Jerusalén no se puede dividir, pero tampoco unificar
Dr. Nicodemus Claudius Schnabel
15 de mayo de 2018
¿Puede esta ciudad, el lugar codiciado por muchos, pertenecer a una sola religión o nación? Jerusalén necesita perspectivas valerosas, opina el padre Nicodemus Schnabel de la Abadía de la Dormición en el Monte Sión.
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Evidentemente, Jerusalén es una ciudad que, desde hace siglos, despierta anhelos y es origen de luchas por su control e intentos de apropiación. Es fascinante que una urbe más bien inhóspita al borde del desierto se haya convertido en una ciudad tan intensa y codiciada: los asirios, los egipcios, los babilonios, los israelitas, los romanos, los otomanos, los judíos, los cristianos y los musulmanes quisieron, una y otra vez, durante la larga historia de Jerusalén, apoderarse de ella.
Y Jerusalén coquetea con esta agitada historia, como una diva envejecida con dignidad. Sin maquillaje, ella muestra con orgullo las cicatrices de su larga vida urbana: el patrimonio arqueológico de la Edad del Hierro junto al del Imperio Bizantino. Se pueden observar los agujeros de bala de la Guerra de 1948 junto a los signos de batalla de las cruzadas y los magníficos edificios omeya, que se erigen por encima de las estructuras de soporte herodianas.
Piedras vivas
Más fascinante aún que las piedras edificadas, destruidas y reconstruidas en otro lugar, son definitivamente las piedras vivas de dicha ciudad: las personas que viven aquí. Judíos askenazíes, cristianos ortodoxos sirios, musulmanes sunitas, judíos sefardíes, cristianos greco-católicos, musulmanes sufíes, judíos yemeníes, cristianos apostólicos armenios y musulmanes ahmadíes. Desde hace ya siglos, todos pertenecen a las piedras vivas de esta ciudad.
Es interesante cuando las piedras vivas, a través de sus historias, dan vida a las piedras muertas. Todos tienen su narrativa de memoria especial, pero también sus propios mecanismos de represión: ¡Jerusalén no es solo un lugar lleno de recuerdos sino también de negaciones del pasado! El más famoso de estos sea probablemente el Monte del Templo, donde está ubicada la Cúpula de la Roca y la Mezquita Al-Aqsa. Algunos niegan que haya habido un templo judío, mientras otros ocultan gustosos que allí en la Edad de Bronce había un santuario cananeo en el que se veneraba a varios dioses.
¿Desatar el nudo histórico?
Es demasiado grande la tentación de desenredar la confusa y compleja maraña originada durante siglos en Jerusalén, otorgándole toda la ciudad y la plena responsabilidad a una nación o dividiéndola de acuerdo a los intereses en juego. Ambas cosas no hacen justicia a esta obra de arte única que es Jerusalén. Una ciudad como Jerusalén, que ha sido moldeada por más de 4.000 años de historia y es el foco de la nostalgia de tres religiones monoteístas, es simplemente demasiado grande para ser reducida a dimensiones nacionales o desvirtuada: ni por unificación ni por división.
La visión de las Naciones Unidas de 1947 –a la que sigue ateniéndose la Santa Sede hasta nuestros días- puede parecer demasiado atrevida, pero es la única que realmente le hace justicia a Jerusalén: internacionalizar Jerusalén, al menos la Ciudad Vieja con los lugares sagrados de las tres grandes religiones monoteístas como "Corpus separatum". Para esta ciudad es válido lo siguiente: ¡Quién no tenga perspectivas osadas, no es un realista que confía en Dios!
El padre benedictino Dr. Nicodemus Claudius Schnabel, nacido en 1978 en Stuttgart, es un clérigo experto en la Iglesia Oriental y secretario de prensa de la Abadía de la Dormición en el Monte Sión, en Jerusalén, donde ha vivido desde 2003. Fue jefe administrativo de la abadía durante 18 meses desde 2016 hasta 2018.
Dr. Nicodemus Claudius Schnabel (RMR/ER)
La historia de Jerusalén en imágenes
Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo y una de las más disputadas hasta el día de hoy. Judíos, musulmanes y cristianos la consideran una ciudad sagrada.
