En 1941, Konrad Zuse fue el primero en construir una computadora que funcionase. Lo hizo en el salón de la casa de sus padres en Berlín. Este ordenador podía guardar 64 palabras.
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Thomas Edison inventó el foco; los hermanos Wright fueron los primeros en elevarse en un avión a motor. Y ¿quién inventó la computadora? Registros de patentes han respondido a esta pregunta con el nombre Charles Babbage. Este inglés tuvo, en el siglo 19, la primera buena idea al respecto. Sin embargo, la primera computadora que funcionó de verdad fue la de Konrad Zuse y eso fue en 1941 en el salón de la casa de sus padres en Berlín. Podía guardar 64 palabras. El 22 de junio de 2010, Zuse hubiese cumplido 100 años.
“Estudié ingeniería. Un ingeniero civil tiene que hacer cálculos de estática que dan mucho trabajo. Buscaba un camino para automatizar esos cálculos y finalmente llegué a un concepto, y con él a lo hoy llaman computadora”, contaba Konrad Zuse. Para su ordenador “Z1” o “Zuse 1”, Konrad Zuse utilizó varas, latas y palancas. Para este ingeniero civil, se trataba sólo de un experimento que tenía aún muchos errores. Siguió un segundo modelo, “Z2” y éste contaba con un relé telefónico. En 1941 logró la primera computadora del mundo, la legendaria “Z3”.
“Z3” estaba compuesta por 600 relés telefónicos y tenía la forma de un inmenso armario. Hoy se la puede ver en el Deutsches Museum de Múnich. Ahí, Hein Molter responde a las preguntas de los visitantes: “La gente se queda atónita ante la máquina y no piensan que es una computadora. Siempre surgen preguntas interesantes; por ejemplo, la semana pasado un freak de la computación me preguntó si uno podría conectar esa máquina al Internet. Y mi respuesta fue: si cuenta con unos 28.000 años para poder esperar a que ella acabe de hacer el boot, sí”.
Al servicio de la guerra
Konrad Zuse construyó no sólo lo que hoy se denomina hardware. Para hacer funcionar el ordenador, necesitó un programa, un lenguaje de computadores que él llamó “Rechenkalkül”. Las órdenes y los números eran introducidos a la máquina a través de tiras perforadas.
Zuse no tardó mucho en reconocer la universalidad de su descubrimiento. No era miembro del Partido Nacionalsocialista Alemán y no desarrolló su computadora bajo su servicio; no obstante, puso su descubrimiento a disposición del servicio bélico: para los nuevos aviones, para la codificación de mensajes de los aliados. Después contaría Zuse que para él, con todo, esto constituyó una tarea desafiante y muy interesante desde el punto de vista técnico.
“En ese tiempo me dediqué al tema de las máquinas de codificación. Tuve varios encuentros con el Heereswaffenamt, con los encargados del armamento. Entendieron mi máquina, pero no aceptaron mis planos porque ellos ya tenían a la ENIGMA y funcionaba muy bien”, cuenta Zuse.
La posguerra y la quiebra
Después de la guerra, las computadoras no eran necesarias, La reconstrucción era la primero. Y Konrad Zuse siguió siendo un visionario. “A mí me quedaba claro que con ello entraba a un nuevo mundo del cálculo y creía que el ajedrez era un campo especialmente favorable a crear un lenguaje algorrítmico, como lo llamamos hoy. Por ejemplo, en el año 1938 bromeaba con mis amigos acerca de que en cincuenta años el campeón de ajedrez iba a ser vencido por una máquina. Lamentablemente no fue así, pero la tendencia de mi visión era correcta”.
El modelo “Z4” fue desarrollado en 1944, pero apenas en 1950 pudo ser vendido, en Zúrich. Para ese entonces, la competencia ya había avanzado mucho, sobre todo la IBM. Primero había construido calculadoras con tubos, luego con transistores. En 1940 Zuse había fundado su propia empresa: Zuse Apparatebau. Casi 25 años después, en 1964, su empresa familiar tuvo que anunciar su insolvencia. Pero el fracaso más grande para Zuse fue el litigio ante la Oficina de Patentes. Zuse reclamaba ser el inventor de la computadora; el caso lo perdió. “Fue una gran decepción, claro. Que el fallo no era correcto, lo podía ver incluso un ciego“, decía Zuse.
En la década de los años 1960, después de la quiebra de su empresa, Konrad Zuse se refugió en la pintura. Pero tampoco ahí lo dejaron libres las computadoras: hizo retratos al óleo de los pioneros de la computación, entre ellos Bill Gates. En 1995, pocos meses antes de su muerte, Zuse le regaló al magnate estadounidense el retrato, durante la CeBIT, la feria de computación en Hannóver. Cuelga ahora en la central de Microsoft en Seattle, en la oficina de Bill Gates.
