Shoko Asahara, líder de la secta Verdad Suprema, estuvo detrás del ataque con gas sarín en el subterráneo en 1995 que dejó 13 muertos. Otros seis miembros del grupo también fueron ejecutados.
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El fundador de la secta Verdad Suprema, Shoko Asahara, considerado el cerebro de los mortales ataques con gas sarín en el metro de Tokio en 1995, fue ejecutado hoy (06.07.2018) en la horca, según informó la cadena pública NHK.
El carismático gurú de 63 años, cuyo nombre real era Chizuo Matsumoto, ha sido ejecutado hoy junto a otros seis de los 13 miembros de la secta condenados a pena de muerte por un atentado que dejó 13 muertos, decenas de personas en estado vegetativo y 6.300 intoxicadas.
Asahara, que padecía una ceguera casi total desde la infancia, estaba detenido desde mayo de 1995, dos meses después del ataque del 20 de marzo en la red de metro de la capital japonesa.
Fue condenado a la pena capital en 2004 por ese atentado y otros como el perpetrado también con gas sarín en 1994 en la ciudad de Matsumoto (centro de Japón), donde murieron ocho personas y 100 resultaron heridas.
La ejecución hoy del gurú y seis de los miembros de la secta Verdad Suprema (Aum Shinrikyo, en japonés) llega tras un proceso de más de 20 años en el que todos los implicados en los ataques han sido juzgados y condenados, y después de que el pasado enero el Tribunal Supremo rechazara el último recurso.
La justicia japonesa ha procesado a unos 190 miembros de Aum por los atentados y otros crímenes relacionados (como el asesinato en 1989 del abogado Tsutsumi Sakamoto y su familia), emitido seis condenas de cadena perpetua y confirmado 13 penas de muerte.
Fundada en 1984, Aum se convirtió en apenas una década en una temible organización capaz de desarrollar agentes químicos y biológicos y armas ligeras, e incluso presentó una lista de candidatos a las elecciones generales de 1990 que no logró representación parlamentaria.
RRR (Efe/Dpa).
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Japón: morir en casa, solo
En Japón, la mayoría de los pacientes terminales prefieren pasar sus últimos días en un hospital. Algunos prefieren quedarse en casa para estar con sus seres queridos, otros lo hacen por los costos de hospitalización.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Con Rin a su lado
Cuando Mitsuru Niinuma descubrió que tenía cáncer de garganta en fase terminal, decidió quedarse en casa en vez de morir en un hospital. Así puede pasar más tiempo con su nieto y tener a su querido perrito Rin a su lado. “El cuidado en casa permite que pueda usar mis capacidades todo el tiempo que me es posible, algo más difícil de conseguir en un hospital", dice.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Entre cuatro paredes
Las paredes del dormitorio de Mitsuru están decoradas con grandes rompecabezas coloridos que hizo su nieto. Una fisioterapeuta le visita regularmente para masajear o estirar su pierna izquierda, adormecida y debilitada después de los meses de reposo en cama.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
La demencia empeoró en el hospital
Yasudo Toyoko vive en la casa de su hija en Tokio. La mujer, de 95 años, tiene cáncer de estómago y demencia. Su hija la cuida porque, según ella, el hospital empeoró la demencia de su madre. El cuidado domiciliario es una excepción en Japón. Según un estudio de la OCDE, el 80 por ciento de los japoneses prefiere morir en un hospital si están enfermos en fase terminal.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Listas de espera larguísimas
No todo el mundo decide voluntariamente pasar sus últimas semanas en casa. Después de que le diagnosticaron leucemia, Katsuo Saito decidió que moriría en un hospital de cuidados paliativos. Pero las listas de espera eran tan largas que pasaron varios meses antes de su traslado. Murió dos días después de haber llegado.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Faltan camas
Como Japón está envejeciendo, los hospitales y sus camas empiezan a escasear. Un cuarto de la población japonesa tiene más de 65 años, lo que hace de la nación asiática una de las más viejas del mundo. Las autoridades de salud pública prevén una carencia de casi 500.000 camas de hospital en 2030.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Hospitalizaciones costosas
Yasuhiro Sato tiene cáncer de garganta en fase terminal. Preferiría estar en un centro médico, pero este jubilado no puede pagar los costos de hospitalización y los seguros no cubren los gastos. Por eso se queda en su departamento. “Una persona rica, como un político o un cantante, resuelve todo con dinero", dice.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Médico viajero
El médico Yuu Yasui dirige una clínica móvil que proporciona cuidados a pacientes terminales que se quedan en casa. La idea surgió en 2013. “Creo que es importante tener a un médico que ayude a las personas que quieren pasar sus últimos días y enfrentar naturalmente la muerte en el lugar donde vivieron”, dice el especialista.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
Una muerte solitaria
Algunos pacientes del doctor Yasui viven con su familia o tienen parientes y amigos que les visitan regularmente. Para los demás, las citas con el doctor y los otros cuidadores son sus únicas conexiones con el mundo exterior. El paciente con cáncer Yusuhiro Sato ya no tiene parientes en Tokio. Vive una vida solitaria.
Imagen: Reuters/Kim Kyung-Hoon
"Me iré al más allá tranquilamente"
“Está bien. Ya no soy la carga de nadie”, dice Yasuhiro. “Me iré al más allá tranquilamente. Solo”. El 13 de septiembre de 2017 dejó de respirar. Las únicas personas presentes en su departamento ese día fueron sus médicos, auxiliares y los operarios de pompas fúnebres.