Imagen: Getty Images/AFP/T. Coex
Jerusalén, la ciudad de David
De acuerdo con el Antiguo Testamento, el rey David conquistó Jerusalén en torno al año 1000 a.C. Trasladó allí su sede de gobierno, convirtiendo a Jerusalén en la capital y centro religioso de su reino. Salomón, hijo de David, construyó según la Biblia el primer templo para Yahvé, el Dios de Israel, y Jerusalén pasó a ser el centro del judaísmo.
Imagen: picture-alliance/ZUMAPRESS.com
Dominio persa
El rey babilonio Nabucodonosor II conquistó Jerusalén en el año 597 y en el 586 antes de Cristo, según la Biblia. Tomó prisionero al rey Joaquín y a la clase alta judía, los llevó a Babilonia y destruyó el templo. Más adelante, el rey persa Ciro conquistó a su vez Babilonia, tras lo cual autorizó a los hebreos a regresar a Jerusalén y reconstruir el templo.
Jerusalén cayó bajo dominio del Imperio Romano. Pero en la población se fue formando la resistencia y en el año 66 d.C. estalló la guerra judeo-romana. Terminó cuatro años más tarde con una victoria romana y la nueva destrucción del Templo de Jerusalén. Roma y Bizancio dominaron cerca de 600 años Palestina.
Imagen: Historical Picture Archive/COR
Conquista árabe
Por orden del califa Omar, en el año 637 Jerusalén fue sitiada y tomada. En la era de dominio musulmán que se inició entonces, la ciudad fue sitiada en múltiples ocasiones y cambió varias veces de gobernantes.
Imagen: Selva/Leemage
La época de las cruzadas
El mundo cristiano se sintió cada vez más amenazados por los selyúcidas musulmanes que dominaron a partir de 1070. El Papa Urbano II llamó finalmente a emprender una cruzada. En 200 años, los europeos llevaron a cabo cinco cruzadas para conquistar Jerusalén. Por momentos lo consiguieron. Pero en 1244 los cruzados perdieron definitivamente la ciudad, que volvió a caer en manos musulmanas.
Imagen: picture-alliance/akg-images
Otomanos y británicos
Tras la conquista otomana de Egipto y Arabia, Jerusalén se convirtió en 1535 en sede administrativa de un distrito otomano. Las primeras décadas de dominio turco brindaron a la ciudad un considerable auge. En 1917, con el triunfo de Gran Bretaña sobre las tropas turcas, Palestina quedó bajo control británico. Jerusalén pasó sin resistencia a manos británicas.
Imagen: Gemeinfrei
La ciudad dividida
Después de la II Guerra Mundial, los británicos entregaron su mandato sobre Palestina. La ONU se pronunció por una partición del territorio, para crear una patria para los sobrevivientes del Holocausto. Algunos Estados árabes emprendieron una guerra contra Israel y conquistaron parte de Jerusalén. Hasta 1967, la ciudad estuvo dividida en una parte occidental israelí, y una parte oriental jordana.
Imagen: Gemeinfrei
Jerusalén oriental vuelve a Israel
En 1967, Israel libra la Guerra de los Seis Días contra Egipto, Jordania y Siria. Conquista el Sinaí, la Franja de Gaza, la Cisjordania, los Altos del Golán y Jerusalén Oriental. Paracaidistas israelíes se abren paso hasta el casco antiguo y llegan al Muro de los Lamentos por primera vez desde 1949. Oficialmente Jerusalén Oriental no es anexada, sino integrada administrativamente.
Desde entonces, Israel no niega a los musulmanes el acceso a sus lugares sagrados. El Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas está bajo administración autónoma musulmana.
Imagen: Getty Images/AFP/A. Gharabli
Pugna no resuelta
Jerusalén constituye hasta hoy un obstáculo en el camino hacia la paz entre israelíes y palestinos. En 1980, Israel declaró a la ciudad como su "capital eterna e indivisible". Jordania renunció en 1988 a sus pretenciones sobre la la Cisjordania y Jerusalén Oriental, en favor de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Los palestinos conciben a Jerusalén oriental como su capital.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Jensen
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