde aquí a proyectos del país donde estuvieron”, agrega.

Es el caso de Vincent Wolff, de 24 años, estudiante de Ciencias Políticas en Bonn, quien estuvo el 2010-2011 en el sur de Lima trabajando en un colegio estatal. A su regreso y junto con otros ex voluntarios fundó Aynikusun, una asociación para respaldar proyectos sociales en Perú. Dice que esta experiencia le hizo cambiar la forma de ver el mundo, pero al mismo tiempo reconoce que no todos los voluntarios la aprovechan de la misma manera.

Experimentar la pobreza

En reuniones y seminarios, voluntarios y representantes de organizaciones locales y de envío se preparan para el trabajo. Aquí en un encuentro en México.Imagen: Archivo Welthaus Bielefeld

Una de las organizaciones que recibe voluntarios de Weltwärts es la Asociación de Defensa y Desarrollo de las Comunidades Andinas del Perú, Adecap, que funciona en la provincia de Tacaya, 500 kilómetros al este de Lima. Allí trabaja con 92 comunidades quechuas marcadas por la pobreza. 17 jóvenes alemanes han llegado a incorporarse a estos proyectos.

“Para los voluntarios la vida tampoco es fácil porque no encuentran las comodidades de su hogar ni de Alemania. Generalmente no hay ducha con agua caliente o no hay ni servicios higiénicos, hay escasez de agua potable, la comida no les asienta, son atacados por la diarrea... así van conociendo la situación de pobreza en que viven las familias, pero también tienen sus alegrías”, relata Carlos Taipe Campos, de Adecap.

En su opinión, las familias indígenas reciben con alegría y agradecen el aporte de los voluntarios. “Con los jóvenes alemanes podemos incrementar los conocimientos con la práctica de solidaridad, la interculturalidad, el respeto y el trato horizontal, que los indígenas de nuestras comunidades no reciben de los grupos de poder local y de las malas autoridades”, agrega.

Intercambio Sur-Norte

“Weltwärts no es una ayuda a la cooperación, pero sí un programa de formación, y puede cambiar actitudes que contribuyan a modificar la visión del mundo –opina Barbara Schütz, de la Casa del Mundo-. Los más beneficiados son los voluntarios mismos al estar un año en otro país y conocer otra realidad. A su regreso, comprometerse y cambiar ciertas concepciones, como la forma de consumir, por ejemplo, es algo muy valioso. Les mueve el tapete y eso es una contribución para su futuro y a lo mejor para formar ciudadanos más conscientes”.

La unidireccionalidad de Weltwärts, otra de las críticas, también ha dado paso a una nueva etapa. El 2013 se incorporó un proyecto de voluntarios extranjeros que vienen a realizar servicio social en Alemania. La Casa del Mundo recibe este año a nueve jóvenes latinoamericanos –todos con experiencia previa y un marcado perfil de trabajo social-, que trabajarán en Bielefeld en diferentes proyectos, por ejemplo en jardines infantiles, medio ambiente y alimentación. De esta forma, intercambian visiones también en este lado del mundo.

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