Japón ejecuta a seis miembros de la secta Verdad Suprema
26 de julio de 2018
Los seis miembros fueron condenados a muerte por participar en el atentado de 1995 con el gas letal y en otros asesinatos perpetrados por el mismo grupo liderado por Shoko Asahara.
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Japón ejecutó este jueves (26.07.2018) a los seis miembros de la secta Verdad Suprema, responsable del atentado con gas sarín en el metro de Tokio en 1995, que aún se encontraban en el corredor de la muerte, según adelantó la agencia Kyodo que cita a un funcionario público.
Los seis fueron condenados a muerte por participar en el atentado de 1995 con el gas letal y en otros asesinatos perpetrados por el mismo grupo liderado por Shoko Asahara, que fue ahorcado el pasado 6 de julio junto a otros seis de los miembros que orquestaron y planearon estos crímenes.
Los ajusticiados hoy son Kenichi Hirose (de 54 años), Toru Toyoda (50), Masato Yokoyama (54), Yasuo Hayashi (60) Satoru Hashimoto (51) y Kazuaki Okazaki (57). Los cuatro primeros participaron directamente en el atentado contra el metro de Tokio, al emplear sus paraguas para perforar las bolsas con gas sarín que depositaron en los vagones de varias líneas de la red de transporte subterráneo a la hora punta matutina del 20 de marzo de 1995.
Un total de 13 personas fallecieron, decenas quedaron en estado vegetativo y 6.300 resultaron intoxicadas tras respirar el gas que emanó de los paquetes de sarín. Satoru Hashimoto y Kazuaki Okazaki fueron condenados por asesinar en 1989 al abogado Tsutsumi Sakamoto (que preparaba una demanda multimillonaria contra la secta), a su mujer y a su bebé de apenas un año.
Además, tanto Satoru Hashimoto como Yasuo Hayashi también habían sido condenados por perpetrar otro ataque en 1994 con gas sarín en Matsumoto (centro de Japón) que sirvió como ensayo para el atentado de Tokio. Estos seis miembros de la Verdad Suprema (Aum shinrikyo, en japonés) eran los últimos integrantes del grupo condenados a muerte que quedaban con vida.
Las 13 condenas a muerte y las 6 a cadena perpetua que han dejado años de procesos judiciales no han servido aún así para aclarar los muchos misterios que rodean a esta secta de corte "New Age", que incluso llegó a concurrir con poco éxito a las elecciones generales de 1990.
En solo una década, el gurú Asahara pasó de instructor de yoga a liderar una organización capaz de captar a jóvenes pertenecientes a las élites intelectuales y económicas del país, secuestrar y asesinar a críticos y opositores, fabricar armas automáticas y químicas y perpetrar el peor ataque en suelo japonés desde el final de la II Guerra Mundial.
CT (EFE, dpa)
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Japón: morir en casa, solo
En Japón, la mayoría de los pacientes terminales prefieren pasar sus últimos días en un hospital. Algunos prefieren quedarse en casa para estar con sus seres queridos, otros lo hacen por los costos de hospitalización.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Con Rin a su lado
Cuando Mitsuru Niinuma descubrió que tenía cáncer de garganta en fase terminal, decidió quedarse en casa en vez de morir en un hospital. Así puede pasar más tiempo con su nieto y tener a su querido perrito Rin a su lado. “El cuidado en casa permite que pueda usar mis capacidades todo el tiempo que me es posible, algo más difícil de conseguir en un hospital", dice.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Entre cuatro paredes
Las paredes del dormitorio de Mitsuru están decoradas con grandes rompecabezas coloridos que hizo su nieto. Una fisioterapeuta le visita regularmente para masajear o estirar su pierna izquierda, adormecida y debilitada después de los meses de reposo en cama.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
La demencia empeoró en el hospital
Yasudo Toyoko vive en la casa de su hija en Tokio. La mujer, de 95 años, tiene cáncer de estómago y demencia. Su hija la cuida porque, según ella, el hospital empeoró la demencia de su madre. El cuidado domiciliario es una excepción en Japón. Según un estudio de la OCDE, el 80 por ciento de los japoneses prefiere morir en un hospital si están enfermos en fase terminal.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Listas de espera larguísimas
No todo el mundo decide voluntariamente pasar sus últimas semanas en casa. Después de que le diagnosticaron leucemia, Katsuo Saito decidió que moriría en un hospital de cuidados paliativos. Pero las listas de espera eran tan largas que pasaron varios meses antes de su traslado. Murió dos días después de haber llegado.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Faltan camas
Como Japón está envejeciendo, los hospitales y sus camas empiezan a escasear. Un cuarto de la población japonesa tiene más de 65 años, lo que hace de la nación asiática una de las más viejas del mundo. Las autoridades de salud pública prevén una carencia de casi 500.000 camas de hospital en 2030.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Hospitalizaciones costosas
Yasuhiro Sato tiene cáncer de garganta en fase terminal. Preferiría estar en un centro médico, pero este jubilado no puede pagar los costos de hospitalización y los seguros no cubren los gastos. Por eso se queda en su departamento. “Una persona rica, como un político o un cantante, resuelve todo con dinero", dice.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Médico viajero
El médico Yuu Yasui dirige una clínica móvil que proporciona cuidados a pacientes terminales que se quedan en casa. La idea surgió en 2013. “Creo que es importante tener a un médico que ayude a las personas que quieren pasar sus últimos días y enfrentar naturalmente la muerte en el lugar donde vivieron”, dice el especialista.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Una muerte solitaria
Algunos pacientes del doctor Yasui viven con su familia o tienen parientes y amigos que les visitan regularmente. Para los demás, las citas con el doctor y los otros cuidadores son sus únicas conexiones con el mundo exterior. El paciente con cáncer Yusuhiro Sato ya no tiene parientes en Tokio. Vive una vida solitaria.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
"Me iré al más allá tranquilamente"
“Está bien. Ya no soy la carga de nadie”, dice Yasuhiro. “Me iré al más allá tranquilamente. Solo”. El 13 de septiembre de 2017 dejó de respirar. Las únicas personas presentes en su departamento ese día fueron sus médicos, auxiliares y los operarios de pompas fúnebres.