Kioto sí, pero ¿más allá?
15 de diciembre de 2004"El cambio climático genera condiciones más difíciles para afrontar la pobreza", declaró el director del Departamento de Ambiente del Banco Mundial, Warren Evans, durante la X Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que tiene lugar en Buenos Aires. Evans añadió que el Protocolo de Kioto, que entrará en vigencia en febrero próximo, debe verse sólo como un primer paso para mitigar el calentamiento global y que la comunidad internacional debe enfocar el problema a largo plazo. Más allá de Kioto, así Evans, el debate debería centrarse en encontrar la manera de aunar a la comunidad global después del 2012, cuando vence el Protocolo, y en involucrar a los países que no lo ratificaron, sin olvidar en cómo ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a las nuevas regulaciones.
Opiniones inflexibles
Según Jens Thurau, enviado especial de la Deutsche Welle , en Buenos Aires impera un tono festivo por la entrada en vigor del tan negociado Protocolo de Kioto. Un tono que no es compartido ni por la ciencia ni por Estados Unidos, que siendo responsable de casi un cuarto de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, sigue negándose a ratificarlo alegando que su cumplimiento del pacto pondría en riesgo su crecimiento económico.
La visión escéptica de los científicos se sustenta en números: en vez de que el monto de emisiones se reduzca entre 1990 y 2012 en un cinco por ciento, para ese entonces los países ricos las habrán aumentado en 9000 millones de toneladas. Eso significa, 28.000 millones más que 20 años antes. Lutz Wicke, un reconocido científico alemán en la materia de Medio Ambiente, propone que la protección ambiental debe tomar otro curso.
Propuestas alternativas
Sin restarle importancia al mayor logro de Kioto que es ofrecer una base legal, en su opinión el acuerdo básicamente es un fracaso, pues el mundo seguirá emitiendo, de manera drástica, dióxido de carbono. Para que fuese realmente útil, el Protocolo de Kioto debería ser reformado: como primera medida, la comunidad internacional debería tener claro a cuánto gas de efecto invernadero quiere someter a la atmósfera, estableciendo un monto máximo: 30.000 millones de toneladas, por ejemplo.
En el sistema propuesto por Wicke, todos los integrantes deberían tener los mismos derechos, digamos que cinco toneladas por certificado climático, que podrían ser negociadas entre los países, sin que la economía mundial y el medio ambiente se vean afectados. Un sistema de esta clase sería mucho menos hipócrita que el actual, continúa Wicke, en el cual los países industrializados se venden como los precursores de la protección medio ambiental, sin serlo.
La realidad es otra
Si tomamos como ejemplo a Estados Unidos, que emite por cabeza mucho más que India o China, en un renovado sistema de control de emisiones, el gigante norteamericano debería gastar mucho en adquirir certificados si quisiese proseguir con su estilo hasta el momento. De lo contrario, debería esforzarse mucho en crear una conciencia más favorable al medio ambiente. Lo mismo pasaría en otros países. Sin embargo, aunque suene bien, ésta es sólo una de múltiples propuestas. Todo parece indicar que la otra cara de la complacencia por el logro que supone la entrada en vigor del Tratado, es una mirada atribulada a la realidad, más allá del propio Kioto y del 2012.