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Juegos Olímpicos de Múnich: ¿una masacre evitable?

5 de septiembre de 2017

El terrorismo irrumpió en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, poniendo en jaque a los servicios de seguridad. La operación de rescate de rehenes terminó en un fiasco.

Deutschland München - Olympia Attentat von 1972
Memorial del equipo olímpico israelí de 1972.Imagen: picture-alliance/dpa/F. Hörhager

Múnich quería celebrar en 1972 una "fiesta de la paz”. Algo más de un cuarto de siglo después de la II Guerra Mundial desencadenada por la Alemania de Hitler, nada debía recordar la maquinaria propagandística nazi de los Juegos Olímpicos de 1936. Un pueblo alemán democrático y moderno quería presentarse al mundo.

Durante 10 días, los juegos fueron en efecto alegres y coloridos. Hasta la madrugada del 5 de septiembre, en que ocho integrantes del grupo terrorista palestino "Septiembre Negro” irrumpieron en el alojamiento del equipo olímpico israelí. Demandaban la liberación de 232 presos palestinos en Israel, de los terroristas alemanes Andreas Baader y Ulrike Meinhof, y del terrorista japonés Kozo Okamoto.

Los jefes del equipo  negociador alemán tendían a ceder. Pero Israel lo rechazó categóricamente. La primera ministra Golda Meir declaró: "Si cedemos, ningún israelí podrá sentirse seguro en ninguna parte del mundo”.

El secuestro terminó en tragedia. Tras el dramático fracaso de una operación de rescate terminaron muertos 11 atletas israelíes, cinco terroristas y un policía. El jefe de policía de Múnich, Manfred Schreiber, reconoció luego que sus hombres no estaban preparados para lo ocurrido.

Advertencias ignoradas

Sin embargo, podrían haberlo estado. El historiador Matthias Dahlke hace notar, en conversación con DW, que en aquella época se producían muchos ataques terroristas. "Los secuestros de aviones estaban casi a la orden del día”, explica. Había atentados del IRA norirlandés, de la ETA en España y Francia, y de extremistas de derecha e izquierda en Italia. Además, el conflicto del Medio Oriente alimentaba el terrorismo palestino.

Por eso, el psicólogo policial muniqués Georg Sieber había desarrollado antes de los Juegos Olímpicos 26 escenarios. El Nr. 21 se acercaba inquietantemente al que se hizo realidad: un ataque terrorista contra deportistas israelíes en horas de la madrugada.  En conversación con DW, Sieber recuerda que no fue el único que hizo advertencias: "Hubo todo tipo de servicios (de inteligencia), desde los estadounidenses hasta los chinos, que decían: ‘hemos escuchado algo, algo va a pasar'”.

Sieber reprocha sobre todo la actitud de Schreiber, encargado entonces de la seguridad de los Juegos Olímpicos, que ignoró las advertencias.

Caos en la comunicación

Un francotirador en la villa olímpica.Imagen: picture-alliance/dpa

Diversos factores incidieron en la catástrofe de Múnich, de dimensiones internacionales. Uno de los problemas principales fue la falta de información clara. "Los diferentes equipos  estaban tan mal comunicados entre sí que los francotiradores, que entraron finalmente en acción, no sabían en parte cuántos eran los terroristas, pese a que otras instancias conocían con precisión el número”, indica Dahlke.

Por otra parte, empresas de comunicación tuvieron un papel importante: como fuente de información para los terroristas. No solo no se les cortó la electricidad; tampoco se retiró a la prensa de la villa olímpica. Así, todos pudieron ver por TV cómo se apostaban los francotiradores alrededor del alojamiento de los atletas israelíes. Una operación de rescate tuvo que ser suspendida.

Desastre total

El desastre final se produjo en el aeropuerto militar de Fürstenfeldbruck. Las autoridades simularon acceder a la demanda de los terroristas que querían volar a El Cairo con los rehenes. Los llevaron en dos helicópteros hacia un avión. Solo estaban en posición cinco francotiradores, porque no sabían que se enfrentaban a ocho secuestradores. Además estaban mal equipados.

Cuando llegó la orden de disparar, se inició un enfrentamiento a tiros que duró dos horas. Los vehículos blindados llegaron más tarde. Entonces, uno de los terroristas lanzó una granada dentro de uno de los helicópteros, donde murieron algunos rehenes. Los del otro helicóptero fueron acribillados. Tres de los terroristas sobrevivieron.

Para colmo de males, el portavoz gubernamental anunció esa noche erróneamente que la liberación de los rehenes había resultado. Solo horas después supo la opinión pública internacional que había sido un fracaso y los deportistas habían muerto.

Una de las consecuencias más importantes de esta experiencia, a nivel interno alemán, fue la creación de la Tropa de Protección de Fronteras 9, conocida como GSG 9. Se trata de una tropa especial de la policía federal para combatir el terrorismo y crímenes especialmente graves. El GSG 9 tuvo su bautizo de fuego cinco años más tarde, con la exitosa liberación de los rehenes a bordo del avión secuestrado "Landshut”, en Mogadiscio.

Autor: Matthias von Hein (ERS/VT)

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