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''Jeckes'', los judíos alemanes de Israel

Bettina Marx/ERS29 de abril de 2008

Se los consideraba pedantes, complicados y eran objeto de burla: los “Jeckes”, los judíos llegados de Alemania. Hoy la palabra “Jecke” es un halago. Su aporte al desarrollo del Estado de Israel es ampliamente reconocido.

Ínmigrantes judíos llegan a Haifa, en 1948.Imagen: picture-alliance / akg-images

“Los Jeckes han sido parte importante de la construcción de Israel. En todas las áreas han dejado huella: en la medicina, la ciencia, la filosofía y el sistema judicial”, afirma Ruthi Ofek, directora de un pequeño museo dedicado a los judíos de origen alemán. Este museo, ubicado en el parque industrial de Tefen, en Galilea, documenta su historia. En el edificio, de dos pisos, se exhiben fotos, afiches, objetos de uso cotidiano y muebles. Con frecuencia, gente joven dona al museo los libros y cartas de sus abuelos, que ya no pueden leer. De este modo, se conservan y pueden ser puestos a disposición del público.

Parque industrial de Tefen.Imagen: Bettina Marx/DW

No se sabe con precisión de dónde viene la palabra “Jecke”. Quizá aluda a las chaquetas cortas que vestían los judíos de origen alemán, a diferencia de los largos cafetanes que usaban los provenientes del Este de Europa. Sea como fuere, los “Jeckes” eran considerados gente correcta, honesta y educada, pero también un poco complicada y obstinada. Hoy en día, esas son características apreciadas, según Ruthi Ofek. De ahí que la designación sea entendida como un halago.

Recuerdos de un inmigrante

Hans Grünthal.Imagen: Bettina Marx/DW

Cuando los “Jeckes” llegaron en la década de 1930, la mayoría escapando de los nazis, no lo tuvieron nada fácil. Fue el caso, por ejemplo, de Hans Grünthal, nacido en 1915, en Breslavia. Entusiasta sionista, en sus años de juventud fue perseguido por los nazis. Tras la llegada de Hitler al poder, en 1933, tuvo que huir. A bordo de un barco, llegó en forma ilegal a lo que entonces era Palestina, sin haber cumplido siquiera los 18 años, solo e indocumentado. Aprendió el oficio de electricista y siguió perfeccionándose en cursos nocturnos.

Pero, primero, tuvo que aprender hebreo. “Nadie hablaba alemán. Estaba muy mal visto”, recuerda. En el mejor de los casos se hablaba jiddisch. Para poder integrarse mejor, comenzó rápidamente a aprender el idioma. Por ejemplo iba a un restaurante y miraba lo que pedía la gente y, a partir de eso, empezó poco a poco a poder descifrar lo que decía la carta. Hans Grünthal tenía 33 años cuando se fundó el Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948. Todavía recuerda bien ese día. “Todos festejamos”, relata. Con cierta nostalgia recuerda también los primeros años que siguieron, indicando que en el joven Israel imperaba todavía una gran unidad.

Residencia de ancianos en Haifa

Hoy en día, Hans Grünthal vive en Haifa, en la residencia de ancianos Rishonei HaCarmel. Casi todos sus habitantes hablan alemán. Incluso los letreros tienen indicaciones en alemán: sala de consulta médica, biblioteca, sala de terapia.

Heinz y Chava Kasmi.Imagen: Bettina Marx/DW

En el mismo sector del edificio vive Heinz Kasmni y su mujer, Chava. Desde su balcón, ambos tienen una maravillosa vista al mar Mediterráneo, que brilla azulado bajo el sol primaveral. “Esto es lo mejor de todo”, asegura el matrimonio.

Heinz Kasmi llegó a Palestina en 1936, procedente de Hildesheim, con un grupo de jóvenes sionistas que se radicó en Kirjat Bialik, una pequeña localidad fundada por alemanes al norte de Haifa. Su mujer, Chava, proviene de la región de los sudetes. Ambos están orgullosos de su herencia alemana. Al fin y al cabo, los judíos alemanes hicieron un importante aporte a la construcción de Israel y hasta el día de hoy se los aprecia, sobre todo por su honradez y gentileza. “Intentamos transmitirles eso a nuestros hijos y nietos”, dice Heinz Kasmi, y acota “¡lo conseguiremos!”

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