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Kabul: los talibanes vuelven a dejar su huella

Luna Bolívar Manaut30 de septiembre de 2006

Más de una decena de muertos ante la sede del Ministerio del Interior: un atentado en Kabul, la capital de Afganistán, pone de nuevo la evidencia sobre la mesa de que el país está aún lejos de la pacificación prometida.

La capital afgana, escenario de otra masacre.Imagen: AP

A las 7:30 hora local, el sonido de una explosión se dejó oír una vez más en Kabul. Otro atentado suicida en este año de constantes masacres. La guerra aún no ha terminado, demuestran las muertes repetidas. La capacidad de hacer daño sigue en manos de los talibanes y éstos todavía fuera del control de las tropas internacionales de la ISAF.

Entre 12 y 15 son los fallecidos contados hasta el momento, pero no se descarta que la cifra aumente: el momento del ataque era la hora en que comenzaba la jornada laboral para muchos trabajadores del Ministerio del Interior o las oficinas y tiendas cercanas. Las esperanzas de que Kabul recupere la normalidad y deje de contar cadáveres son cada vez menores entre la población. Los militares extranjeros han cumplido poco de lo prometido y al Gobierno afgano se le reducen cada día las zonas de influencia.

Los talibanes se asignan la autoría

Cristales rotos de un país aún por pacificar.Imagen: AP

La policía corría ya hacia el sospechoso cuando éste hizo explosionar la bomba que llevaba pegada al cuerpo. El hombre se encontraba entre la multitud agolpada frente al Ministerio del Interior y su comportamiento fuera de lo normal llamó la atención de los agentes que, sin embargo, no lograron evitar el atentado.

Los talibanes no tardaron en reconocer la autoría del ataque, aunque en la declaración hecha por los radicales islamistas se habla de una detonación del artefacto por control remoto y no de un atentado suicida. En cualquiera de los casos, a distancia o entre la muchedumbre, el resultado es de más de una decena de muertos y por lo menos 50 heridos, muchos de ellos de gravedad.

Alemania ayuda desde la distancia

Soldados británicos patrullan en Kabul.Imagen: AP

El jueves (28.09.2006) el Parlamento alemán aprobaba prolongar la misión de los 3.000 soldados que Alemania mantiene en el norte de Afganistán por un año más, hasta octubre de 2007. En estos dos días que han seguido a la decisión del Bundestag, el Gobierno alemán se ha esforzado por dejar claro, por encima de todas las cosas, que el Ejército germano no participará en la lucha contra los talibanes que se libra en el sur del país.

Pese a las críticas que se oyen desde algunos sectores a la comodidad alemana (el norte está considerado un lugar relativamente tranquilo), políticos de todos los partidos están dispuestos a defender que la Bundeswehr permanezca allí donde está, y ni un kilómetro más hacia el sur.

Lo que no significa que Alemania no se comprometa con la pacificación de Afganistán, dice el ministro de Defensa, Franz Josef Jung. El Ejército alemán colabora con el sur en asuntos logísticos. Sólo en lo que llevamos de año, los aviones germanos "Transall" han realizado más de 60 vuelos de transporte de soldados y material militar a lo largo y ancho del país, y los "Lazarett", aviones equipados con aparatos hospitalarios, han servido para sacar enfermos y heridos de las regiones en las que se libran los combates más duros.

Pero Alemania no parece dispuesta a ir más allá. Por lo menos, mientras los talibanes sigan demostrando que aún tienen poder para dejar huella.

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