El agricultor Armin Beckmann y la maestra Christa Grothe de Baja Sajonia trabajan voluntariamente como jurados en un tribunal. Aunque no cuentan con una formación en jurisprudencia, deciden, junto con los jueces profesionales, sobre la culpabilidad o inocencia, así como de la pena de un acusado. En Alemania hay cerca de sesenta mil jueces honoríficos.