Diez cadáveres de la era internet
El fin del mp3 es solo un eslabón más en la larga lista de servicios que han muerto a medida que la tecnología y los gustos han ido mutando. ¿Recuerda hoy alguien al ICQ, a los fotologs? Nosotros sí.
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Netscape, el navegador de la prehistoria
Cuando no había Google Chrome ni Mozilla, la pelea por servir de navegadores a los usuarios del internet primigenio la daban Internet Explorer y Netscape. El primero, obra de Microsoft, era visto como una imposición del monstruo de los computadores. Netscape se erigió en la alternativa, pero fue devorado por IE, que acaparó el 98 por ciento del mercado. En febrero de 2008 Netscape murió.
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Sin Hotmail no había paraíso
Hace 21 años nació Hotmail, la primera plataforma de correo electrónico de alcance mundial. Su éxito duró largos años hasta que apareció Gmail, que ofrecía mayor capacidad de almacenamiento y creó un concepto nuevo: la posibilidad de no borrar los correos viejos. En 2012 Gmail superó a Hotmail, que ahora se llama Outlook y tiene 400 millones de usuarios, menos de la mitad de los que suma Gmail.
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ICQ, la flor del chat
ICQ es viejo-viejo. Era un servicio que servía para comunicarse vía chat con una persona determinada, sin tener que estar en salones plagados de otros chateadores. Era una especie de Whatsapp de la prehistoria misma de Internet. Fue creado en 1996 y comprado por AOL en 1998. Si bien dice tener hoy más de 30 millones de cuentas activas, encontrar a un usuario de ICQ es poco menos que un milagro.
No te mueras nunca, mp3
Hasta antes del mp3, escuchar música implicaba cargar un engorroso reproductor de CDs y llevar un estuche con todos los discos. Esta creación del Instituto Fraunhofer hizo que la música fuera portable y simplificó los procesos de descarga en internet, revolucionando totalmente el mercado. Sus creadores anunciaron que dejarán de trabajar con ese formato para privilegiar otros más modernos.
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Napster, ideal para melómanos
Precisamente gracias al surgimiento del mp3 aparecieron plataformas como Napster, donde los usuarios podían descargar todo tipo de música. Esto generó fuertes controversias por los derechos de autor, asuntos legales que terminaron minando la fuerza de Napster. Se relanzó en 2008 y fusionó con otra empresa en 2011. Pero ya nada era igual.
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Fotolog, un Facebook más feo
A comienzos de este siglo los adolescentes compartían sus vivencias en Fotolog, un blog donde se podían compartir fotografías. Era como Facebook, pero más rústico y con muchas menos prestaciones. En realidad, la comparación le queda muy grande. En Fotolog, los muchachos publicaban pensamientos, selfies y toda clase de intrascendencias. Como llegó, se fue.
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Encarta, víctima de Wikipedia
Microsoft ofrecía una serie de servicios, entre ellos Encarta, un intento de enciclopedia virtual que se usaba en los computadores y que era la favorita de los escolares más aficionados a las nuevas trecnologías, porque en esa época eran nuevas. Pero la enorme cantidad de datos erróneos y el surgimiento de Wikipedia relegó a Encarta al olvido. Su última versión es de 2009. RIP.
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MSN Messenger, cómo olvidarte
Antes de Whatsapp, antes de Telegram, antes de Google Talk (QEPD también) estuvo Messenger. Sus íconos verdes o rojos nos indicaban si nuestros amigos estaban conectados o no. Conversar poniendo smileys se tornó tradición entonces. Era una plataforma simple, amigable y estable. Pero Google la borró del mapa y Facebook terminó por sepultarla. Pero te recordamos, Messenger. Con amor.
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Altavista, el buscador desaparecido
Cuando Google no existía, navegar por internet podía ser caótico. Las webs estaban alojadas en barrios (en Geocities, por ejemplo) y los primeros buscadores encontraban bastante poco, en realidad. Uno de los buenos era Altavista. Había otros: Excite, por ejemplo. Pero todos fueron relegados cuando Google impuso su potencia. En 2013, Altavista pasó a mejor vida.
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Disquete, rústicos y pobres
Pensar que en un disquete podía almacenarse 1,44 mb puede provocar una carcajada. Pero era lo que había a comienzos de siglo e imaginar algo distinto no era una posibilidad. Por eso había que andar con muchos de ellos. Decenas, a veces, para guardar apenas un archivo. Los CDs, los pendrives y otras formas de almacenaje más eficientes terminaron sacando a los disquetes de este mundo. Por suerte.