De no haber sido por la tragedia desatada por el reciente maremoto en el sudeste asiático, la conferencia de la ONU sobre prevención de catástrofes naturales habría sido una de tantas citas internacionales que atraen principalmente la atención de los expertos. Pero ahora, con las imágenes del tsunami frescas en las retinas, el mundo entero dirige la mirada hacia Kobe, donde se reúnen representantes de 150 países hasta el 22 de enero.

La propuesta alemana

El tema de los sistemas de alerta rápida se ha convertido en un asunto central, ante la evidencia de que una advertencia oportuna podría haber salvado miles de vidas en los países afectados por el maremoto. Las demandas de crear una red de alarma en casos de catástrofes no son nuevas y se plantearon ya hace 10 años en la primera gran conferencia de la ONU dedicada a los desastres naturales, en Yokohama. Los expertos esperan que la actual presión de parte de la opinión pública contribuya a forzar su puesta en práctica.

La ministra alemana de Investigación Científico-Tecnológica, Edelgard Bulmahn, considera que se podría implementar un sistema mundial de alerta temprana de tsunamis en un lapso de entre un año y medio y tres años. “Es algo factible y financiable”, aseguró. A pesar de no ser un país afectado por este tipo de fenómenos, Alemania tiene un modelo concreto que ofrecer. Éste contempla la integración de sensores en tierra, mar y aire y consta de boyas marinas que registran el movimiento de las olas, enviando los datos directamente a un centro computacional.

Integración de sistemas

“Gracias a la tecnología satelital, a las técnicas de medición y al software que poseemos, disponemos de amplias posibilidades en este campo, y éstas deberían ser utilizadas a nivel mundial”, indicó la ministra alemana. Igualmente puntualizó que es primordial incrementar el conocimiento y la capacidad de reaccionar in situ, para que las advertencias lleguen también a tiempo a la población.

El sistema propuesto por Alemania utiliza, como base, estaciones de medición ya existentes y que en parte son operadas desde este país en diversos lugares del mundo. Edelgard Bulmahn aclaró que “nuestra oferta también prevé la incorporación de sistemas de otros países, de modo que tendríamos en conjunto un sistema muy eficaz a nivel mundial”. Los costos ascenderían a unos 45 millones de euros. Ciertamente ésta no es la única propuesta que está sobre la mesa. Los franceses se proponen instalar un sistema de alerta en la isla Reunión, mientras Estados Unidos recomienda su propio sistema de alarma que opera en el Pacífico. Sea cual fuere el modelo que finalmente se imponga, lo fundamental es que se produzca un cambio en la manera de pensar general y se comience a destinar más recursos a la prevención de catástrofes, en l ugar de limitarse a paliar sus devastadores efectos.