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Fábrica de campeones

Karin Jäger / DM22 de julio de 2012

Para los deportistas alemanes el nombre Kienbaum simboliza la mejor preparación para obtener una medalla olímpica. Así se llama el centro de entrenamientos en las afueras de Berlín donde se forjan los campeones.

Kienbaum, un lugar idílico para preparar la participación en los Juegos Olímpicos.
Kienbaum, un lugar idílico para preparar la participación en los Juegos Olímpicos.Imagen: DW

Los integrantes del equipo de remo son los primeros atletas en levantarse, muy temprano en la mañana ya sudan en las aguas del lago Liebenberger bajo las miradas críticas de ranas, peces y entrenadores.

“Kienbaum es único entre todos los centros de entrenamiento que conozco. La tranquilidad, su idílico ambiente; acá uno puede darle descanso al espíritu. Y claro, uno se puede concentrar aún mucho mejor en las prácticas porque no hay distracciones del mundo exterior” explica Katrin Wagner-Augustin, cuatro veces campeona olímpica, quien dos meses al año se concentra en las instalaciones que quedan a 50 kilómetros de la capital alemana.

En los tiempos de la antigua RDA (Alemania oriental), este centro de entrenamientos les permitía a los funcionarios gubernamentales tener bajo absoluto control, lejos de la influencia occidental, a los atletas.

Un lugar muy especial

Los luchadores de judo, quienes también pasan varias semanas en Kienbaum, desfilan en grupos numerosos, con sus uniformes azul y blanco, rumbo al gimnasio. “Esa es la suerte de nuestro deporte, cada uno de los participantes en los Juegos Olímpicos necesita por lo menos cuatro compañeros de entrenamiento. Por eso somos tantos”, explica el entrenador nacional Michael Bazynski, quien agrega: “aquí cada atleta paga 29 euros al día por su estadía. No hay otro lugar más económico”.

Antes los atletas entrenaban aquí rodeados de una atmosfera llena de secretos, en un fortín sin ventanas que hoy ha sido cubierto por la maleza, en espera de que se decida qué hacer con la construcción.

Los luchadores de judo entrenan muy a gusto en Kienbaum.Imagen: DW

En la época de la RDA, quienes llegaban aquí estaban obligados a guardar silencio y a declararse candidatos a una medalla olímpica. Durante largos días el reducido grupo de escogidos no veía la luz del sol, la presión en las sesiones de entrenamientos, simulando rendimientos a una altura de 4.000 metros, era inmensa.

Tras la reunificación alemana, el dinero escaseó. Hoy hay cabinas y carpas especiales que le permite a los atletas, en su propia casa, usando mascaras, este tipo de entrenamientos mediante los cuales, de forma legal, se fomenta la producción de glóbulos rojos que transportan oxígeno a los músculos.

Las reliquias del pasado

En el viejo gimnasio, desde hace más de 20 años, se encuentran, sin ser utilizadas, bicicletas, bandas estáticas y botes junto a anticuadas pesas. Allí reina un ambiente fantasmagórico, reforzado por las cámaras, las pantallas en el cuarto de control, banderines de diferentes federaciones deportivas de la Alemania oriental, viejos periódicos, tazas de café y una registradora vacía de la cual aún no se sabe si servía para pagarle los premios a los deportistas aficionados, que oficialmente no podían recibir remuneración.

Lo que originalmente fue un aserradero, luego, en la segunda guerra mundial, una fábrica de municiones en las que se producían granadas, más tarde lugar de descanso de privilegiados artistas, científicos y funcionarios del gobierno comunista, es, desde 1952, el centro de entrenamientos de los mejores deportistas que compiten en los Juegos Olímpicos, los Mundiales y los campeonatos europeos.

El pasado sigue presente en el centro de entrenamientos olímpicos.Imagen: DW

Tras la caída del Muro de Berlín empezaron siete años de tira y afloje en torno a la conservación, uso y propiedad de las 60 hectáreas de la zona. Nuevos gimnasios fueron construidos, la recepción asemeja a la de un hotel, y los atletas duermen en habitaciones colectivas.

Actualmente los pabellones tienen conexión de Internet, los deportistas pueden relajarse en la sauna, acudir al centro médico, o someterse a los cuidados de los expertos fisioterapeutas para descansar sus músculos.

El frío es la mayor atracción

Pero lo más atractivo para los deportistas es la cámara fría. Con ropa de baño, tapabocas, guantes y una cinta en la frente, los corredores de vallas ingresan en ella, y tras un corto periodo de climatización, a una temperatura de menos diez grados, pasan a la segunda estación.

En la siguiente cabina les esperan temperaturas de menos 60 grados centígrados, que descenderán a los menos 110. El entrenador Jan May observa a sus atletas a través de los monitores y les preguntan si se sienten bien, mientras va haciendo una cuenta regresiva.

El entrenador Jan May supervisa la visita de los ateltas a la cámara fría.Imagen: DW

Pasados dos minutos y medio llega el tiempo de salir. “El choque con el frío extremo estimula la circulación de la sangre, la movilidad de las articulaciones se aumenta y la musculatura se relaja”, explica el entrenador.

Al final del día

Mientras la mayoría de los atletas descansa al caer la noche, observando videos o navegando en Internet, el turno le corresponde a los gimnastas, que en los diferentes aparatos prueban sus giros. Lo hacen a esa hora porque sus competencias en los Juegos Olímpicos se celebrarán al finalizar el día.

Sin importar qué tan tarde es, Fabian Hambüchen y Philipp Boy, dos de las estrellas alemanas de la gimnasia, reciben su comida al terminar el entrenamiento. Los 40 empleados de Kienbaum trabajan exclusivamente para satisfacer a los deportistas, cuya dieta es supervisada por nutricionistas especializados.

Pero en Kienbaum a los atletas no sólo se les anima a mejorar su rendimiento, también a cumplir su papel como ejemplo de la sociedad alemana. “Por ello les solicitamos que acudan al comedor vestidos formalmente, y les pedimos ser concientes en el ahorro de energía” dice Klaus-Peter Nowack, gerente del centro de entrenamientos.

Autor: Karin Jäger / DM

Editora: Emilia Rojas

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