Metin Kaplan, un hombre que predicaba el odio con la espada en una mano y el Corán en la otra, fue acusado de traición en Estambul al día siguiente de su llegada, después de que las autoridades alemanas lo capturaran y extraditaran a Turquía. Las autoridades turcas habían pedido su extradición y lo acusan de haber planeado un atentado con una avioneta cargada de explosivos contra el mausoleo del fundador del Estado moderno turco, Mustafa Kemal Ataturk, en 1988.

Al Califa de Colonia, que enfrenta una condena de cadena perpetua, le fueron agrupadas varias acusaciones en los tribunales bajo el crimen considerado de mayor gravedad: el atentado contra el mausoleo de Ataturk. La pena de muerte, que hubiera sido la condena aplicable en su caso, fue conmutada en cadena perpetua debido a que el Estado turco reformó su código penal para adecuarlo a los criterios de la Unión Europea.

Cuatro años encarcelado en Alemania

El líder islámico ya había sido procesado y cumplió una sentencia de cuatro años de cárcel en Alemania por haber sido el autor intelectual del asesinato de un líder islámico rival en Berlín. Luchaba contra su expulsión, argumentando que su país de origen no lo juzgaría con las garantías de un Estado de derecho. Tras meses de negociaciones, el gobierno alemán concedió al gobierno turco la extradición, una vez que Turquía dio garantías de que no se le aplicaría la pena capital. Kaplan fue deportado de inmediato.

Llegó al aeropuerto de Estambul en una avión especial desde Düsseldorf, y permaneció detenido hasta ser enviado al Tribunal Penal para delitos graves de Estambul. Sin lucir su tradicional túnica, el hombre de 51 años sonreía ante los jueces.

Estado islámico en Turquía

El Califa de Colonia era líder de una Unión de Asociaciones y Sociedades Islámicas, con base en Alemania, un movimiento radical que busca crear un Estado islámico en Turquía. Llegó a Alemania en 1983 y se le reconoció el estatus de asilado político en 1992, lo que le permitió desde entonces vivir subvencionado con la ayuda social del Estado alemán.

Para la sociedad alemana, Kaplan es el ejemplo más espectacular del abuso del derecho al asilo que hacen algunos individuos de origen extranjero, utilizando dicho privilegio con fines políticos y criminales. El diario sensacionalista Bild, señala que no es el único. Se estima que en Alemania viven alrededor de 500 terroristas con pasaporte extranjero, que evaden el peso de la ley amparándose en el derecho al asilo, un dilema jurídico.

El gobierno del canciller alemán, Gerhard Schröder, quiere reformar las leyes alemanas para extraditar a criminales extranjeros. Según observadores, la expulsión de Kaplan podría ser el primer caso al que le sigan otros, pues un Estado que se convierte en puerto seguro de terroristas, deja de ser un Estado de derecho.