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Junta militar birmana deja en libertad a Suu Kyi

13 de noviembre de 2010

La Junta militar birmana liberó hoy del arresto domiciliario a la líder de la oposición y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, lo que fue festejado por miles de seguidores congregados ante su vivienda.

Aung San Suu Kyi, ante su casa en Yangon, Birma, sábado 13.11.2010.Imagen: AP

Coches de la policía llegaron a la vivienda de San Suu Kyi a alrededor de las 5:30 (pm, local) y varios funcionarios le entregaron los documentos de su liberación.

"Ahora es libre", anunció el abogado de Suu Kyi, Nyan Win, ante una multitud de seguidores, a quienes pidió que se comporten de forma disciplinada.

Miles de personas, miembros de su partido Liga Nacional para la Democracia y periodistas esperaban fuera de su vivienda-prisión en Rangún desde el viernes su puesta en libertad.

Sus seguidores se reunieron también en la sede del partido en Rangún, donde se cree que Suu Kyi, de 65 años, acudirá tras su puesta en libertad.

Miembros del partido llevaban camisetas en las que se leía: "Estamos con Aung San Suu Kyi". "La quiero mucho", decía una mujer mayor. "Salvará al país".

El personal de seguridad no impidió a la gente que se reuniera, algo inusual en el estado birmano.

Durante más de dos décadas, Aung San Suu Kyi ha sido una piedra en el zapato de la Junta Militar birmana, que la ignora, injuria y difama; pero la hija del héroe de la independencia y figura simbólica de la resistencia permanece inalterable.

Indómita, obstinada y sin ceder un ápice, la disidente birmana conocida en el mundo entero no se ha dejado anular por el aislamiento durante años de la junta militar birmana. Fue encarcelada por primera vez en 1989 por pedir democracia para su país y libertades y sigue haciéndolo 21 años después, de los que casi 15 pasó bajo arresto domiciliario.

Suu Kyi, de 65 años, tuvo que sacrificar para ello su vida familiar. Vio por última vez a su marido Michael Aris en 1995, cuatro años antes de su muerte. Los generales negaron al hombre, enfermo de cáncer, su entrada al país y ofrecieron a Suu Kyi la salida al extranjero.

Pero estaba claro que nunca le volverían a permitir el regreso y entonces rechazó marcharse. Aris murió en 1999. Suu Kyi tiene dos hijos, Alexander y Kim, ambos adolescentes cuando su madre inició la lucha política en 1988. Desde entonces, apenas han vuelto a ver a su madre.

Hija del héroe de la independencia del país

Suu Kyi es hija del héroe de la independencia del país, el general Aung San, asesinando en un atentado en 1947, antes de lograr su objetivo. Suu Kyi tenía dos años. Su madre se marchó con sus hijos a India y Nepal a trabajar como diplomática. De allí Suu Kyi marchó a

Oxford para estudiar Política, Filosofía y Económicas.

En 1988 regresó a su país para cuidar a su madre enferma, y cuando la junta abrió fuego contra estudiantes que se manifestaban, entró en política. Sobre la tumba de su madre juró a comienzos de 1989 ante miles de seguidores que se pondría al servicio del pueblo como hiciera su padre.

Suu Kyi se convirtió rápidamente en figura de la resistencia. En su primer discurso público en agosto de 1988 la escucharon medio millón de personas en la pagoda de Shwedagon. Tranquila y elocuente exigió democracia y libertad. Pero mientras el pueblo la celebraba, los generales se alarmaban: en julio de 1989 la encerraron por primera vez, pero pese a ello su partido obtuvo en los comicios de 1990 más del 80 por ciento de los escaños.

Sus hijos recogen el Nobel en Oslo

Los generales ignoraron el resultado y Suu Kyi siguió encarcelada cuando un año después fue galardonada con el Nobel de la Paz. Sus hijos lo recibieron en Oslo en su nombre. Siguieron años de prisión con breves interrupciones. Cuando en 2002 salió transitoriamente, dijo: "Mi puesta en libertad no debe celebrarse como un avance hacia la democracia. Sólo cuando todas las personas de Myanmar gocen de las libertades básicas se podrá hablar de avance".

En mayo de 2003 volvieron a encerrarla y en los años siguientes la injuriaron por haberse casado con un extranjero (un británico experto en el Tíbet), la difamaron con acusaciones absurdas en la prensa estatal, tratándola de terrorista que quería destruir el país.

Pero ella siguió implacable. "No es el poder el que hace corrupto, sino el miedo", dijo una vez. "El miedo a perder el poder hace corruptos a los mandatarios y el miedo al rehén del poder".

Pero para Suu Kyi esa premisa no es válida. Sobre sus pequeños hombros lleva las esperanzas de futuro de una nación de 50 millones de birmanos.

dpa
Editor: Pablo Kummetz

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